Juan 8: Miseria y misericordia

Cuando Jesús habló de marcharse, estaba hablando de Su vuelta a Su Padre y a Su gloria. Allí era precisamente adonde Sus oponentes no Le podrían seguir; porque, por su continua desobediencia y por rehusar aceptarle, se habían excluido a sí mismos de Dios. Sus oponentes recibieron Sus palabras con un gesto burlón de humor negro. Jesús dijo que no Le podrían seguir adonde Él iba, y ellos sugirieron que a lo mejor era porque iba a cometer suicidio. La punta de su observación era que, según el pensamiento judío, lo más profundo del infierno estaba reservado para los que se quitaban la vida. Con una cierta blasfemia macabra, decían: «Puede que vaya a quitarse la vida; puede que Se vaya a lo más profundo del infierno; está claro que no podremos ni querremos seguirle allí.»

Jesús dijo que, si seguían rechazándole, morirían en sus pecados. Esa es una frase profética (Cp. Eze_3:18 ; Eze_18:18 ). Esto implica dos cosas. (i) La palabra para pecado es hamartía, que etimológicamente pertenecía al lenguaje de la caza y quería decir literalmente errar el tiro, no dar en el blanco. La persona que se niega a aceptar a Jesús como Salvador y Señor ha errado el blanco en la vida, muere con una vida frustrada y, por tanto, muere incapacitada para entrar en una vida superior con Dios. (ii) La esencia del pecado es que nos separa de Dios. Cuando Adán, en la vieja historia, cometió el primer pecado, su primer impulso fue esconderse de Dios (Gen_3:8-10 ). La persona que muere en pecado muere en enemistad con Dios; la que acepta a Cristo empieza a andar con Dios, y la muerte simplemente le abre la puerta para un caminar más cerca de Dios. Rechazar a Cristo es ser un extraño para Dios; aceptarle es llegar a ser amigo de Dios; y en esa amistad se destierra para siempre el miedo a la muerte.

Jesús va a trazar una serie de contrastes. Sus oponentes pertenecen a la Tierra, y Él, al Cielo; ellos son del mundo, y El no es del mundo.

Juan menciona a menudo el mundo. La palabra en griego es kosmos. Juan la usa de una manera que le es peculiar.

(i) El kosmos es lo contrario del Cielo. Jesús vino del Cielo al mundo (Joh_1:9 ). Fue enviado por Dios al mundo (Joh_3:17 ). Él no es del mundo; Sus oponentes sí lo son (Joh_8:23 ). El kosmos es la vida cambiante y pasajera que vivimos ahora; es todo lo que es humano, en oposición a lo divino.

(ii) Sin embargo, el kosmos no está separado de Dios. Lo primero y principal es que es creación de Dios (Joh_1:10 ). Fue por la Palabra de Dios por Quien fue hecho el mundo. Aunque son distintos, no hay una sima infranqueable entre el Cielo y el mundo.

(iii) Más que eso: el kosmos es el objeto del amor de Dios. De tal manera ha amado Dios al mundo que ha enviado a Su Hijo Joh_3:16 ). Por muy diferente que sea de todo lo que es divino, Dios no lo ha abandonado nunca; es el objeto de Su amor y el destinatario de Su más precioso regalo.

(iv) Pero, al mismo tiempo, hay algo que no es como es debido en el kosmos. Padece ceguera: cuando vino el Creador al mundo, el mundo no Le reconoció (Joh_1:10 ). El mundo no puede recibir al Espíritu de la verdad (Joh_14:17 ). El mundo no conoce a Dios (Joh_17:25 ). Hay, además, una hostilidad hacia Dios y Su pueblo en el kosmos. El mundo odia a Cristo y a Sus seguidores (Joh_15:18-19 ). De su hostilidad, los seguidores de Cristo no pueden esperar más que problemas y tribulaciones Joh_16:33 ).

(v) Aquí tenemos una extraña sucesión de Hechos: el mundo está apartado de Dios; sin embargo, no hay entre él y Dios una sima que no se pueda salvar; Dios ha creado el mundo; Dios lo ama; Dios le ha enviado a Su Hijo; y, sin embargo, aún hay ceguera y hostilidad en el mundo hacia Dios.

Sólo puede haber una conclusión posible. G. K. Chesterton dijo una vez que no hay más que una cosa segura acerca de la humanidad: que no es lo que estaba previsto que fuera. Sólo hay una cosa clara acerca del mundo, y es que no es como estaba previsto. Algo se ha estropeado, y es el pecado. Eso es lo que separa de Dios a la humanidad, y lo que la ciega a Dios; es el pecado lo que es fundamentalmente hostil a Dios.

A este mundo que se ha descarriado ha venido Cristo a ofrecerle el remedio. Trae perdón, limpieza y fuerza y gracia para vivir como es debido y para hacer el mundo como debe ser. Pero una persona puede rechazar una cura. El médico puede que le diga al paciente que hay un tratamiento que le puede devolver la salud; puede que le diga que, de hecho, si no acepta el tratamiento, la muerte es inevitable. Eso es precisamente lo que está diciendo Jesús: «Si no queréis creer que Yo soy el Que soy, moriréis en vuestros pecados.»

Ayúdanos a continuar Sembrando La Palabra de Dios

WebDedicado ha sido autorizado a recaudar las donaciones para continuar con La gran Comisión.


Deja el primer comentario