En este capítulo, los versículos 1-24 emplean la primera persona del singular. Los versículos 25-39 se caracterizan por el tono mesurado de la prosa. Los versículos 40-47 usan la primera persona del plural, y versículos 48-66, otra vez la primera persona del singular. Estas son las principales secciones de este capítulo.
Lamentaciones 3:1 Yo soy el hombre que ha visto aflicción bajo el látigo de su enojo.
Látigo : Símbolo del castigo divino
En el momento más sombrío de Jeremías, su esperanza se fortaleció con esta seguridad: Dios fue fiel y seguiría siéndolo. Jeremías vio el juicio de Dios así como su amor inquebrantable. En el tiempo del juicio, la misericordia de Dios siguió sosteniendo a Jeremías, así como en los tiempos de prosperidad profetizó acerca del juicio de Dios.
En el hebreo original, los primeros cuatro capítulos del libro de Lamentaciones son poemas acrósticos. Cada versículo en todos los capítulos comienza con cada una de las letras del alfabeto hebreo. El capítulo 3 tiene 66 versículos en vez de 22 debido a que es un acróstico triple: los primeros tres versículos comienzan con el equivalente de la letra A, los tres siguientes con la letra B y así sucesivamente. Esta era una forma típica de la poesía hebrea.
Lamentaciones 3:2 Me guió y me llevó en tinieblas, y no en luz;
Lamentaciones 3:3 Ciertamente contra mí volvió y revolvió su mano todo el día.
Lamentaciones 3:4 Hizo envejecer mi carne y mi piel; quebrantó mis huesos;
Lamentaciones 3:5 Edificó baluartes contra mí, y me rodeó de amargura y de trabajo.
En representación de Israel, Jeremías se ve a sí mismo viejo y quebrantado (versículo 4), muerto y sepultado (versículo 6), prisionero, torturado, como viajero desorientado, atacado por las fieras (versículos 10, 11), como blanco de las flechas (versículos 12, 13), como objeto de burla, amargado y humillado.
Lamentaciones 3:6 Me dejó en oscuridad, como los ya muertos de mucho tiempo.
Lamentaciones 3:7 Me cercó por todos lados, y no puedo salir; ha hecho más pesadas mis cadenas;
Los asirios practicaban una forma de tortura a los prisioneros encerrándolos entre paredes en espacios reducidos. El profeta se sentía tan encerrado que, según él, ni sus oraciones podían ascender a Dios
Lamentaciones 3:8 Aun cuando clamé y di voces, cerró los oídos a mi oración;
Lamentaciones 3:9 Cercó mis caminos con piedra labrada, torció mis senderos.
Lamentaciones 3:10 Fue para mí como oso que acecha, como león en escondrijos;
Lamentaciones 3:11 Torció mis caminos, y me despedazó; me dejó desolado.