Sucedió una vez en cierto lugar que Jesús estuvo orando algún tiempo y, cuando acabó, le dijo uno de sus discípulos:
-Señor, enséñanos a orar, como hizo Juan con sus discípulos.
Jesús les dijo:
-Cuando os pongáis a orar, decid:
«¡Oh Padre!, que tu nombre sea tratado con reverencia. – Venga tu Reino. – Danos cada día el alimento que necesitamos. – Y perdónanos nuestros pecados, como también nosotros perdonamos a todos los que nos fallan. – Y no nos dejes a merced de duras pruebas.»
Era costumbre que los rabinos enseñaran a sus discípulos una oración sencilla para uso frecuente. Juan el Bautista lo había hecho con sus discípulos, y ahora le pedían a Jesús los suyos que Él también les enseñara una oración.
Aquí tenemos la versión de la Oración Dominical que nos da Lucas. Es más corta que la de Mateo, pero nos enseña todo lo que necesitamos saber acerca de cómo y qué pedir en oración.
(i) Empieza llamando a Dios Padre. Es la manera característicamente cristiana de dirigirnos a Dios (cp. Gal_4:6 ; Rom_8:15 ; 1Pe_1:17 ). La primera palabra ya nos dice que al orar no nos estamos dirigiendo a alguien que no está dispuesto a ayudarnos, sino a un Padre que se complace en suplir las necesidades de sus hijos.
(ii) En hebreo el nombre quiere decir mucho más que el nombre propio de una persona. Quiere decir la totalidad del carácter de la persona que se nos ha revelado y que conocemos. El Psa_9:10 dice: «Los que conocen tu Nombre ponen en Ti su confianza.» Eso quiere decir mucho más que saber que el nombre de Dios es Jehová. Quiere decir que, los que conocen todo el carácter y la mente y el corazón de Dios, ponen en Él su confianza con alegría.
(iii) Debemos fijarnos especialmente en el orden de la Oración Dominical. Antes de pedir nada para nosotros mismos, Dios y su gloria y el respeto que le es debido ocupan el primer lugar. Sólo cuando damos a Dios el lugar que le corresponde se colocan todas las cosas en su debido lugar.
(iv) La oración incluye toda la vida.
(a) Incluye la necesidad presente. Nos dice que pidamos nuestro pan cotidiano; es decir, el alimento para el día que oramos. Esto nos recuerda la antigua historia del maná en el desierto (Exo_16:11-21 ): sólo se podía recoger lo necesario para la necesidad del día. No nos tenemos que preocupar del futuro desconocido, sino de «vivir al día».
(b) Incluye los pecados pasados. Cuando oramos, no podemos olvidarnos de pedirle perdón a Dios, porque todos somos pecadores ante la santidad de Dios.
(c) Incluye las pruebas futuras. Tentación quiere decir situación de prueba, e incluye mucho más que la seducción al pecado: todas las situaciones que constituyen un desafío y una prueba a la integridad y fidelidad de una persona. No podemos librarnos de ellas, pero las podemos arrostrar en comunión con Dios.
Alguien ha dicho que la Oración Dominical se puede usar de dos maneras diferentes en nuestra vida devocional: si la usamos al principio, despierta toda clase de deseos santos que nos conducen por los auténticos senderos de la oración; y si la usamos al final, resume y completa todas las peticiones que traemos a la presencia de Dios.
PEDID Y RECIBIRÉIS
Lucas 11:5-13
Jesús les dijo también:
-Suponte que un amigo tuyo te viene a casa a medianoche y te dice desde la puerta: «Oye, amigo: déjame tres panes; que un amigo mío ha llegado de viaje a casa, y no tengo nada que darle de comer. « Y suponte que tú le dices desde dentro: «¡Déjame en paz, que ya he atrancado la puerta y tengo a los chicos conmigo en la cama! ¡No puedo ahora levantarme a dártelos!» Te aseguro que, si no te levantas a dárselos porque es tu amigo, acabarás por levantarte y darle todo lo que sea si el otro sigue insistiendo y molestándote. Y por eso os digo Yo: Pedid hasta que se os dé; buscad hasta encontrar; llamad hasta que se os abra la puerta. Porque el que sabe pedir, acaba recibiendo; el que sabe buscar, acaba encontrando, y al que sabe llamar a la puerta, al fin se le abre. Si tu hijo te pide pan a ti que eres su padre, ¿verdad que no le darás una piedra? O si te pide pescado, ¿a que no le das en vez una serpiente? ¿O si un huevo, un alacrán? Pues si vosotros, que sois malos, les sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más dará vuestro Padre celestial el Espíritu Santo a los que se lo pidan!