A los siete años: Papá es un sabio que todo lo sabe.
A los catorce años: Me parece que papá se equivoca en algunas de las cosas que dice.
A los veinte años: Papá está un poco atrasado en sus teorías; no es de esta época.
A los veinticinco años: El «viejo» no sabe nada… está chocheando decididamente.
A los treinta y cinco: Con mi experiencia mi padre a esta edad hubiera sido millonario.
A los cuarenta y cinco: No sé si ir a consultar con el viejo este asunto. Tal vez pudiera aconsejarme.
A los cincuenta y cinco: ¡Qué lástima que se haya muerto el viejo! La verdad es que tenía unas ideas y una visión del futuro notables.
A los sesenta: ¡Pobre papá! ¡Era un sabio! ¡Qué lástima que yo lo haya comprendido demasiado tarde!
Lo que piensa el hijo del padre
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