Los de Nazaret despreciaban a Jesús porque era un obrero. Para nosotros, esa es Su gloria, porque quiere decir que Dios, cuando vino a la Tierra, no pretendió eximirse de las durezas. Asumió la vida corriente con todas sus tareas cotidianas. Las circunstancias de nacimiento y fortuna y alcurnia no tienen nada que ver con el valor de una persona. Como decía Pope: La valía hace al hombre, y el carecer de ella al cualquiera. Lo demás es el pellejo o el pelaje. Debernos estar en guardia para no caer en la tentación de valorar a las personas por las circunstancias externas y no por su valía personal.
(ii) Decían: «¿Es que no es Este el Hijo de María? ¿Es que no conocemos a Sus hermanos y hermanas?» El hecho de que llamaran a Jesús «el hijo de María» nos sugiere que probablemente José ya había muerto. Ahí tenemos la clave de uno de los enigmas de la vida de Jesús. Jesús no tenía más que treinta y tres años cuando murió; no salió de Nazaret hasta que tenía treinta (Lucas 3:23). ¿Por qué esa larga espera? ¿Por qué permaneció en Nazaret cuando había un mundo esperando la Salvación? La razón era que José ya había muerto, y Jesús asumió la responsabilidad de mantener a Su madre y a Sus hermanos y hermanas; y sólo cuando fueron lo suficientemente mayores para defenderse por sí, Jesús salió de casa. Fue fiel en lo pequeño, y por tanto Dios Le dio una gran tarea.
Pero los de Nazaret Le despreciaban porque conocían a Su familia. Thomas Campbell fue un poeta de mérito. Su padre no sabía nada de poesía. Cuando se publicó el primer libro con el nombre de Thomas, su hijo le mandó un ejemplar a su padre. El viejecillo lo tomó, y lo miró. Era realmente la encuadernación, y no el contenido, lo que miraba. «¡Quién iba a pensar -dijo admirado- que nuestro Tom podría hacer un libro como este!» A veces, cuando la familiaridad debería engendrar un creciente respeto, no engendra más que familiaridad excesiva y fácil. A veces estamos demasiado cerca de ciertas personas para ver su grandeza.
El resultado de todo esto fue que Jesús no pudo hacer grandes obras en Nazaret. El ambiente no era propicio; y hay algunas cosas que no se pueden hacer si no hay ambiente.
(i) Todavía sigue siendo verdad que nadie se puede curar si no quiere curarse. Margot Asquith cuenta la muerte de Neville Chamberlain. Todo el mundo sabe que su política tuvo unas consecuencias que le destrozaron el corazón. Margot Asquith se entrevistó con su médico, Lord Horder. «Usted no puede valer gran cosa como médico -le dijo-, porque Neville Chamberlain no era más que unos pocos años mayor que Winston.Churchill, y yo habría dicho que era un hombre fuerte. ¿Le apreciaba usted?» Lord Horder contestó: «Yo le apreciaba mucho. Me gustan los que no le gustan a nadie. Chamberlain sufría de timidez. No quería vivir; y cuando una persona llega a ese punto, no hay médico que le salve.» Podemos llamarlo fe; o voluntad de vivir; pero sin eso no hay nadie que sobreviva.
(ii) No se puede predicar cuando el ambiente está en contra. Nuestras iglesias serían diferentes si las congregaciones se dieran cuenta de que son ellas las que predican más de la mitad del sermón. En una atmósfera de expectación, el esfuerzo más modesto puede inflamar. En un ambiente de frialdad crítica o de indiferencia cómoda, la palabra más llena del Espíritu cae a tierra sin vida.
(iii) No puede haber pacificación en un ambiente adverso. Si la gente se reúne para odiar, odiarán; si se han reunido para resistirse a entender, malentenderán; si se han reunido para no ver más punto de vista que el suyo propio, no verán otro. Pero si la gente se ha reunido amando a Cristo y tratando de amarse entre sí, hasta los que estén más ampliamente separados se pueden encontrar en Él.
Sobre nosotros recae la tremenda responsabilidad de ayudar o dificultar la labor de Jesucristo. Podemos abrirle la puerta de par en par, o cerrársela en la cara.
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