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La Intimidad en el Matrimonio

Entre chistes y refranes, escuchamos que el matrimonio mata el amor y el deseo.

Nadie dijo que el matrimonio es fácil. La vida en pareja está llena de retos que siempre se pueden superar cuando hay verdadero amor y mantener viva la llama del deseo es uno de esos retos superables.

La emoción del «por fin solos» y el tener toda la libertad del mundo para poder intimar a cualquier momento son parte del inicio de la vida matrimonial, pero como en todo, esa emoción y expectativa se van desvaneciendo. Esto sucede en parte por la rutina o simplemente porque ya es normal estar «solos».

Es lógico que la emoción de estar solos desaparezca, es una situación permanente y es lo que agobia a veces, el sentir que nunca más en el resto de nuestro matrimonio sentiremos dichas emociones. Pero hay otros factores que despiertan esas emociones y son las que debemos cultivar en la vida matrimonial. ¿Cuáles son esos factores?

Todos queremos sentirnos deseados por nuestra pareja. El saber que nuestra pareja está pensando en nosotros o que nos está esperando para un encuentro í­ntimo es muy excitante. Encontrar notas en nuestras pertenencias o recibir llamadas telefónicas en la que se nos manifieste ese interés por nosotros es suficiente para mantener la expectación y felicidad de que nuestra pareja nos necesita.

Tomarse de la mano. Es raro ver a un matrimonio maduro tomarse de la mano; pero cuando vemos a una pareja similar que siempre va de la mano, nos sentimos sorprendidos y hasta nos preguntamos cómo pueden hacerle para sentirse como si fueran novios. Esto es muy sencillo, nunca dejar de darse la mano y tocarse mutuamente. Durante el noviazgo, la pareja busca cualquier momento para tomarse de la mano y sentir el calor del cuerpo del otro. Sin embargo, es común que al convivir todos los dí­as con nuestra pareja y por tenerla cerca, ya no sintamos esa necesidad del contacto fí­sico; generalmente, se espera hasta estar en la intimidad para iniciar ese contacto cuerpo a cuerpo. En cambio, si a pesar del tiempo de estar juntos, siempre se busca tomar de la mano a la pareja, poner la mano en su hombro, acariciarle el cabello, etc., se está fortaleciendo ese ví­nculo que se formó al inicio del noviazgo. Es muy sencillo de hacer y los resultados son muy satisfactorios para la vida matrimonial.

Está bien que «la belleza está en quien la ve» y que «lo que vale son los sentimientos y no el exterior», pero la desidia en nuestro aspecto personal es lamentable. Aunque tu pareja parezca aceptar tu sobrepeso, tu descuido en tu ropa, los malos hábitos, etc., realmente ansí­a que por lo menos hagas el intento de ser más atractivo/a, que tengas el interés de gustarle. Cada quién tiene ciertos valores, aspectos que nos gusta de las personas; por ejemplo, algunos valoran que los demás hagan deporte, otros valoran la formalidad y la educación, otros valoran la cultura, otros valoran la salud, etc. Haz un esfuerzo por conocer qué valora tu pareja en una persona y dedica un poco de tiempo en promover esos aspectos en tu persona, siempre y cuando no signifique anular tu personalidad; pero incluso el intento por complacer a tu pareja será valorado.

Finalmente, traten de recordar qué es lo que les emocionaba al inicio de su relación. ¿Los detalles? ¿Las palabras y poemas? ¿Las miradas pí­caras entre ambos? Todo eso que les provocaba tanta emoción, simplemente repí­tanlo. La llama de la pasión no se mantiene por sí­ sola, requiere de nuestra dedicación e interés por hacer feliz a nuestra pareja.

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