Malaquías sirvió como profeta en Judá aproximadamente en 430 a.C. Fue el último de los profetas del Antiguo Testamento.
Ambiente de la época: La ciudad de Jerusalén y el templo ya habían sido reconstruidos desde hacía casi un siglo, pero el pueblo se había vuelto negligente en su adoración a Dios.
Mensaje principal: La relación del pueblo con Dios estaba rota debido a su pecado y pronto sería castigado. Pero los pocos que se arrepintieron recibirían la bendición de Dios, ilustrada en su promesa de enviar l Mesías.
Importancia del mensaje: La hipocresía, la negligencia hacia Dios y la vida despreocupada tienen consecuencias devastadoras. El servir y adorar a Dios debe ser el punto principal de nuestra vida, tanto ahora como en la eternidad. Profeta contemporáneo: Ninguno.
Mal 1:1 Profecía de la palabra de Jehová contra Israel, por medio de Malaquías.
Profecía de la palabra de Jehová contra Israel , por medio de Malaquías : Estas amenazadoras palabras de Jehová a su «mensajero» (Malaki), lo preocuparon extraordinariamente. A través de 23 preguntas el profeta propone un autoexamen, lleno de reproches contra los sacerdotes y el pueblo de Israel. Esta pequeña colonia, el remanente de los reinos de Israel y Judá, retornó a su tierra tras la cautividad babilónica y se convirtió en objeto central de las promesas y advertencias divinas.
Un oráculo es un mensaje de Dios. Malaquías, el último profeta del Antiguo Testamento, predicó después de Hageo, Zacarías y Nehemías, aproximadamente en el año 430 a.C. El templo había sido reconstruido desde hacía casi un siglo, pero el pueblo estaba perdiendo su entusiasmo hacia la adoración. La apatía y la desilusión se habían establecido debido a que no se habían cumplido las profecías mesiánicas de Isaías, Jeremías y Miqueas. Muchos de los pecados que habían provocado la caída de Jerusalén en el año 586 a.C. se seguían practicando en Judá. Malaquías confrontó a los hipócritas con su pecado al representar, de manera gráfica, un diálogo entre el Dios justo y su pueblo insensible.
Mal 1:2 Yo os he amado, dice Jehová; y dijisteis: ¿En qué nos amaste? ¿No era Esaú hermano de Jacob? dice Jehová. Y amé a Jacob,
El primer mensaje de Dios por medio de Malaquías fue: «Yo os he amado». Si bien este mensaje se aplicaba especialmente a Israel, es un mensaje de esperanza para todos los pueblos de todos los tiempos. Desafortunadamente, muchas personas ponen en tela de juicio el amor de Dios, y toman el progreso político y económico como medida del éxito. Debido a que el gobierno era corrupto y la economía era deficiente, los israelitas asumieron que Dios no los amaba. Están equivocados. Dios ama a todas las personas porque El las creó; sin embargo, sus recompensas eternas son solo para los que le son fieles.
Mal 1:3 y a Esaú aborrecí,(A) y convertí sus montes en desolación, y abandoné su heredad para los chacales del desierto.
Convertí sus montes en desolación . . . su heredad
Mal 1:4 Cuando Edom(B) dijere: Nos hemos empobrecido, pero volveremos a edificar lo arruinado; así ha dicho Jehová de los ejércitos: Ellos edificarán, y yo destruiré; y les llamarán territorio de impiedad, y pueblo contra el cual Jehová está indignado para siempre.
Mal 1:5 Y vuestros ojos lo verán, y diréis: Sea Jehová engrandecido más allá de los límites de Israel.
Toda la profecía, construida dentro de un formato de preguntas y respuestas, es representativa del pacto establecido entre el Señor y su pueblo. Jehová es su Padre y Señor, su único Dios y máximo Juez. El pueblo escogido por Dios había correspondido mal al amor del Dios del pacto, y pese a ello el Dios de amor les hizo un llamado para que retornaran a él y guardaran sus mandamientos. Y todavía, a causa de su divino amor, el Señor se preocupa por ellos y amonesta a su pueblo escogido. En respuesta a la petición que se le hace de pruebas de su amor por el pueblo, el Señor se refiere al hecho histórico de la libre elección de su antepasado Jacob , en lugar de su hermano Esaú. Dios amó, o «prefirió», a Jacob y sus descendientes, y aborreció, o «rechazó», a su hermano a Esaú y a Edom , su descendiente, por razones que sólo él conoce. Pablo se refiere a este pasaje como un ejemplo de la elección divina.
Si el pueblo de Israel reflexiona acerca del amor de Jehová y contrasta su condición con la de Edom, se convencerá de la misericordia y dirección de Dios. Confesará que Jehová es engrandecido más allá de los límites de Israel, es decir, «la fama de su poder va más allá de nuestros límites».