No pensemos que esto son sólo cosas del pasado. Sigue habiendo quienes les imponen a los demás unas obligaciones que ellos mismos no se sienten obligados a cumplir. Todavía existen personas para quienes religión no es más que legalismo. Y también hay supuestos eruditos que hacen la Palabra de Dios tan difícil que desconciertan a las personas corrientes, que ya no saben lo que deben creer ni cómo agradar a Dios.
Lucas 11:1-54
11.1-4 Note el orden en esta oración. Primero, Jesús alaba a Dios; luego, presenta sus peticiones. Alabar primero a Dios nos ubica en el marco adecuado para pedir por nuestras necesidades. Por lo general, nuestras necesidades se parecen a una lista de compras antes que a un diálogo con Dios.
11.2-13 Estos versículos enfocan tres aspectos de la oración: su contenido (11.2-4), nuestra persistencia (11.5-10) y la fidelidad de Dios (11.11-13).
11.3 La provisión de Dios es diaria, no es una sola vez y para siempre. No podemos almacenarla y cortar la comunicación con Dios, ni nos arriesgaremos a sentirnos autosatisfechos.
Si usted corre con pocas energías, pregúntese: ¿Cuán lejos estoy de la Fuente?
11.4 Cuando Jesús enseñó a sus discípulos a orar, estableció el perdón como piedra angular en su relación con Dios. Dios ha perdonado nuestros pecados, por lo tanto, debemos ahora perdonar a quienes nos ofendieron. Seguir sin perdonar muestra que no se ha entendido que nosotros mismos, junto con todos los demás seres humanos, necesitamos ser perdonados. Piense en algunas personas que le han faltado en cierta manera. ¿Las ha perdonado de verdad? ¿Cómo actuaría Dios si lo tratara en la forma que usted lo hace con los demás?
11.8 La persistencia en la oración supera nuestra insensibilidad, no la de Dios. Practicar la persistencia es más que cambiar nuestro corazón que el de El, nos permite comprender y expresar la intensidad de nuestra necesidad. La oración persistente nos ayuda a reconocer la obra de Dios.
11.13 Buenos padres cometen errores y aun así tratan bien a sus hijos. ¡Cuánto mejor nuestro perfecto Padre celestial trata a sus hijos! El don más perfecto que ha dado es el Espíritu Santo (Act_2:1-4), que prometió dar a todos los creyentes después de su muerte, resurrección y ascensión (Joh_15:26).
11.14-23 Un acontecimiento similar, pero aislado, se da a conocer en Mat_12:22-45 y en Mar_3:20-30. El hecho descrito por Lucas sucedió en Judea mientras que el otro ocurrió en Galilea. Según Lucas, Jesús habló a las multitudes; en Mateo y Marcos acusó a los fariseos.
11.15-20 Hay dos interpretaciones comunes a estos versículos: (1) Algunos de los seguidores de los fariseos echaron fuera demonios. Si así fue, las acusaciones de los fariseos eran más desesperadas que antes. Acusar a Jesús de que Beelzebú, el príncipe de los demonios (o Satanás mismo), le dio poder porque echaba fuera demonios, era decir a su pueblo que ellos también realizaban una obra de Satanás. Jesús replicó la acusación de los líderes con duras palabras. (2) Otra posibilidad es que los seguidores de los fariseos no echaban fuera demonios; e incluso si lo intentaron, no tuvieron éxito. Jesús primero rechaza la afirmación de ellos como absurda (¿cómo podría el demonio echar fuera a sus demonios?). Luego incluye una pequeña ironía («¿vuestros hijos por quién los echan?»). Al final, declara que su labor de echar fuera demonios confirma que el Reino de Dios había llegado.
Ahora Jesús y el reino de los cielos dominaban y superaban en poder a Satanás, quien controló el reino de este mundo por miles de años. El reino de Jesús empieza a tener poder, crece al resistir las tentaciones en el desierto, se establece mediante sus enseñanzas y sanidades, florece en victoria en su resurrección y en el Pentecostés, y vendrá a ser permanente y universal en su Segunda Venida. Aunque estas dos interpretaciones difieren, llegan a la misma conclusión: el Reino de Dios llegó con el advenimiento de Jesucristo.
11.21, 22 Quizás Jesús hizo referencia a Isa_49:24-26. A pesar del poder de Satanás, Jesús es mucho más poderoso y lo atará y lo eliminará para siempre (véase Rev_20:2, Rev_20:10).
MARTA
Muchos hermanos mayores tienen la tendencia irritante de querer mandar, hábito que se desarrolla a través del crecimiento. Podemos notarlo en Marta, la hermana mayor de María y Lázaro. Acostumbraba imponer su autoridad. El hecho de que se recuerden a Marta, María y Lázaro por su hospitalidad tiene mayor significado cuando notamos que este era un requisito social en la cultura judía de ese tiempo. Se consideraba vergonzoso cerrar la puerta a alguien. Al parecer, esta familia cumplía muy bien con esto.