Juan 15: Yo soy la auténtica Vid, y Mi Padre es el Viñador

Jesús dice que así son Sus seguidores. Algunos de ellos son estupendos sarmientos productores Suyos, y otros son chupones que no dan ningún fruto. ¿En quién estaba pensando Jesús al hablar de los sarmientos estériles? Se pueden dar dos respuestas.

La primera es que estaba pensando en los judíos. ¿No era esa la lección que habían dado los antiguos profetas? La mayoría de los judíos se negaron a escuchar a Jesús y a aceptarle; por tanto, eran sarmientos estériles y secos. La segunda es que estaba pensando en algo más general que incluye a los cristianos cuyo cristianismo es pura profesión sin práctica -c omo se definen muchos: creyentes, pero no practicantes. Estaba pensando en los cristianos inútiles: todo hojas, pero nada de fruto. Y estaba pensando en los cristianos que se vuelven apóstatas, que oyeron el mensaje y lo aceptaron y lo abandonaron convirtiéndose en traidores al Maestro al Que se habían comprometido a servir.

Así es que hay tres maneras en que podemos ser sarmientos improductivos. Podemos negarnos a escuchar a Jesucristo. O podemos escucharle, y luego confesarle de labios para fuera, sin acciones. O podemos aceptarle como Maestro y luego, en vista de las dificultades que se nos presentan o el deseo de vivir nuestra vida, Le abandonamos. Es uno de los principios fundamentales del Nuevo Testamento que la inutilidad invita al desastre. El sarmiento improductivo acaba en el fuego.

LA VID Y LOS SARMIENTOS

Este pasaje nos dice mucho acerca de mantenernos en Cristo. ¿Qué quiere decir eso? Es verdad que hay un sentido místico en el que el cristiano está en Cristo y Cristo en él. Pero hay muchos -puede que la mayoría- que no tienen nunca esta experiencia mística. Si nos encontramos entre ellos, no debemos acomplejarnos. Hay una manera mucho más simple de considerarlo y experimentarlo que está abierta a todos.

Usemos una analogía humana. Todas las analogías son imperfectas, pero tenemos que hacer uso de las ideas de que disponemos. Supongamos que una persona es débil. Ha caído en una tentación; ha hecho un lío de su vida. Está deslizándose hacia un estado de degeneración mental, moral y física. Ahora supongamos que tiene un amigo o amiga de carácter fuerte y amable y amante, que la rescata de su degradación. Sólo hay una manera en la que puede mantener su reforma y mantenerse en el buen camino: manteniéndose en constante contacto con quien le ha otorgado su amistad y ayuda. Si pierde el contacto, todas las probabilidades apuntan a que sus debilidades se le impondrán otra vez. Las viejas tentaciones le saldrán al paso otra vez, y caerá. Su salvación depende de que se mantenga en contacto constante con el carácter fuerte que es su apoyo.

Muchas veces una persona derrotada por el vicio o por la vida ha ido a vivir con otra que le ha ofrecido ayuda. Mientras se mantuvo en aquel hogar y compañía, todo parecía ir bien; pero cuando saltó la barrera otra vez y se fue a lo suyo, cayó. Tenemos que mantenernos en contacto con el bien para derrotar al mal. Robertson de Brighton fue un gran predicador. Había allí un comerciante que tenía una tiendecita; en la trastienda conservaba una foto de Robertson, que era su héroe y su inspiración. Siempre que tenía la tentación de hacer algo que no estaba bien del todo, se metía corriendo en la trastienda y miraba la foto y se le iba la tentación. Cuando le preguntaron a Kingsley el secreto de su vida, refiriéndose a D. F. Maurice decía: «Tuve un amigo.» El contacto con la integridad le hizo íntegro.

Mantenernos en Cristo es algo así. El secreto de la vida de Jesús era Su constante contacto con Dios; con frecuencia se retiraba a algún lugar solitario a encontrarse con Él. Debemos mantenernos en contacto con Jesús. No podremos hacerlo a menos que nos lo propongamos. Por ejemplo: orar por las mañanas, aunque sea sólo un momento, es tomar un antiséptico que nos dura todo el día: porque no podemos salir de la presencia de Cristo a tocar cosas malas. Para unos pocos de nosotros, permanecer en Cristo será una experiencia mística que no se podrá expresar con palabras. Para la mayor parte de nosotros, será un constante contacto con Él. Querrá decir organizar la vida, y la oración, y el silencio, de tal manera que no haya nunca un día que nos olvidemos de Él.

Por último, fijémonos en que aquí se establecen dos cosas acerca del buen discípulo. Primera, que enriquece su propia vida; su contacto con Jesús le hace fructífero. Segunda, que da gloria a Dios. El ver una vida así hace que la gente piense en Dios. Dios es glorificado cuando llevamos mucho fruto y nos mostramos discípulos de Jesús. La mayor gloria de los cristianos es dar gloria a Dios con nuestra vida y conducta.

LA VIDA DEL PUEBLO ESCOGIDO DE JESÚS

Juan 15:11-17

-Os he dicho estas cosas para que tengáis Mi alegría, y vuestra alegría llegue al colmo. Aquí tenéis Mis instrucciones: Que os améis los unos a los otros como os he amado Yo. Nadie puede llegar en su amor más allá de dar la vida por un amigo: vosotros sois Mis amigos, si hacéis lo que Yo os mando. No digo que sois Mis esclavos, porque un esclavo no sabe lo que su señor tiene entre manos; digo que sois Mis amigos, porque os he dado a conocer todo lo que he recibido de Mi Padre. No habéis sido vosotros los que Me habéis escogido a Mí, sino que he sido Yo el Que os he escogido a vosotros, y os he comisionado para que salgáis a producir fruto, y del que permanece. Así lo he hecho para que el Padre os dé todo lo que Le pidáis en Mi nombre. Estas son Mis instrucciones: que os améis los unos a los otros.

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