El sábado no tenía tantas restricciones en el período preexílico como en el período posexílico, cuando llegó a ser un símbolo de la lealtad al pacto. Después de la destrucción del templo y durante el exilio en Babilonia se había desarrollado todo un sistema de leyes para “santificar” el sábado. Los rabinos veían como una de sus responsabilidades definir lo que sería “trabajar” y en la Mishnah, un compendio de la enseñanza rabínica, se dan 39 clases de trabajo que no se podían hacer durante el sábado, y de éstas se derivaban aún más prohibiciones.
Entre las restricciones había toda una clase que tenía que ver con el caminar o viajar. Aunque uno podía andar por el pueblo, hacer un viaje de más de 2.000 codos (unos 900 metros) estaba prohibido. Otra cosa prohibida era la de hacer un nudo. Precisaban esta prohibición diciendo que anudar dos hilos o dos cuerdas con las dos manos era trabajar. Si podían hacerlo con una sola mano, ¡no era trabajo!
Trabajar incluía llevar una carga. Habían hecho una lista larga de lo que se consideraba una carga (básicamente era algo que pesaba más que “un higo seco”). Podían llevar a un niño en sus brazos, pero si el niño tenía una piedra en su mano, ¡no lo podían cargar! El paralítico que Jesús sanó y que cargó su camilla estaba quebrantando el sábado, porque cargaba más de lo permitido y lo transportaba de un sitio a otro, y ¡Jesús estaba trabajando porque había sanado en el sábado!
Las pohibiciones en cuanto a sanar o hacer curaciones eran complicadas. Si una persona estaba gravemente enferma se podía hacer algo para evitar que se empeorara. Podían ponerle una venda, pero no con ungüento. Podían poner algodón en el oído, pero no con ungüento. Si tenían dolor de muela, podían tomar un poco de vinagre, pero no pasarlo por los dientes, porque ¡esto sería trabajar!
Era un pecado escribir dos letras del alfabeto durante el sábado, pero esto ¡sólo si lo hacían en algo permanente o en la forma usual de escribir!
Con estos ejemplos, se puede ver que el sábado había llegado a ser una carga insoportable para el pueblo hebreo en el tiempo de Jesús. Los rabinos con su celo para guiar al pueblo y ayudarlos a santificar el sábado los habían esclavizado, y el sábado había perdido su razón de ser.
Por su deseo de librar al pueblo de esta esclavitud, Cristo recibió oposición constante de los fariseos que enseñaban y practicaban estas prohibiciones, y constantemente vigilaban su observación. Cristo enseñó que Dios había dado el sábado para bendecir a las personas, no para esclavizarlas. Para Cristo la relación de la persona con Dios era lo más importante, no un legalismo exagerado que quería la observación de la Ley al pie de la letra, y según interpretaciones humanas. él había venido para darles vida. Librarlos del legalismo del sábado constituyó parte esencial de su ministerio.
Los judíos entendieron demasiado bien lo que Jesús había hecho y dicho, y tan temprano en su ministerio decidieron eliminarlo, dando dos razones para su propósito funesto: porque no sólo quebrantaba el sábado, sino que también llamaba a Dios su propio Padre, haciéndose igual a Dios. El que escribe ha leído argumentos de supuestos eruditos de las Escrituras que sostienen que Jesús nunca declaró explícitamente su divinidad, ni su igualdad con el Padre. Es curioso que uno pueda pensar tal cosa, pues sus enemigos lo captaron y lo tomaron bien en serio. Los dos verbos quebrantaba y llamaba están en el tiempo imperfecto, indicando que él no retrocedía en su ministerio, aun sabiendo la intención de los líderes.
El tercer discurso : el Hijo de Dios,Exo_5:19-47
A partir de este pasaje la atención se enfoca directamente en la persona de Jesucristo y su autoridad como el Hijo de Dios. Ryle comenta que “en ningún otro lugar en los Evangelios encontramos a Jesús haciendo una declaración tan formal, sistemática, ordenada y regular de su propia unidad con el Padre, su comisión y autoridad divinas, y las pruebas de su mesiazgo, como encontramos en este discurso”. Por esta razón, es una sección de suma importancia en el desarrollo del Evangelio que pretende llevar a los hombres a creer en Jesús como el Hijo de Dios. Esta declaración de identidad y misión de parte de Jesús es lo que enfureció a los judíos. Fue un acto de extraordinaria valentía de su parte y dejó a los oyentes con sólo dos opciones: creer en él como el Hijo de Dios, tal cual él afirmó, o acusarlo de blasfemia y procurar su muerte.
(1) El Padre y el Hijo,Exo_5:19-24.
En esta sección Jesús responde a la acusación de los judíos de que él pretendía ser igual a Dios. Por esto traduce una conjunción que connota “secuencia” o “consecuencia”, y frecuentemente aparece como “entonces”. Para el significado técnico de respondió, véase el comentario en el v. 17.