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Sofonías 2: Llamado a buscar a Dios

Juicio sobre los filisteos

El primer juicio en contra de una nación extranjera es contra los filisteos. Ellos eran un pueblo que vino de la isla de Creta o Caftor para ocupar la llanura de la costa de Canaán. Ellos y sus cinco ciudades (versículos 5, 6) principales serán totalmente destruidos y su tierra será convertida “en lugares de delicados pastos” para el remanente de Judá que sobrevivirá el día del Señor.

El versículo 7 implica que serán los israelitas que vuelven de un cautiverio los que ocuparán la tierra. No se sabe si se tratará de una esclavitud impuesta por Asiria o por Babilonia que recién aparece sobre el escenario del Medio Oriente. Lo importante es que ningún cautiverio del pueblo de Dios será permanente. A este pueblo que dice que Dios no hace ni bien ni mal, la sobrevivencia del remanente será evidencia concluyente que Dios cuida de los suyos y va a “restaurar sus fortunas”.

La destrucción de Moab y Amón

Esto será aún más terrible. Eran primoshermanos de los hebreos. Se aprovecharon de las dificultades de Judá para ocupar el territorio que Dios había dado a su pueblo. En la época del profeta cada israelita sabía de la destrucción total de Sodoma y Gomorra. Sus ruinas estaban debajo de las aguas del mar Muerto o quedaron como colinas de piedras ennegrecidas por el fuego. Lo único que se podría aprovechar del sitio era excavar huecos y dejarlos llenarse del agua del mar Muerto y esperar que se secaran para extraer la sal.

El versículo 10 hace sobresalir una enseñanza céntrica en la Palabra. La Biblia habla mucho del pecado del orgullo o la soberbia tanto en el AT como en el NT. Nos hace recordar que Dios creó al ser humano. ¡él no se creó a sí mismo! Dios es el Soberano de todos.

La evidencia de la soberanía de Dios sobre las naciones se verá en la destrucción de sus dioses juntamente con sus ciudades (versículo11). Es más, un día todos los habitantes de la tierra van a adorar al único y verdadero Dios. Como se indicó, cien años más tarde, el conocimiento de Dios se extenderá desde Sion a toda la tierra y los habitantes lo van a adorar a él en lugar de a sus ídolos fabricados a mano.

El juicio sobre Etiopía y Asiria

Es difícil explicar el versículo 12. Hay un juicio sobre EtiopíaEgipto, aunque Egipto era lugar de refugio para los hebreos y muchas veces era aliado de Israel contra un enemigo mutuo. No obstante los profetas no tuvieron confianza en la ayuda militar de Egipto. También se debe tomar en cuenta que la dinastía de etíopes que gobernaban a Egipto en aquel entonces no eran verdaderos egipcios.

En estos versículos, 13-15, Sofonías da su palabra más extensa y más fuerte sobre una nación extranjera. Asiria ya había destruido el reino del norte, Israel, y era el opresor de Judá en el año 626 a. J.C. Lo que más molestó a Sofonías era el orgullo y la arrogancia de los asirios. Se creían invencibles; pensaban que Nínive era la capital del mundo, una fortaleza que no podría ser destruida por ninguna otra potencia. Sofonías se une con su contemporáneo Nahum en gozarse pensando sobre la próxima caída y destrucción de la ciudad orgullosa. El lema de ellos: “Sólo yo y nadie más” era un reto al profeta de Dios. Seguramente los oyentes de Sofonías sentían una satisfacción enorme al saber que ese “yo” iba a desaparecer de la faz de la tierra.

Este oráculo nos enseña que Dios considera a toda nación y pueblo responsable por sus hechos. Hay una justicia elemental que todo ser humano debe entender. Si el creyente actual no se enoja por las injusticias en nuestro mundo, le falta algo muy importante en cuanto a entender la santidad y la justicia de Dios. Sofonías vivió en una época de cambios enormes. El equilibrio de poder iba pasando de un imperio a otro; su misión era advertir a los hebreos de la importancia de eso y enseñarles que no debían esperar la utopía de ningún sistema de gobierno o poder militar. No iban a continuar bajo la administración de Asiria; una potencia muy inteligente con costumbres y metas muy distintas de los de Asiria se asomará sobre el horizonte de la historia. Nadie, ni rey ni profeta, ni comerciante rico sabía qué futuro esperaba a las naciones del Medio Oriente. Nínive, la gran ciudad que era el símbolo de lo permanente en un mundo sujeto a grandes cambios, iba a desaparecer. Las grandes ciudades siempre prometen seguridad eterna a sus habitantes. Ser dueño de propiedad en una ciudad grande es una garantía de patrimonio para sus descendientes. ¡Falso! El sitio de la gran ciudad de Nínive es apenas un lugar para turistas y arqueólogos en la actualidad. Como Abraham, debemos buscar “la ciudad que tiene cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios”

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