El ejercicio sano del poder
Abimelec es ejemplo de uno que no utilizó el poder en forma sana. Veamos los principios que nos guían en el ejercicio sano del poder.
1. Cuando uno glorifica a Dios con el poder.
2. Cuando uno hace la voluntad de Dios en la utilización del poder.
3. Cuando uno busca el bien del prójimo al ejercer el poder.
Fábula profética de Jotam
Narración de la fábula
Enterándose de la asamblea, Jotam interrumpe el festejo. No estaría en la mera cumbre del monte Gerizim, unos 300 m. arriba de Siquem, sino en uno de los riscos suspendidos sobre la ciudad. Los congregados podrían oír su voz pero no alcanzarlo para hacerle daño.
A Jotam le corresponde vengar la sangre de sus hermanos, pero no puede atacar directamente a los asesinos. Por lo tanto, los maldice, en efecto encargando a Dios la venganza. Expresa su maldición por medio de una fábula (un cuento moralizante en que los personajes son plantas o animales con características humanas). En la fábula de Jotam los personajes son árboles. La curiosidad que despierta la fábula permite a Jotam mantener la atención de los siquemitas, aun cuando el mensaje no será de su agrado.
Jotam introduce su discurso con un llamado a escuchar. ¿En qué sentido quería que Dios escuchara a los siquemitas? Una opinión es que deseaba que confesaran sus pecados a Dios. Según otros, quería que Dios fuera testigo de la respuesta de ellos a la fábula. Es más probable que llamaba a Dios a escuchar los votos mutuos que los siquemitas y Abimelec hacían donde “sea testigo” es traducción del mismo verbo aquí vertido por escuche). Según la costumbre, esos votos incluirían maldiciones para los incumplidos. Jotam estaba seguro de que Abimelec y los siquemitas no se mantendrían fieles a sus votos, ya que habían sido desleales a la familia de Jerobaal. Por lo tanto, llama a Dios a ser testigo de los votos y a ejecutar la maldición cuando éstos se rompan.
Al hablar con los adoradores de Baal-berit, Jotam no usa el nombre específico Jehová, sino el sustantivo más general Dios. De hecho, el autor no utiliza «Jehová» en todo el capítulo. Esto sugiere que Dios trata a Siquem como a los pueblos no israelitas. En las historias de los jueces, “Jehová” trata a Israel con misericordia; en la historia de Abimelec, “Dios” les trata con justicia retributiva. Este capítulo da una idea de cómo estaría Israel si Jehová no les levantara jueces.
Según la fábula, los árboles querían nombrar a un rey. El verbo traducido elegir lit. es “ungir”. La unción era el medio normal para investir al rey en el Antiguo Oriente.
Primero invitan al olivo, el más antiguo de los árboles, pero él contesta que tiene un trabajo más importante. El aceite se usaba para honrar a Dios en los sacrificios vegetales y al hombre en la unción del convidado, del sacerdote. Mecerme por encima de los árboles se refiere al movimiento de los árboles en el viento (ver donde el mismo verbo está traducido “se estremecen”), pero también es una crítica mordaz de los reyes que no sirven al pueblo, sino solamente buscan elevarse por encima de él. Había muchos de ellos en Canaán.
Luego, los árboles ofrecen el reino a la higuera y a la vid, quienes responden como el olivo. El vino nuevo era el jugo de uva poco fermentado. Alegraba a Dios y a los hombres en la fiesta de la cosecha. Luego, convertido en vino fermentado, alegraba a Dios como libación derramada en el altar y a los hombres como bebida. El vino diluido con agua era la bebida principal en cada hogar. De suerte que el producto de la vid era demasiado útil para que la vid lo dejara en búsqueda de la preeminencia.