Demetrio es muy probablemente el líder de los predicadores ambulantes, y probablemente el portador de esta carta. Juan se excede recomendándole por su carácter y capacidad, y bien puede ser que hubiera alguna circunstancia en torno a él que diera base a la oposición de Diótrefes.
Demetrio no es, ni mucho menos, un nombre poco corriente. Se ha intentado identificarle con dos personajes del Nuevo Testamento. Se le ha identificado con el platero de Éfeso y jefe de la oposición a Pablo. Puede que posteriormente se hiciera cristiano, y que su pasado se recordara en su contra. Se le ha identificado con Demas (una abreviatura de Demetrio), que había sido en tiempos colaborador de Pablo, pero que le había abandonado porque amaba este mundo. Puede que Demas volviera a la fe, y que su anterior deserción se le tuviera en cuenta en su contra.
Juan interviene en esta situación, y su autoridad se pone en duda; y Gayo es un alma amable pero probablemente débil comparado con el agresivo Diótrefes, y Juan está tratando de respaldarle porque, dejado a sus recursos, bien podría sucumbir frente a Diótrefes.
Esta parece ser la situación. Puede que estemos en simpatía con Diótrefes; puede que creamos que estaba adoptando una postura que más tarde o más temprano habría de prevalecer; pero, con toda su fuerza de carácter, tenía un defecto -fallaba por su falta de amor. Como C. H. Dodd lo ha expresado: «No hay tal cosa como una experiencia religiosa verdadera que no se exprese mediante la caridad.» Por eso es por lo que, a pesar de todos sus poderes de liderazgo y su carácter dominante, Diótrefes no era, para Juan, un verdadero cristiano. El verdadero líder cristiano debe siempre tener presente que la fuerza y la amabilidad deben ir de la mano, lo mismo que la autoridad y el amor. Diótrefes era como muchos responsables de la iglesia; puede que tuviera razón; pero seguía un método erróneo para alcanzar su fin, porque la fuerza de carácter no puede nunca ocupar el lugar del amor del corazón.
No sabemos a ciencia cierta cuál era el problema en esta situación; pero Juan termina con amor. Pronto irá a hablar de tú a tú, y su presencia hará lo que no puede hacer una carta; y, de momento, mandá sus saludos y su bendición. Podemos creer que «la paz sea con vosotros» del anciano Anciano lograría producir la calma en la iglesia conflictiva a la que escribía.