Juan 11: De camino a la Gloria

Debemos observar, finalmente, cuánta importancia dan los hombres malos a las ceremonias externas, en tanto que sus corazones están llenos de pecado. Se nos dice que muchos judíos subieron a Jerusalén antes de la pascua para purificarse. Es de temerse que muchos de ellos no se cuidaban de la pureza del corazón. Se afanaban por cumplir con los lavatorios, los ayunos y demás prácticas ascéticas que formaban la esencia de la religión que prevalecía entre ellos en la época que nuestro Señor estuvo sobre la tierra; y sin embargo, pocos días después se prestaron ansiosos a derramar sangre inocente, dando muerte a su Mesías.

Por desgracia no es raro que estos extremos se toquen en la misma persona. La experiencia nos enseña que una mala conciencia procura buscar sosiego manifestando celo por la causa de la religión, en tanto que descuida los puntos más cardinales de la fe. Precisamente las mismas personas que están prontas a ir de Seca en Meca a fin de purificarse exteriormente, son a menudo las que no vacilarían en ayudar a crucificar a Jesucristo si tuvieran la oportunidad. Esta aserción parecerá sorprendente, mas se apoya en hechos indisputables. En las ciudades donde se observa hoy la cuaresma con más rigor es precisamente donde se cometen, en el carnaval que se sigue, los actos más escandalosamente inmorales. En algunas partes del mundo cristiano, los hombres que observan de una manera más estricta las semanas de ayuno, y los que más valor dan a la absolución del sacerdote, son los que, después de pasada esa temporada de ascetismo, ¡no vacilan en asesinar! Convenzámonos de ello: una religión que consiste principalmente de exterioridades no tiene valor alguno ante los ojos de Dios. La pureza que Dios exige no es la pureza que resulta de lavatorios y ayunos y de un ascetismo espontáneo, sino la pureza del corazón. Las ceremonias pueden satisfacer a algunos hombres, mas no promueven la verdadera piedad. En el Sermón en el Monte es donde se encuentra la divisa del reino de Cristo: « Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios,» Mat_5:8; Col_2:23.

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