Caminaba con mi padre cuando se detuvo en una curva y después de un pequeño silencio me preguntó:
— “¿Oyes algo más que el cantar de los pájaros?”
Agudicé mis oídos y algunos segundos después le respondí:
— “Sí, es el ruido de una carreta.”
— “Eso es” –dijo mi padre– “Es una carreta vacía.”
Pregunté a mi padre:
— “¿Cómo sabes que es una carreta vacía, si aún no la vemos?”
— “Es muy fácil saber cuándo una carreta está vacía, por causa del ruido. Cuanto más vacía esté, mayor es el ruido que hace.”
Me convertí en adulto y hasta hoy cuando veo a una persona hablando demasiado, interrumpiendo la conversación de todos, siendo inoportuna o violenta, presumiendo de lo que tiene, sintiéndose prepotente y echando de menos a la gente, o a aquellos que no pueden estar sin el estímulo de un televisor o de parlantes que impiden todo tipo de diálogo, tengo la impresión de oír la voz de mi padre diciendo: “Cuanto más vacía la carreta, mayor es el ruido que hace”
La humildad consiste en la vida callar las virtudes que llevamos por dentro y darle paso a que los demás las descubran. No es fácil encontrar la humildad, pero es un trabajo que debemos hacer, día tras día, por eso hay que recordar siempre esto, y darnos cuenta que existen personas tan pobres de alma, que lo único que tienen es dinero.
Y ningún ser humano se encuentra más vacío que, aquel que está lleno de egoísmo, de envidia y de rencores, que no llevan a nada.
Es por ello que dentro de esta corta vida, donde estamos de paso, tenemos que valorar cada segundo de ella, es entonces cuando me di cuenta que envejecer en la vida es una etapa obligatoria, pero que tener la madurez que buscamos, esta en cada uno de nosotros, es decir, es opcional.
Y a la vez, cómo se regocija el corazón cuando vemos pasar una carreta repleta de carga preciosa. Silenciosa. Plena.