La objeción malhumorada de Judas era que el dinero de ese perfume se podía haber dado a los pobres. Pero, como dice la Escritura, «No faltarán menesterosos en medio de la tierra; por eso Yo te mando diciendo : Abrirás tu mano a tu hermano, al pobre y al menesteroso en tu tierra» (Deu_15:11 ). El ayudar a los pobres era algo que se podía hacer en cualquier tiempo. Mostrar la devoción del corazón a Jesús tenía que hacerse antes que le recibiera la Cruz del Calvario en sus crueles brazos. Acordémonos de hacer las cosas ahora, porque la oportunidad rara vez se presenta otra vez; y el no haberlas hecho -especialmente el no haber expresado el amor- trae amargos remordimientos.
EL PLAN PARA DESTRUIR LA EVIDENCIA
Juan 12:9-11
El gentío judío sabía que Jesús estaba allí; y vinieron, no sólo a ver a Jesús, sino también a Lázaro, al que Jesús había resucitado.
Los principales sacerdotes conspiraron para matar también a Lázaro; porque muchos de los judíos se les estaban apartando por causa de él, y llegaban a creer en Jesús.
A los líderes de los judíos se les estaban poniendo las cosas imposibles. Este era principalmente el caso de los saduceos, a cuyo partido pertenecían todos los sacerdotes, que eran los que tenían más que perder.
Primero, los amenazaba desde el punto de vista político. Los saduceos eran la aristocracia adinerada, y trabajaban en estrecha colaboración con el gobierno romano. No se proponían otra cosa que seguir disfrutando de su riqueza, comodidad y posición. Siempre que se les permitiera retener sus puestos directivos en el gobierno, estaban dispuestos a colaborar. Los Romanos concedían a los reinos sometidos una medida considerable de libertad. Hablando en general, bajo un gobernador romano se les permitía gobernar a ellos; pero al más ligero desorden civil, les caía encima con todo su peso la mano de Roma; y, los que fueran responsables del gobierno y hubieran fracasado en su mantenimiento quedaban despedidos. Los saduceos veían en Jesús al líder en potencia de una rebelión. Se estaba apoderando de los corazones del pueblo. El ambiente estaba sobrecargado; y los saduceos estaban decididos a librarse de Él para que no hubiera un levantamiento que pusiera en peligro su comodidad y autoridad.
Segundo, lo consideraban teológicamente intolerable. Al contrario que los fariseos, los saduceos no creían en la resurrección de los muertos; y ahora se veían con un tal Lázaro, que había resucitado. A menos que hicieran algo, los cimientos de su poder, su influencia y su enseñanza se estaban resquebrajando bajo sus propios pies.
Así es que decidieron destruir la evidencia eliminando también a Lázaro. H. G. Wood cuenta la objeción de dos señoras viejecitas en los días en que Charles Darwin había hecho pública su hipótesis de la evolución, y se pensaba que aquello quería decir que la humanidad había surgido de las bestias y era semejante a ellas. Se les oyó decir: «Esperemos que no sea verdad; y, si lo es, corramos un tupido velo.» Cuando alguien tiene que sostener su posición destruyendo la evidencia que la amenaza, eso quiere decir que está usando métodos deshonestos para mantener una mentira y lo sabe.
Los saduceos estaban dispuestos a suprimir la verdad para defender sus intereses. Para muchas personas, el propio interés es el motivo más poderoso de la vida. Muchos descubrimientos que podrían producir mercancías más baratas nunca ven la luz del día porque compran las patentes y las mantienen inoperantes los fabricantes de otros productos que se ven amenazados. El propio interés dicta política y acción.
A fin de mantener su posición y su influencia, los sacerdotes y los saduceos estaban dispuestos a destruir la evidencia de la verdad. La persona que tiene miedo de la verdad y coloca su prestigio y provecho propio por encima de ella se encuentra sin duda en una situación lamentable.
LA BIENVENIDA AL REY
Juan 12:12-19
Al día siguiente, todo el gentío que estaba en Jerusalén para la fiesta se enteró de que Jesús iba de camino para allá. Entonces cortaron ramas de palmera, y salieron a recibirle. Y no dejaban de gritar:
-¡Hosanna! ¡Benito el que viene en el nombre del Señor, Que es el Rey de Israel!
Jesús se encontró un borriquillo, y se sentó sobre él, como dice la Escritura: «¡No tengas miedo, hija de Sión! ¡Mira: tu Rey está llegando, sentado sobre un pollino!» En aquel momento los discípulos no comprendieron lo que quería decir todo aquello; pero, después que Jesús fue glorificado, se acordaron de todo lo que le hicieron, y de que ya estaba escrito acerca de El.
La multitud que estaba con Él daba testimonio de cómo había llamado a Lázaro de la tumba y le había resucitado. Fue precisamente porque oyeron que había realizado aquella señal por lo que la multitud salió a recibirle. A eso los fariseos se dijeron unos a otros:
-¡Ya veis que las medidas que habéis tomado no han servido para nada! ¡Fijaos! ¡Todo el mundo se va tras ÉL!