La familia se establece en Nazaret

Pero después que murió Herodes, un ángel del Señor se le apareció en sueños a José, en Egipto, y le dijo: «Levántate, toma contigo al niño y a su madre, y regresa a Israel, porque ya han muerto los que querían matar al niño.» Entonces José se levantó y llevó al niño y a su madre a Israel. Pero cuando supo que Arquelao estaba gobernando en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allá; y habiendo sido advertido en sueños por Dios, se dirigió a la región de Galilea. Al llegar, se fue a vivir al pueblo de Nazaret. Esto sucedió para que se cumpliera lo que dijeron los profetas: que Jesús sería llamado nazareno. Mateo2:19-23

A su debido tiempo Herodes murió, y entonces todo el reino que había regido se dividió. Los romanos habían confiado en Herodes, y le habían permitido reinar sobre un territorio muy considerable; pero Herodes sabía muy bien que a ninguno de sus hijos se le permitiría detentar un poder semejante. Así que hizo dividir su reino en tres, y en su testamento dejó una parte a cada uno de sus tres hijos: Judea, a Arquelao; Galilea, a Herodes Antipas, y la región lejana al Nordeste y al otro lado del Jordán, a Felipe.

Pero la muerte de Herodes no resolvió el problema. Arquelao fue un mal rey, y no había de durar mucho en el trono. De hecho, había empezado su reinado tratando de ser más Herodes que Herodes, porque inició su gobierno con la matanza deliberada de tres mil de los más influyentes del país. Está claro que, aun cuando Herodes ya había muerto, todavía era inseguro volver a Judea cuando estaba en el trono el salvaje y despiadado Arquelao. Así es que José fue guiado a ir a Galilea donde reinaba Herodes Antipas, mucho mejor rey. Fue en Nazaret donde José se afincó, y fue allí también donde se crió Jesús. No se debe pensar que Nazaret fuera un lugarejo insignificante que no tuviera contacto con la vida y con los acontecimientos.

Nazaret estaba situado en una vaguada en medio de las colinas al sur de Galilea. Pero un chico no tenía más que escalar las colinas para tener a la vista medio mundo. Podía mirar hacia el Oeste, y sus ojos se encontrarían con las aguas del Mediterráneo, azul en la distancia; y vería los navíos que salían hacia los fines de la Tierra. Sólo tenía que mirar a la llanura que se deslizaba hacia la costa, y vería, serpeando alrededor del pie de la misma colina en la que se encontraba, la carretera de Damasco a Egipto, el puente terrestre con África. Era una de las rutas de caravanas más importantes del mundo.

Era la carretera por la que, siglos atrás había ido José a Egipto vendido como un esclavo. Era la carretera que había seguido Alejandro Magno con sus legiones trescientos años antes. Era la carretera por la que siglos después había de marchar Napoleón. Era la carretera que había de tomar Allenby en el siglo veinte. Algunas veces se la llamaba el Camino del Sur, y algunas veces la Carretera del Mar. En ella vería Jesús toda clase de viajeros de toda clase de naciones en toda clase de misiones, yendo y viniendo de los términos de la Tierra.

Pero había otra carretera. Se separaba de la costa en Acre o Tolemaida y se dirigía hacia el Este. Era la Carretera del Este. Conducía al extremo y a la frontera orientales del imperio romano. De nuevo la cabalgata de las caravanas con sus sedas y especias pasaría continuamente por allí; y también las legiones romanas en marcha hacia las fronteras.

Está claro que Nazaret no era ningún rincón. Jesús se crió en un pueblo al pie de cuyas colinas pasaban los términos de la Tierra. Desde los días de Su niñez debe de haber visto escenas que le hablaran de un mundo para Dios.

Ya hemos visto que Mateo enlaza todos los acontecimientos del principio de la vida de Jesús con un pasaje del Antiguo Testamento que considera que lo profetiza. Aquí cita Mateo una profecía: «Será llamado Nazareno;» y aquí nos plantea Mateo un problema insoluble, porque no hay tal texto en el Antiguo Testamento. De hecho, ni siquiera se menciona a Nazaret en el Antiguo Testamento. Nadie ha resuelto satisfactoriamente el problema de la parte del Antiguo Testamento que Mateo tenía en mente.

Los antiguos escritores eran muy aficionados a los retruécanos y juegos de palabras. Se ha sugerido que Mateo está jugando con las palabras de Isaías 11:1: «Saldrá una vara del tronco de Isaí; un vástago retoñará de sus raíces.» La palabra para vástago es nétser, la Rama prometida del tronco de Jesé, el Descendiente de David, el prometido Ungido Rey de Dios; y nétser se parece a nótsrí, Nazareno. No se puede asegurar nada. Seguirá siendo un misterio la profecía que Mateo tenía en mente.

Así que ahora ya está montada la escena; Mateo ha traído a Jesús a Nazaret, y en un sentido muy real Nazaret era la puerta del mundo entero.

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