Comprometidos a Sembrar La Palabra de Dios

Juan 8: Miseria y misericordia

Se nos enseña, en segundo lugar, cuál es la naturaleza del verdadero arrepentimiento. Cuando nuestro Señor dijo á la mujer que él tampoco la condenaba, agregó estas significativas palabras: “Vete, y no peques más.” No le dijo meramente que se fuese y se arrepintiese, sino le llamó la atención hacia lo que principalmente debía hacer, es á saber: abandonar su pecado.

No olvidemos esta lección. Abandonar el pecado es la esencia misma del verdadero arrepentimiento. Nada vale ante los ojos de Dios ese arrepentimiento que consiste apenas en hablar, desear hacer resoluciones, protestar y alimentar esperanzas. Los hechos son el distintivo principal del “arrepentimiento para la salvación del cual nadie se arrepiente.” Hasta que un hombre no deje de hacer mal y abandone sus pecados no puede decirse que se haya arrepentido verdaderamente.

Juan 8:12-20

La conversación que tuvo lugar entre nuestro Señor y los judíos y que empieza con los versículos que quedan transcritos, presenta muchas dificultades para su interpretación. Es difícil comprender el enlace que tienen las diferentes partes de que se compone y el significado que debe darse a varias expresiones que salieron de los labios de nuestro Señor. Al leer pasajes como éste la prudencia nos aconseja que reconozcamos cuan imperfecta es nuestra percepción espiritual, y que sintamos gratitud hacia Dios si podemos recoger aquí y allí algunas verdades.
Notemos, primeramente, lo que nuestro Señor dijo de Sí mismo. He aquí: “Yo soy la luz del mundo”.

Estas palabras implican que el mundo necesita de luz y que está sumido en las tinieblas. Este estado de cosas, esta obscuridad moral y espiritual, ha durado por cerca de seis mil años. Así sucedió con las naciones antiguas, como Egipto, Grecia y Roma y así sucede con las modernas como Francia y Alemania. La gran mayoría de los hombres son de un espíritu tan mundano que no alcanzan a percibir el valor inmenso de sus almas, ni a comprender la verdadera naturaleza de Dios, ni a formarse una idea de las realidades que existen más allá de la tumba. A pesar de todos los descubrimientos del arte y de la ciencia, “tinieblas cubren la tierra y obscuridad los pueblos.” Isa. 60.2

Nuestro Señor Jesucristo manifestó que él era el único que podría mejorar la situación. A semejanza del sol, ha aparecido para difundir la luz, la vida, la paz, la salvación en medio de un mundo tenebroso; e invita a todos los que necesiten iluminación y socorros espirituales para que se acojan a él y lo acepten como su adalid. él ha venido al mundo para ser respecto de los pecadores lo que el sol es respecto de todo el sistema solar: un centro de luz, de calor, de vida, de fertilidad.

Notemos, en seguida, lo que nuestro Señor dijo de los que le siguen. “El que me sigue no andará en tinieblas, más tendrá luz de vida.”

Seguir a Jesucristo es acogernos a él de una manera absoluta, aceptándolo como nuestro Adalid y nuestro Salvador y sometiéndonos a él en toda materia, ya sea de doctrina, ya de práctica. “Seguir,” en este caso, es solo otra voz para expresar el verbo “creer.” Es el mismo acto del espíritu, pero considerado bajo distinto aspecto. A la manera que el pueblo de Israel siguió en toda su peregrinación la columna de nube (poniéndose en marcha cuando ésta se movía, haciendo alto cuando se detenía, y todo sin pedir explicaciones, más usando de su fe), así debemos nosotros seguir a Cristo. Hemos de “seguir al Cordero por dondequiera que fuere.” Rev. 14.4

El que de esa manera sigue á Cristo no “andará en tinieblas,” ni quedará abandonado en la ignorancia, como muchos de sus semejantes. No tendrá que seguir la tortuosa senda de la duda y de la incertidumbre, mas verá despejado su horizonte y seguirá el camino que conduce al cielo. El reflejo del resplandor divino alumbrará sus pasos, y la conciencia y la inteligencia serán para él una luz brillante que nada podrá extinguir del todo. La luz con que los demás se alumbran se apagará al atravesar el valle de la muerte, y será más que inútil, perjudicial. Mas la luz que Jesús concede á todo el que le sigue, nunca dejará de alumbrar.

Notemos, por último, lo que nuestro Señor dijo á sus adversarios. Les dijo á los fariseos que, á pesar de su decantada sabiduría, no conocían á Dios.

Esa especie de ignorancia es demasiado común. Millares de personas hay que saben á fondo muchos ramos del saber humano, y pueden aun discutir materias religiosas, y que, sin embargo, no saben en realidad nada acerca de Dios. Convienen en que existe un Ser que se llama Dios; pero saben muy poco acerca de sus atributos, según han sido revelados en las Sagradas Escrituras, tales como su santidad, su pureza, su justicia, su sabiduría infinita, su inmutabilidad. Ese asunto, á la verdad, les infunde ciertos recelos y temores, y por eso no les gusta discutirlo ó examinarlo.

Ayúdanos a continuar sembrando La Palbara de Dios

WebDedicado ha sido autorizado a recaudar los fondos para continuar con La Gran Comisión


Deja el primer comentario

Otros artículos de Nuestro Blog

Que pueden ser de interés para ti de acuerdo a tus lecturas previas.

  • Job 4: Elifaz reprende a Job

    Elifaz el temanita Dónde habló Job 4, 5, 15, 22 Cómo ayudó Se sentaron en silencio con Job durante siete…
  • Génesis 4: Caín y Abel

    Gén 4:1 Conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio a luz a Caín, y dijo: Por…
  • Jeremías 3: Vuélvete a mí, dice Jehová

    Jeremías 3:20 Pero como la esposa infiel abandona a su compañero, así prevaricasteis contra mí, oh casa de Israel, dice…
  • El Mundo Grecorromano

    Justo González- Empero en esa diseminación la nueva fe tuvo que abrirse paso a través de situaciones políticas y culturales que…