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Juan 11: De camino a la Gloria

11.9, 10 Día simboliza el conocimiento de la voluntad de Dios, y noche, la ausencia de este conocimiento. Cuando avanzamos en oscuridad, es probable que tropecemos.

11.14, 15 Si Jesús hubiese estado durante los momentos finales de la enfermedad de Lázaro, es posible que lo hubiese sanado en lugar de dejarlo morir. Pero Lázaro murió para que el poder de Jesús sobre la muerte pudiese mostrarse a sus discípulos y a otros. La resurrección de Lázaro era una demostración esencial del poder de Cristo, y la resurrección es una creencia fundamental de la fe cristiana. Jesús no solo se levantó de entre los muertos (10.18), sino que tiene poder para levantar a otros.

11.16 A menudo recordamos a Tomás como «el que dudaba», porque dudó de la resurrección de Jesús. Pero aquí demostró amor y valor. Los discípulos conocían los peligros de ir a Jerusalén con Jesús e intentaron convencerlo para que desistiese de hacerlo. Tomás sencillamente expresó lo que sentían todos. Al fracasar sus objeciones, estuvieron dispuestos a ir e incluso morir con Jesús. Tal vez no entendían bien por qué Jesús iba a morir, pero eran leales. Existen peligros desconocidos al realizar la obra de Dios. Es sabio considerar el alto costo que implica ser discípulo de Cristo.

11.25, 26 Jesús tiene poder sobre la vida y la muerte, así como para perdonar pecados. Esto se debe a que El es el Creador de la vida (véase Joh_14:6). Aquel que es la vida sin duda puede restaurar la vida. Todo aquel que cree en Cristo tiene una vida espiritual que la muerte no conquistará ni disminuirá de manera alguna. Cuando logramos comprender su poder y hasta qué punto es verdaderamente maravillosa la oferta que nos hace, ¡cómo hemos de hacer otra cosa que no sea entregar nuestras vidas a El! Para quienes creemos, qué maravillosa es la seguridad y la certeza que tenemos: «Porque yo vivo, vosotros también viviréis» (Joh_4:19).

11.27 A Marta se le conoce especialmente por haber estado demasiado ocupada para sentarse a hablar con Jesús (Luk_10:38-42). Pero aquí la vemos como una mujer de gran fe. Su declaración es exactamente la respuesta que desea Jesús de nosotros.

11.33-38 Juan enfatiza el hecho de que contamos con un Dios que se interesa por nosotros. Este retrato contrasta con el concepto griego de Dios que era popular en aquel entonces: un Dios sin emociones que no se involucra con los humanos. Aquí vemos muchas de las emociones de Jesús: compasión, indignación, tristeza, incluso frustración. Con frecuencia expresó sus emociones profundas y nunca debiéramos temer revelarle nuestros verdaderos sentimientos. El los entiende, pues los experimentó. Sea sincero y no trate de ocultarle nada a su Salvador. A El le interesa.

11.35 Cuando Jesús vio a los que lloraban y se lamentaban, lloró también. Quizás se identificó con el dolor de ellos, o es posible que la incredulidad lo haya preocupado. Sea cual fuere el caso, Jesús demostró su inmenso interés en nosotros al llorar junto a nosotros cuando sufrimos.

11.38 En esa época las tumbas solían ser cuevas cavadas en la piedra caliza de la ladera de una colina. Muchas veces las tumbas eran de tamaño suficiente para que las personas caminasen dentro. En una tumba se colocaban varios cuerpos. Después del sepelio, se colocaba una gran piedra frente a la entrada de la tumba.

11.44 Jesús resucitó a otros de la muerte, incluyendo a la hija de Jairo (Mat_9:18-26; Mar_5:41-42; Luk_8:40-56) y al hijo de una viuda (Luk_7:11-15).

11.45-53 A pesar de encontrarse frente a frente con el poder de la deidad de Jesús, algunos no quisieron creer. Estos testigos no solo rechazaron a Jesús: también tramaron su muerte. Estaban tan endurecidos que preferían rechazar al Hijo de Dios antes que reconocer que estaban equivocados. Cuídese del orgullo. Si permitimos que crezca, puede conducirnos a un pecado enorme.

11.48 Los líderes judíos sabían que si no detenían a Jesús, los romanos los castigarían. Roma concedía libertad parcial a los judíos mientras se mantuviesen tranquilos y obedientes. Los milagros de Jesús a menudo provocaban disturbios. Los líderes temían que el desagrado de Roma causase mayores dificultades a su nación.

11.51 Juan veía en la declaración de Caifás una profecía. Dios usó a Caifás, en su calidad de sumo sacerdote, para explicar la muerte de Jesús a pesar de que Caifás no se daba cuenta de lo que hacía.

Juan 11:1-6

El capítulo de que empezamos a ocuparnos es uno de los más notables del Nuevo Testamento. Por su grandeza y su sencillez, por lo conmovedor y solemne de algunas de sus líneas, no hay en la literatura sagrada nada que le exceda. En si se nos describe el milagro que no se registra en ninguno de los otros Evangelios, presenta un prueba concluyente del poder divino y del carácter compasivo y tierno de nuestro Señor. Como Dios hace que los sepulcros mismos entreguen a los que en ellos moran: como hombre se apiada de nosotros en nuestro dolor. Propio y conveniente era que la victoria de Betania precediera a la escena del Calvario.

En estos versículos se nos enseña que los verdaderos cristianos están expuestos a enfermarse como cualquiera otra clase de personas.

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