Isaías 36:6 He aquí que confías en ese bastón de caña astillada,[g] en Egipto, en el cual si alguien se apoya, se le clavará en la mano y se la atravesará. Tal es el faraón, el rey de Egipto, para con todos los que en él confían.[h]
¿Qué confianza es esta . . . ? : Bajo Acaz, Judá había concertado una alianza y pagado tributo a Asiria. Posteriormente, debido a los temores de una invasión asiria, Ezequías, junto a los líderes de otras naciones, se había aliado equivocadamente a Egipto. Senaquerib lanzó el ataque para derrotar la rebelión en su contra.
Isaías 36:7 Y si me decís: ‘En Jehová, nuestro Dios, confiamos’, ¿acaso no es este aquel cuyos lugares altos y cuyos altares hizo quitar Ezequías, y dijo a Judá y a Jerusalén: ‘Delante de este altar adoraréis’?”.[i]
El Rabsaces de Asiria declaró que Ezequías insultó a Dios al destruir sus altares de los lugares altos y al hacer que el pueblo adorara únicamente en Jerusalén. Pero la reforma de Ezequías procuraba eliminar la idolatría (que ocurría sobre todo en los lugares altos) para que así el pueblo adorara solo al Dios verdadero. O bien los asirios no conocían la religión del Dios verdadero o querían engañar al pueblo al hacerlos pensar que habían provocado la ira de un Dios poderoso.
Asimismo, Satanás trata de confundirnos y engañarnos. Las personas no necesitan precisamente ser pecadoras para ser inútiles para Dios. Solo necesitan estar confundidas acerca de lo que El quiere. Si quiere evitar el engaño de Satanás, estudie la Palabra de Dios con cuidado y regularidad. Cuando sepa lo que Dios dice, no caerá en las mentiras de Satanás.
Isaías 36:8 Ahora, pues, yo te ruego que hagas un trato con el rey de Asiria, mi Señor: Yo te daré dos mil caballos, si tú puedes dar jinetes que los monten.
Isaías 36:9 ¿Cómo, pues, podrás resistir a un capitán, al menor de los siervos de mi Señor, aunque estés confiado en Egipto con sus carros y sus jinetes?
Isaías 36:10 ¿Acaso vine yo ahora a esta tierra para destruirla sin permiso de Jehová? Fue Jehová quien me dijo: “Sube a esta tierra y destrúyela”.
Ezequías había destruido los lugares de culto pagano en Jerusalén. Tras la reforma, celosos habitantes de Judá destrozaron, en las áreas rurales, otros lugares de culto. El «Rabsaces» sugiere maliciosamente que Ezequías pudo haberlos incitado a destruir lugares donde se rendía culto al propio Jehová. Aún más, como sobre la gente de Judá pesaba la culpa de haber adorado en esos lugares, afirma que Jehová le había ordenado destruir esta tierra . En parte, tenía razón.
Senaquerib continuó su campaña desmoralizadora al enviar al Rabsaces para tratar de convencer al pueblo de Judá de que Dios se había vuelto en contra de ellos. Los asirios esperaban convencerlos para que se rindieran sin pelear. Sin embargo, Isaías ya les había dicho que los asirios no destruirían Jerusalén, por lo tanto, el pueblo no tenía que temerles
Isaías 36:11 Entonces dijeron Eliaquim, Sebna y Joa al copero mayor: –Te rogamos que hables a tus siervos en arameo,[j] porque nosotros lo entendemos; y no hables con nosotros en la lengua de Judá, porque lo oye el pueblo que está sobre el muro.
El arameo era un idioma internacional en ese tiempo. Véase también 22.15-25 para las profecías de Isaías concernientes a Eliaquim y Sebna.