Supongamos que hay un futbolista que está haciendo un buen papel en el segundo equipo y dando señales de ser una promesa; ¿qué hará el entrenador? Seguro que no le sacará para que juegue en el tercer equipo, que sería un paseo para él y no le haría sudar; sino que le pondrá en el primer equipo donde se le someterá a una prueba como nunca antes, y tendrá una oportunidad de probarse a sí mismo. Eso es lo que se pretende con la tentación: permitirnos demostrar nuestra madurez y hacernos surgir más capaces para la lucha.
Cuarenta días es una frase que no hay por qué tomar literalmente. Es una expresión hebrea que quiere decir un tiempo considerable. Se nos dice que Moisés estuvo en la montaña con Dios cuarenta días: Y entró Moisés en medio de la nube, y subió al monte; y estuvo Moisés en el monte cuarenta días y cuarenta noches. Éxodo 24:18; Elías anduvo cuarenta días con la fuerza de la comida que le dio el ángel: Se levantó, pues, y comió y bebió, y con la fuerza de aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios. 1 Reyes 19:8. En hebreo cuarenta días puede querer decir sencillamente un tiempo considerable.
Fue Satanás el que tentó a Jesús. El desarrollo de la idea de Satanás es muy interesante. La palabra satán en hebreo quiere decir sencillamente adversario; y en el Antiguo Testamento se usa corrientemente de adversarios y oponentes humanos normales. El ángel del Señor fue el satán que le cerraba el camino a Balaam: Pero Dios se airó porque él iba, y el ángel del Señor se puso en el camino como un adversario contra él. Y Balaam iba montado sobre su asna, y sus dos sirvientes con él. Números 22: 22; los filisteos temían que David se volviera su satán: Pero los jefes de los filisteos se enojaron contra él, y le dijeron: Haz volver a ese hombre y que se vuelva al lugar que le asignaste, y no le permitas que descienda a la batalla con nosotros, no sea que en la batalla se convierta en nuestro adversario. Pues, ¿con qué podría hacerse él aceptable a su Señor? ¿No sería con las cabezas de estos hombres? 1 Samuel 29:4; David considera a Abisai su satán: Entonces David dijo: ¿Qué tengo yo que ver con vosotros, hijos de Sarvia, para que en este día me seáis adversarios? ¿Ha de morir hoy hombre alguno en Israel? ¿Acaso no sé que hoy soy rey sobre Israel? 2 Samuel 19:22; Salomón declara que Dios le ha dado tal paz y prosperidad que no le queda ningún satán que se le oponga: Mas ahora el Señor mi Dios me ha dado paz por todas partes; no hay adversario ni calamidad. 1 Reyes 5:4.
La palabra empezó significando un adversario en el sentido más amplio del término. Pero da un paso considerable hacia adelante; empieza a querer decir uno que presenta una acusación contra una persona. Es en este sentido como se usa en el primer capítulo de Job. Allí Satán es nada menos que uno de los hijos de Dios: Hubo un día cuando los hijos de Dios vinieron a presentarse delante del Señor, y Satanás vino también entre ellos. Job 1:6; pero esta tarea particular le obligaba a considerar a los hombres: Y el Señor dijo a Satanás: ¿De dónde vienes? Entonces Satanás respondió al Señor, y dijo: De recorrer la tierra y de andar por ella. Job 1: 7 y buscar alguna acusación que pudiera presentar contra ellos en la presencia de Dios. Era el acusador de los hombres ante Dios. Así se usa la palabra en Job 2:2: Y el Señor dijo a Satanás: ¿De dónde vienes? Entonces Satanás respondió al Señor, y dijo: De recorrer la tierra y de andar por ella. Observemos que aquí se repite exactamente Job 1:7, y es que el adversario siempre está como león en acecho para intentar vencernos en la prueba; y vuelve el adversario a convertirse en acusador del hombre ante Dios en Zacarías 3:2; Y el ángel del Señor dijo a Satanás: El Señor te reprenda, Satanás. Repréndate el Señor que ha escogido a Jerusalén. ¿No es éste un tizón arrebatado del fuego? La tarea de Satán era decir todo lo que se pudiera decir en contra de una persona.
El otro título de Satán es El Diablo; la palabra diablo viene del griego diábolos, que quiere decir literalmente un calumniador. Es un paso adelante pasando de la idea de uno que investiga todo lo que se pueda decir en contra de una persona a la idea de uno que deliberada y maliciosamente calumnia a una persona en la presencia de Dios. Pero en el Antiguo Testamento Satán es todavía un emisario de Dios, y todavía no el supremo y maligno enemigo de Dios. Es el Adversario de las personas.
Pero entonces la palabra da un salto importante en su carrera descendente. Durante su cautividad, los judíos aprendieron algo del pensamiento persa. El pensamiento persa se basa en la concepción de que en el universo hay dos poderes: el poder de la luz, y el de las tinieblas, Ormuzd y Ahrimán. El universo entero es un campo de batalla entre ellos, y el hombre tiene que escoger su lado en ese conflicto cósmico. De hecho, eso es precisamente lo que parece ser la vida y se experimenta. Para decirlo con una palabra, en este mundo están Dios y el Adversario de Dios. Era casi inevitable el que Satanás llegara a ser considerado como El Adversario par excellence. Eso es lo que su nombre quiere decir, eso es lo que él ha sido siempre para el hombre; Satanás llega a ser la esencia de todo lo que es en contra de Dios.
Cuando pasamos al Nuevo Testamento nos encontramos con que es el Diablo o Satanás el que está detrás de la enfermedad y el sufrimiento humano: Y ésta, que es hija de Abraham, a la que Satanás ha tenido atada durante dieciocho largos años, ¿no debía ser libertada de esta ligadura en día de reposo? Lucas 13:16; fue Satanás el que sedujo a Judas; Entonces Satanás entró en Judas, llamado Iscariote, que pertenecía al número de los doce; Lucas 22:3; es al Diablo al que debemos resistir y pelear; Sed de espíritu sobrio, estad alerta. Vuestro adversario, el diablo, anda al acecho como león rugiente, buscando a quien devorar. 1 Pedro 5:8; Santiago 4:7 continúa diciendo: Por tanto, someteos a Dios. Resistid, pues, al diablo y huirá de vosotros.