Los hombres cumplen la voluntad de Dios a rachas, obedeciendo unas veces y desobedeciendo otras. Sólo Jesús la cumplió perfectamente. Por eso es el fundamento y la encarnación del Reino. Vino para capacitar a los hombres a hacer lo mismo. El cumplir la voluntad de Dios es ser ciudadano del Reino de Dios: Hacemos bien en pedir: «Señor, venga tu Reino, empezando por mí.»
Algunas veces sentimos que si el Espíritu Santo nos guía, siempre será «junto a aguas de reposo» (Psa_23:2). Pero esto no es del todo cierto; el Espíritu condujo a Jesús al desierto para una larga y difícil época de prueba y puede también llevarnos a situaciones difíciles. Al enfrentar pruebas, primero asegúrese de que no vienen debido al pecado ni por decisiones insensatas. Si no descubre pecado inconfesado ni comportamiento negligente que cambiar, pida a Dios que le dé energías para enfrentar la prueba. Por último, tenga cuidado en seguir fielmente hacia donde el Espíritu le guía.
La tentación a menudo viene después de un buen momento en nuestra vida espiritual o en nuestro ministerio (véase 1 Reyes 18 y 19 que relatan la historia de Elías, donde luego de su gran victoria, le sigue la desesperación). Recuerde que Satanás elige el momento preciso para sus ataques. Necesitamos estar en guardia en tiempos de victoria y en tiempos de desaliento. Véase la nota tercera a Mat_4:1ss de cómo Satanás nos tienta cuando estamos vulnerables.
Satanás tentó a Eva en el huerto y tentó también a Jesús en el desierto. Satanás es un ser real, no un símbolo ni una idea. Constantemente lucha en contra de Dios y en contra de los que le siguen y obedecen. Jesús fue el blanco original de su tentación. Satanás triunfó con Eva y Adán, y pretendía hacer lo mismo con Jesús.
Conocer y obedecer la Palabra de Dios es arma eficaz contra la tentación, la única ofensiva provista en la «armadura» de Dios (Eph_6:17). Jesús usó la Escritura para enfrentar los ataques de Satanás y usted puede hacerlo también. Pero, a fin de usarla con eficacia, debe tener fe en las promesas de Dios porque Satanás también sabe las Escrituras y es experto en torcerlas para que se ajusten a sus propósitos. Obedecer las Escrituras es más importante que tener un simple versículo que mencionar, de manera que léalos a diario y aplíquelos a su vida. Así su «espada» tendrá siempre filo.
¿Por qué fue necesaria la tentación de Jesús? Primero, la tentación es parte de la experiencia humana. Para que Jesús fuera netamente humano y pudiera entendernos del todo, tuvo que enfrentar la tentación. (Véase Heb_4:15.) Segundo, Jesús tuvo que deshacer la obra de Adán. Este, aunque se creó perfecto, cayó en la tentación y su pecado se trasmitió a todo el género humano. Jesús, en contraste, resistió a Satanás. Su victoria ofrece salvación a todos los descendientes de Adán (véase Rom_5:12-19).
Satanás a menudo plantea interrogantes acerca de lo que Dios ha dicho. Sabe que una vez que empecemos a cuestionar a Dios, será mucho más fácil conseguir que hagamos lo que él quiere. Quizás plantear preguntas nos ayude a formar creencias y fortalecer la fe, pero también puede ser peligroso. Si enfrenta dudas en su vida, tenga en cuenta que puede ser vulnerable a las tentaciones. Aun si busca respuestas, protéjase mediante la meditación en las verdades inamovibles de la Palabra de Dios.
Algunas veces lo que nos sentimos tentados a hacer no es malo en sí. Transformar piedras en pan no es necesariamente dañino. El hecho no era pecado, sino el motivo. Satanás trató de que Jesús se desviara a expensas de sus metas a largo plazo. Satanás a menudo obra así, persuadiéndonos a realizar cosas, aun buenas, pero por razones erróneas o en el momento indebido. El hecho de que algo no sea malo no significa que sea bueno para usted en un determinado momento. Muchos pecan por atender a sus legítimos deseos fuera de la voluntad de Dios o fuera de su tiempo. La primera pregunta que debe hacerse es: «¿Es el Espíritu Santo el que me guía a hacer esto? O: ¿Es Satanás el que me induce a hacerlo para desviarme del camino?»
A menudo no solo nos tientan nuestras debilidades, sino también nuestros lados fuertes. Satanás tentó a Jesús por donde El estaba firme. Jesús tuvo poder sobre las piedras, los reinos del mundo y aun sobre los ángeles y por eso Satanás quiso que ese poder lo usara sin considerar su misión. Cuando damos lugar al diablo y usamos erróneamente nuestras fuerzas, nos volvemos soberbios y autodependientes. Al confiar en nuestros poderes necesitamos muy poco de la ayuda de Dios. Para no caer en esta trampa, debemos llegar al convencimiento de que todas nuestras energías son un don de Dios y que las debemos dedicar a su servicio.
Con arrogancia, Satanás esperó salir airoso en su rebelión contra Dios al tratar de desviar a Jesús de su misión y lograr adoración. «Este mundo es mío, no de Dios», decía, «y si esperas hacer algo importante aquí, mejor que lo tengas en cuenta». Jesús no discutió con Satanás acerca de quién era el dueño de este mundo, en cambio refutó la validez de la declaración. Sabía que redimiría al mundo al dar su vida en la cruz, no a través de una alianza con un ángel corrupto.