Comprometidos a Sembrar La Palabra de Dios

Lucas 22: Y satanás entró en Judas

Cuando enterraron a Nelson en la catedral de San Pablo, unos marinos llevaron el ataúd hasta la tumba. Uno que estuvo presente escribió: «Con reverencia y con eficacia bajaron a la tumba el cuerpo del más grande almirante del mundo. Y entonces, como si obedecieran a una orden de corneta, como un solo hombre, cogieron la bandera británica con la que había estado cubierto el ataúd y la rasgaron en tiras, y cada uno se llevó una como souvenir de tan ilustre hecho.» Aquel trocito de paño de color, toda la vida les hablaría del almirante que tanto habían admirado y querido. Eso es un sacramento.

El pan que tomamos en la Comunión es pan corriente; pero para el que tiene el corazón dispuesto a sentir y entender, es el mismo cuerpo de Cristo.

(ii) Dijo de la copa: «Esta copa representa el nuevo pacto entre Dios y el hombre que se hace posible al precio de mi sangre, que se derrama por amor de vosotros.» En su sentido bíblico, pacto es la relación entre el hombre y Dios. Dios se acercó en su gracia al hombre, y el hombre se comprometió a obedecer y cumplir la ley de Dios (Exo_24:1-8 ). La continuidad de ese pacto dependía de que el hombre cumpliera su compromiso y obedeciera esa ley. Pero el hombre ni pudo ni puede, y el pecado interrumpe la relación entre el hombre y Dios. Todo el sistema sacrificial de Israel estaba diseñado para restaurar esa relación por medio de los sacrificios que hacían expiación por el pecado. Lo que dijo Jesús fue: «Con mi vida y con mi muerte he hecho posible una nueva relación entre vosotros y Dios. Sois pecadores, es cierto; pero, porque Yo he muerto por vosotros, ahora sois amigos, y no enemigos de Dios.» Costó la vida de Jesús el restaurar la relación perdida entre Dios y los hombres. . (iii) Jesús dijo: « Haced esto para acordaros de Mí.» Jesús sabía lo fácilmente que olvida la mente humana. Los griegos decían que « el tiempo borra todas las cosas»; como si la mente fuera una pizarra, y el tiempo la esponja que se usa para limpiarla. Jesús decía: « Con la prisa y las preocupaciones, os olvidaréis de Mí. La gente olvida porque no lo puede evitar. Entrad de cuando en cuando a la paz y tranquilidad de mi casa, y haced esto otra vez con mi pueblo y os acordaréis.»

La presencia del traidor a la mesa hacía la tragedia aún más trágica. Jesucristo tiene a su mesa siempre que se celebra la Comunión los que le traicionan; porque, si en la Casa del Señor nos comprometemos con Él y luego en nuestra vida salimos para negarle, somos traidores a su causa.

RIVALIDAD ENTRE LOS DISCÍPULOS DE CRISTO

Lucas 22:24-30

Entonces los discípulos se pusieron a discutir cuál de ellos había que considerar como el más importante. Pero Jesús les dijo:

-Los reyes de los países se comportan realmente como si fueran dueños y señores, y los máximos dignatarios se dan el título de «bienhechores»; pero entre vosotros no tiene que pasar eso, sino que el más importante se tiene que comportar como el menos importante, y el líder, como el último servidor. Porque, ¿quién es más, el que se sienta a la mesa o el que sirve? ¿Verdad que es el que se sienta a la mesa? Pues fijaos: Yo estoy entre vosotros como el que sirve. Vosotros sois los que siempre habéis estado de mi parte cuando me atacaban. Mi Padre es el que me ha concedido la dignidad de Rey, y Yo os concedo el privilegio de comer y beber a mi mesa en mi Reino, y que os sentéis en tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.

Es una de las cosas más amargamente trágicas del relato evangélico el que los discípulos se pusieran a discutir sus prerrogativas a la sombra de la Cruz. Los sitios a la mesa en una fiesta judía estaban muy definidos. La mesa estaba dispuesta en forma de cuadrado, con uno de los lados abierto. A la cabecera se sentaba el anfitrión; a su derecha, el huésped más honorable; a su izquierda, el siguiente en cuanto a honor; luego, siempre por orden jerárquico, el segundo de la derecha, el segundo de la izquierda, y así hasta el final de la mesa. Los discípulos habían estado peleándose por los puestos, porque todavía no se habían desembarazado de la idea de un reino terrenal. Jesús les dijo tajantemente que las dignidades de su Reino no eran como las de este mundo. En la Tierra, un rey vale tanto como el poder que ostenta. Uno de los títulos más corrientes para un rey oriental era, en griego, Euerguetes, que quiere decir Bienhechor. Jesús dijo: « En mi Reino, el que obtiene ese título no es el rey, sino el servidor.»

(i) Lo que necesita el mundo es servicio. Lo curioso es que el mundo de los negocios lo sabe. Bruce Barton señala que el título que más se encuentra en la carretera es el de Estación de Servicio. Era la pretensión de cierta empresa que «Nosotros nos metemos debajo de su coche con más facilidad y nos ponemos más guarros que la competencia.» Lo raro es que hay más peleas sobre las dignidades y más preocupación acerca del puesto que le corresponde a cada uno en la iglesia que en ningún otro sitio. El mundo necesita y reconoce el servicio.

(ii) Es el que está dispuesto a servir más que nadie el que realmente sube. El empleado se va a casa a su hora, y se olvida del trabajo hasta la mañana siguiente, mientras que la luz sigue encendida en la oficina del encargado o del ejecutivo hasta las tantas. Muchas veces se veía la luz de la oficina de John D. Rockefeller todavía encendida cuando ya estaban apagadas las demás del edificio. El servicio produce grandeza; y cuanto más alto llega una persona, mejor servicio podrá prestar.

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