El profeta enojado
El capítulo comienza con una manifestación del egoísmo del profeta y su nacionalismo estrecho. Como el pecado de David “desagradó” a Dios la misericordia de Dios desagradó al profeta rebelde. La palabra enojó viene de un verbo que significa “estar caliente o prenderse” (jarah). El enojo era como fuego dentro de Jonás. Al fin Jonás reconoce el motivo de su intento de huir de la presencia de Dios. No quería que los asirios gozaran de la misericordia de Dios ni ser mensajero de Dios a ellos. En verdad, de todos los enemigos de Israel los asirios eran los más crueles; no solamente destruyeron la ciudad de Samaria y deportaron a sus habitantes sino que pusieron otra gente en la tierra de manera que los judíos ni siquiera tenían patria a la cual regresar. No solamente Jonás tendría fuertes prejuicios contra ellos; muchos de sus compatriotas tampoco hubieran ido a darles un mensaje de parte de Dios.
Otro factor que afectó a Jonás era su conocimiento de la naturaleza de Dios. Una de las tradiciones más viejas de la Biblia describe a Dios con las mismas cualidades. Dios es clemente porque muestra su favor a los justos y a los injustos, es compasivo porque tiene un amor benévolo para toda la humanidad. Es paciente, lento para la ira, y grande en misericordia, que es el amor leal dispuesto a redimir al hombre de su pecado y entrar en pacto con él para siempre.
Entonces como Moisés y Elías habían hecho antes, Jonás pidió que Dios le quitara la vida. Es triste ver una oración tan distinta de su oración del capítulo 2. Viendo al “viejo Jonás” del cap. 1, podemos ver que obedeció el mandamiento de Dios porque sabía que no se puede huir de la presencia de Dios, pero quería morir antes de ver la salvación de los asirios.
La pregunta de Dios es una manera suave y compasiva de reprender al profeta. Debe moverlo a reconocer que su posición es absurda y a reflexionar sobre lo que él ya sabe es la naturaleza de Dios. Jonás no dijo nada y era evidente que Dios tendría que trabajar aún más con su mensajero rebelde.
Nínive, una ciudad grande
La ciudad de Nínive era la capital del imperio asirio, edificado al lado del río Tigris, en la parte norteña de lo que hoy en día es Iraq. Los arqueólogos dicen que la ciudad fue ocupada siglos antes de Cristo y llegó a ser capital de Asiria durante el reinado de Senaquerib (704-681 a. de J.C.).
Para las personas que vivían en Israel y Judá en aquel entonces Asiria era el país más cruel. Después de derrotar a Israel en el 722 a. de J.C. por poco capturan Jerusalén. La profecía de Nahúm demuestra el miedo y el odio que los judíos tenían para los asirios por su violencia y el terrorismo con que atacaban a sus enemigos. Nahúm le da el mensaje de Dios a la odiada Nínive, Pero acerca de ti, Jehová ha mandado : “Nunca más sea mencionado tu nombre. De la casa de tu dios destruiré los ídolos y las imágenes de fundición, y la convertiré en sepulcro; porque fuiste vil“. Termina su profecía con las palabras tan penetrantes, No hay medicina para tu quebranto; tu llaga es incurable.
La ciudad de Nínive cayó frente al ataque del ejército combinado de medos y babilonios en el 612 a. de J.C.