Josué 22: Partida de las tribus transjordánicas

He aquí una primera enseñanza de este incidente: Primero, hay que indagar bien acerca de lo que se está diciendo sobre una congregación o una persona. En verdad no es sano quedarse con el primer informe, ni aún con lo que se está viendo pues las tribus de Transjordania tenían un objetivo sano al erigir el altar, pero las del otro lado no lo sabían.

El problema en el fondo es el asunto de los altares, la pregunta clave es: «¿Qué infidelidad es esta…?». El asunto los tenía en una actitud de apartarse de Dios. El pueblo solo había construido un altar al pasar el río Jordán con lo cual había buscado que todos públicamente tuvieran acceso a la ley de Dios. Incluso hubo una leyenda que decía que dicha escritura de la ley había sido hecha en setenta idiomas, con un fin pedagógico. El problema ahora es la manera como se concibe este altar por parte de los habitantes de la orilla occidental del río. Lo ven como una abominación, lo cual fue un problema permanente en la historia de Israel.

Cuando hay prevención acerca de los altares, es porque hay precedentes que han fortalecido esta actitud. Quizá la iglesia de hoy debe pensar en los cultos repletos de instrumentos electrónicos, grandes construcciones y masivas congregaciones. Tales cosas pueden distraer la atención; hasta pueden permitir la vanagloria del ser humano antes que la glorificación de Dios. La insistencia en que no debe existir otro altar que el de “Jehová nuestro Dios” se basa en el hecho de que en Israel durante este tiempo solo habían dos altares, el de Siquem y el de Silo. Ambos tenían el fin de hacer culto a Jehová, mientras que el altar del Jordán es construido con propósitos pedagógicos para el pueblo y no con el fin exclusivo de la adoración.

Los habitantes del territorio galadita insisten en que su altar es una copia del de Silo y que no tenía fines de sacrificios. Lo hacían como un signo o testimonio para recordarle a las tribus de Transjordania que ellos hacían parte del pacto de hermandad con las tribus del otro lado del río. El principio de no tener ningún otro altar se basa en la experiencia del pecado en Peor y de la transgresión de Acán. La primera experiencia era recordada como una corrupción del culto en Israel, porque era el sacrificio incorrecto sobre el altar incorrecto, para el dios incorrecto, de la manera incorrecta. Esto se convirtió en un famoso ejemplo de cómo el pueblo se alejó de Dios. La segunda experiencia era recordada porque Acán tomó para sí riqueza sin tener en cuenta que la riqueza debía estar bajo el control de la Ley, lo cual contradijo por su avaricia y egoísmo.

La defensa de los acusados comenzó con una confesión acerca de Jehová. “El” (El) es un término usado para designar la realidad misteriosa y poderosa que está arriba, más allá de todas las cosas. “Dios” (Elohim) es la forma plural de “El” pero es usado casi siempre como un nombre singular, que expresa la totalidad de la deidad, pluralidad divina en unidad. En esta pluralidad se puede ver la actividad dinámica de Dios, expresada en el AT como la mano, el rostro, sus ojos, el nombre, el espíritu, su mensajero, su celo, su amor, su propósito, etc. “Jehová” (JHVH) es el nombre particular por el cual Israel conoció a Dios. él es Salvador, Libertador, Juez, único Santo, el Dios que está íntimamente relacionado con su pueblo. Esta confesión tiene una implicación que mezcla los tres nombres indicando que se apela al Dios de Israel, al Dios universal de todos los pueblos, y al creador del cielo y de la tierra. Su actuación está dirigida a testificar de ese Dios que ellos han conocido por su manifestación en el proceso de apropiación de la tierra prometida.

Este pasaje termina con un reconocimiento por parte de los acusadores de que “Jehová está entre nosotros”. Los habitantes de Galaad han guardado la integridad y paz del pueblo a través de su actitud ante la acusación. De esta actitud se desprende una lección de humildad que se refleja en la seguridad de su explicación; tal vez cuando se es objeto de acusaciones falsas no existe mucha disposición para dar explicaciones y lo que sucede es que se afirma el orgullo del que dice “no importa el qué dirán”. Cuando se actúa con integridad y honestidad no hay temor o inseguridad ante las acusaciones. Con el deseo de mantener la unidad del pueblo de Dios, se está dispuesto a dar las explicaciones que pueden disipar las dudas y prejuicios que han crecido. Una situación así se deriva precisamente de la falta de claridad y verdad en las opiniones que demasiadas veces se expresan con ligereza y superficialidad.

Los prejuicios de las tribus del lado occidental del río tenían sólidos fundamentos como ya se ha demostrado, pero la actuación de las tribus del lado oriental tenían una explicación lógica y razonable, que al encontrarse en el diálogo dieron como resultado la restauración de la paz de Israel y el reposo no se vio amenazado, por lo menos en esta etapa.

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