Lamentaciones 2:1 !Cómo oscureció el Señor en su furor a la hija de Sion! Derribó del cielo a la tierra la hermosura de Israel, Y no se acordó del estrado de sus pies en el día de su furor.
La hermosura de Israel : Probablemente se refiera al templo. El estrado de sus pies era el arca, o posiblemente el propio templo.
Lamentaciones 2:2 Destruyó el Señor, y no perdonó; Destruyó en su furor todas las tiendas de Jacob; Echó por tierra las fortalezas de la hija de Judá, Humilló al reino y a sus príncipes.
Y no perdonó : Véase la nota a 3.40-42. Todas las tiendas : Las aldeas no fortificadas. Las fortalezas : Ciudades fortificadas.
Lamentaciones 2:3 Cortó con el ardor de su ira todo el poderío de Israel; Retiró de él su diestra frente al enemigo, Y se encendió en Jacob como llama de fuego que ha devorado alrededor.
Retiró de él su diestra : Dejó de protegerlo. Llama de fuego.
Lamentaciones 2:4 Entesó su arco como enemigo, afirmó su mano derecha como adversario, Y destruyó cuanto era hermoso. En la tienda de la hija de Sion derramó como fuego su enojo.
Tienda : Representa una vivienda.
Lamentaciones 2:5 El Señor llegó a ser como enemigo, destruyó a Israel; Destruyó todos sus palacios, derribó sus fortalezas, Y multiplicó en la hija de Judá la tristeza y el lamento.
Lamentaciones 2:6 Quitó su tienda como enramada de huerto; Destruyó el lugar en donde se congregaban; Jehová ha hecho olvidar las fiestas solemnes y los días de reposo[a] en Sion, Y en el ardor de su ira ha desechado al rey y al sacerdote.
El templo del rey Salomón (aquí llamado «tienda» y «lugar en donde se congregaban») en Jerusalén representaba la presencia de Dios en su pueblo. El templo era el centro de adoración. Su destrucción simbolizaba el rechazo de Dios por su pueblo, ya no viviría más entre ellos.
Lamentaciones 2:7 Desechó el Señor su altar, menospreció su santuario; Ha entregado en mano del enemigo los muros de sus palacios; Hicieron resonar su voz en la casa de Jehová como en día de fiesta.
Dios ha destruido su propio templo, ha hecho olvidar las fiestas . . . ha desechado al rey y al sacerdote . El ritual religioso no es tan importante como la obediencia. Fueron las triunfantes fuerzas enemigas las que hicieron resonar su voz en la casa de Jehová.
Nuestro lugar de adoración no es tan importante para Dios como nuestro tipo de adoración. Un templo puede ser hermoso, pero si su pueblo no sigue a Dios sinceramente, se derrumba desde su interior. El pueblo de Judá, a pesar de su hermoso templo, rechazaba en sus vidas diarias lo que proclamaba en sus rituales de adoración. Por lo tanto, su adoración se volvió una farsa burlona. Cuando adora a Dios, ¿dice palabras que realmente no quiere decir? ¿Ora por ayuda que en verdad no cree que pueda llegar? ¿Expresa amor por Dios que en realidad no siente? Busque con seriedad a Dios y adquiera una visión renovada de su amor y protección. Luego adórelo con sinceridad.
Lamentaciones 2:8 Jehová determinó destruir el muro de la hija de Sion; Extendió el cordel, no retrajo su mano de la destrucción; Hizo, pues, que se lamentara el antemuro y el muro; fueron desolados juntamente.
Extendió el cordel : Esto alude al plan de Dios para castigar a la nación.
Lamentaciones 2:9 Sus puertas fueron echadas por tierra, destruyó y quebrantó sus cerrojos; Su rey y sus príncipes están entre las naciones donde no hay ley; Sus profetas tampoco hallaron visión de Jehová.
Se perdieron cuatro símbolos y recursos poderosos de seguridad: la protección de las puertas de la ciudad, el liderazgo del rey y los príncipes, la dirección de la ley y la visión de los profetas. Con esos cuatro factores presentes el pueblo se adormeció y cayó en un falso sentido de seguridad y se acomodó a sus pecados. Pero ahora que se les quitan, se confronta al pueblo con la alternativa del arrepentimiento y del regreso a Dios o a continuar en su senda de sufrimiento. No utilice símbolos sustitutos, incluso los buenos, para la realidad de una relación viva y personal con Dios mismo.