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Josué 7: Castigo de Acán

Jos 7:2 Después Josué envió hombres desde Jericó a Hai, que estaba junto a Bet-avén hacia el oriente de Bet-el; y les habló diciendo: Subid y reconoced la tierra. Y ellos subieron y reconocieron a Hai.

Jos 7:3 Y volviendo a Josué, le dijeron: No suba todo el pueblo, sino suban como dos mil o tres mil hombres, y tomarán a Hai; no fatigues a todo el pueblo yendo allí, porque son pocos.

Jos 7:4 Y subieron allá del pueblo como tres mil hombres, los cuales huyeron delante de los de Hai.

Jos 7:5 Y los de Hai mataron de ellos a unos treinta y seis hombres, y los siguieron desde la puerta hasta Sebarim, y los derrotaron en la bajada; por lo cual el corazón del pueblo desfalleció y vino a ser como agua.

Hai era una pequeña ciudad fortificada ubicada en la región montañosa al noroeste de Jericó.

Yahvé es un Dios celoso que castiga las infidelidades de su pueblo. Como represalia por el pecado de Acán le abandona a sus propias fuerzas en el ataque a Hai y es derrotado, a pesar del exiguo número de sus defensores. El autor sagrado conoce la ciudad y sus alrededores, pero usa de la aproximación al señalar el número de guerreros que atacaron la ciudad y las bajas que tuvieron. El número de atacantes parece excesivo en relación con las pérdidas sufridas. Hai, que significa la Ruina, se identifica con el actual et-Tell, a tres kilómetros al sudeste de Bete. Estaba edificada sobre uno de los promontorios que se adelantan hacia la depresión jordánica, con una posición excepcional desde el punto de vista estratégico. Hai era la llave para penetrar en el macizo central de Palestina.

Jos 7:6 Entonces Josué rompió sus vestidos, y se postró en tierra sobre su rostro delante del arca de Jehová hasta caer la tarde, él y los ancianos de Israel; y echaron polvo sobre sus cabezas.

Rompió sus vestidos : Esta era una forma acostumbrada de expresar alguna pena o dolor profundo, lo mismo que echarse tierra sobre la cabeza.

Josué y los ancianos rompieron sus vestidos y echaron polvo sobre sus cabezas como señales de un luto profundo delante de Dios. Estaban confundidos por la derrota en la pequeña ciudad de Hai después de la victoria espectacular de Jericó. Por lo tanto se presentaron delante de Dios en gran humildad y tristeza para recibir sus instrucciones. Cuando nuestras vidas se desmoronan, nosotros también debemos volvernos a Dios en busca de ayuda y dirección. Como Josué y los ancianos, debemos humillarnos delante de Dios para que podamos oír su Palabra.

Jos 7:7 Y Josué dijo: ¡Ah, Señor Jehová! ¿Por qué hiciste pasar a este pueblo el Jordán, para entregarnos en las manos de los amorreos, para que nos destruyan? ¡Ojalá nos hubiéramos quedado al otro lado del Jordán!

Cuando Josué primero salió contra Hai, no consultó a Dios sino que dependió de la fuerza de su ejército para derrotar la pequeña ciudad. Sólo después de la derrota de Israel decidió buscar a Dios y preguntarle qué había pasado.

Muchas veces dependemos de nuestras propias habilidades y fuerza, sobre todo cuando la tarea que tenemos parece fácil. Buscamos a Dios sólo cuando los obstáculos parecen demasiado grandes. Sin embargo, sólo Dios sabe lo que tenemos por delante. Una consulta con El, aun cuando todo nos vaya bien, puede salvarnos de graves errores o malas decisiones. Puede que Dios quiera que aprendamos ciertas lecciones, nos despojemos de cierto orgullo o consultemos a otros antes de trabajar a través nuestro.

Jos 7:8 ¡Ay, Señor! ¿qué diré, ya que Israel ha vuelto la espalda delante de sus enemigos?

Jos 7:9 Porque los cananeos y todos los moradores de la tierra oirán, y nos rodearán, y borrarán nuestro nombre de sobre la tierra; y entonces, ¿qué harás tú a tu grande nombre?

Imagínese orar a Dios de esta manera. Esta no es una oración formal de iglesia. Es la oración de un hombre que tiene miedo y está confundido por lo que está sucediendo a su alrededor. Josué le expresó sus verdaderos sentimientos a Dios. Si esconde sus necesidades de Dios, está ignorando al único que realmente le puede ayudar. Dios recibe sus oraciones sinceras y desea que le exprese sus verdaderos sentimientos. Cualquier creyente puede volverse más sincero en la oración al recordar que tenemos un Dios que es omnisciente (todo lo sabe) y omnipotente (todo lo puede) y que su amor dura para siempre.

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