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La rendición de Natanael

Así que Natanael vino, y Jesús pudo ver lo que había en su corazón. «Aquí –dijo Jesús– llega un verdadero israelita en el que no cabe la falsedad.» Ese era un tributo que apreciaría cualquier israelita. «Bienaventurado el hombre –había escrito el salmista– al que el Señor no culpa de iniquidad, y en cuyo corazón no hay engaño» (Salmo 32:2). «Nunca hizo maldad –había dicho el profeta del Siervo del Señor– ni hubo engaño en su boca» (Isaías 53:9).

Natanael se sorprendió de que se pudiera dar tal veredicto a primera vista, y Le preguntó a Jesús que de qué le conocía. Jesús le dijo que ya le había visto cuando estaba debajo de la higuera. ¿Qué puede querer decir eso? Para los judíos la higuera era el símbolo de la paz. Su idea de la paz era cuando uno podía estar tranquilo a la sombra de su parra o de su higuera: Judá e Israel vivieron seguros, cada uno debajo de su parra y debajo de su higuera, (1 Reyes 4:25) Todos vivirán entonces sin temor, y cada cual podrá descansar a la sombra de su vid y de su higuera. ¡Son las propias palabras del Señor todopoderoso! (Miqueas 4:4). Además, como la higuera es un árbol frondoso, era costumbre sentarse a meditar a la sombra de sus ramas. Parece ser que eso era lo que Natanael había estado haciendo, y probablemente había estado pidiéndole a Dios que viniera pronto el Mesías: Habría estado pensando en las promesas de Dios; y ahora se daba cuenta de que Jesús, no sólo le había visto cuando estaba debajo de la higuera, sino también había visto lo que había en lo más íntimo de su corazón. No fue tanto el que Jesús le hubiera visto cuando estaba debajo de la higuera lo que sorprendió a Natanael, sino el que Jesús hubiera leído los pensamientos de su corazón.

Natanael se dijo: «¡Aquí hay Alguien que comprende mis sueños, un Hombre que conoce mis oraciones! ¡Aquí hay Uno que ha contemplado los anhelos más íntimos y secretos que yo no sé ni expresar con palabras! ¡Aquí hay un Hombre que puede traducir los suspiros inarticulados del alma! ¡Este Hombre no puede ser más que el Ungido de Dios que Se nos había prometido y estábamos esperando!» Natanael capituló incondicionalmente ante el Hombre que le había leído y comprendido y apaciguado y llenado el corazón.

Puede que Jesús sonriera. Hizo referencia a la antigua historia de Jacob en Betel, que vio una escala dorada que conducía al Cielo: Allí tuvo un sueño, en el que veía una escalera que estaba apoyada en la tierra y llegaba hasta el cielo, y por la cual los ángeles de Dios subían y bajaban. Gen 28:13 También veía que el Señor estaba de pie junto a él, y que le decía: «Yo soy el Señor, el Dios de tu abuelo Abraham y de tu padre Isaac. A ti y a tus descendientes les daré la tierra en donde estás acostado. (Génesis 28:12-13). Era tanto como decir: «Natanael, Yo puedo hacer mucho más que leer tu corazón. Puedo ser para ti y para todos el verdadero Camino, la escala que conduce al Cielo.» Es por Jesús, y sólo por Él, como las almas pueden escalar el camino que conduce al Cielo.

Este pasaje nos presenta un cierto problema. ¿Quién era Natanael? Según el Cuarto Evangelio fue uno de los componentes del primer grupo de discípulos, pero en los otros tres evangelios ni siquiera se le nombra. Se han sugerido unas cuantas explicaciones.

(i) Se ha sugerido que Natanael no es una persona real sino imaginaria, y representativa de todos los verdaderos israelitas que rompieron las ligaduras y los moldes del orgullo y los prejuicios nacionales y se entregaron a Jesucristo.

(ii)-Sobre la misma base se ha hecho la sugerencia de que Natanael representa, o a Pablo, o al Discípulo Amado. Pablo fue el gran ejemplo de un israelita que aceptó a Cristo, y el Discípulo Amado es un discípulo ideal: Según esto, Natanael es una figura imaginaria. Si no se le mencionara nada más que aquí, podría convencer; pero aparece otra vez en Juan 21:2, Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, al que llamaban el Gemelo, Natanael, que era de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos de Jesús. por lo que no hay duda que se trata de una persona real.

(iii) Se le ha identificado con Mateo, porque ambos nombres, Mateo y Natanael, quieren decir lo mismo, Don de Dios. Ya hemos visto que en aquel tiempo se tenían dos nombres; pero, en tal caso, uno de ellos sería griego y el otro judío. Y en este caso los, dos nombres son judíos.

iv) Hay una explicación más sencilla: A Natanael le trajo a Jesús Felipe. El nombre de Natanael no aparece nunca en los otros tres evangelios; y en el Cuarto Evangelio no se menciona nunca a Bartolomé. Ahora bien: en la lista de discípulos de Mateo 10:3 y de Marcos 3:18, Felipe y Bartolomé aparecen juntos, como si fuera natural e inevitable relacionarlos. Además, Bartolomé es realmente un apellido, porque quiere decir hijo de Tolmai o Tolomeo. Bartolomé debe de haber tenido otro nombre «de pila»; y por lo menos es posible que Bartolomé y Natanael sean la misma persona. Esto encaja perfectamente en los hechos del caso. En cualquier caso, es verdad que Natanael representa al israelita cuyo corazón ha sido limpiado de orgullo y prejuicios y que ha visto en Jesús al Que satisface los anhelos del corazón buscador y expectante.

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