Maldición, bendición y escarnio
Esta estrofa maldice a Meroz, bendice a Jael y escarnece a la madre de Sísara. Concluye con otra maldición y bendición.
Tal vez Meroz sea una ciudad israelita. Había de estar en la región afectada por la opresión, en la región donde se libró la batalla o en la ruta de retirada de los cananeos, ya que el poema no maldice a los israelitas más alejados que no participaron en la batalla. Sin embargo, es más probable que Meroz era una ciudad gentil que tenía un pacto con Israel. Al no ayudar en la batalla, quebrantó el pacto, el cual contendría maldiciones para los incumplidos. Habiendo hablado ya de quiénes de Israel estuvieron en la batalla, el poema ahora enfoca la participación gentil. Meroz es maldecido en contraposición a Jael, gentil que peleó por Israel. El AT no promete bendición a los israelitas que participan en sus batallas, ni amenaza con maldición a los que no pelean, pero a los gentiles les promete bendición o maldición según el trato que dan a los descendientes de Abraham.
En ayuda de Jehová nos recuerda que la batalla era de Jehová, el rey de Israel. Los milicianos llegaron solamente para apoyarle. La última frase del versículo puede traducirse “contra los guerreros”.
El cántico bendice a Jael por haber matado a Sísara. Entre las mujeres significa “por encima de todas las demás mujeres”; el poema desea que Jael sea la mujer más bendecida de todas las que habitan en tiendas. La triple repetición de mujer subraya la humillación de Sísara.
El cántico muestra alegría por el engaño de Sísara. Jael le hizo sentir muy seguro, sirviéndole una bebida mejor que la que había pedido (irónicamente, Sísara, habiendo sido derrotado por un exceso de agua, ahora pide más agua), y presentándosela en la mejor taza que tenía. Las manos tan atentas luego atacaron con la estaca y el mazo. Dramáticamente, el poema no revela el nombre de Sísara hasta decir que Jael le golpeó. Sobre la sien.
¡Cuenten con nosotros!
1. De Efraín, Benjamín, y Maquir vinieron con ganas.
2. Los jefes de Isacar fueron con Débora.
3. Los de Zabulón expusieron hasta su vida.
4. Jael hizo hazaña al matar a Sísara.
La venganza
El pasaje relata la alegría que sintieron los israelitas porque Jael había engañado a Sísara. Fingió hospitalidad, ofreciéndole leche cuando pidió agua, lo cubrió par
a esconderlo, y después lo mató. La poesía se burla de la madre de Sísara, mostrando el contraste entre ella como madre cananea con una madre de los israelitas.
Todo el pueblo estaba frenético porque habían derrotado a los enemigos. A veces el nacionalismo ciega los ojos a la objectividad y no nos permite razonar sabiamente. La actitud refleja el espíritu vengativo que caracterizó esa época, pero no la tomemos como norma que debiéramos seguir. Más bien, recordemos las palabras de Jesús: “Amad a vuestros enemigos”.
Se traza la caída del opresor a cámara lenta. Parece indicar que él estaba de pie cuando Jael lo atacó. Tal vez describe la caída de Sísara desde su cama, primero sobre sus rodillas, y luego tendido sobre el suelo, donde murió. O quizás las primeras dos oraciones pinten la caída de Sísara en sueño. El verbo traducido quedó tendido se usa la mayoría de veces para significar “acostarse para dormir”. El clímax, entonces, llega en la última palabra: donde Sísara había caído, vencido por el sueño, allí mismo cayó destruido. La palabra heb. significa “destruido violentamente”.