Job 39: Los maravillosos instintos de los animales

Job 39:1  ¿Sabes tú el tiempo en que paren las cabras monteses? ¿Has mirado tú cuando las ciervas están pariendo?

Para poder demostrarle cuán limitado era realmente su conocimiento, Dios hizo a Job varias preguntas acerca del reino animal. El no estaba buscando que Job le respondiera. Por el contrario, estaba haciendo que reconociera y se sometiera al poder de Dios y a su soberanía. Sólo entonces podría él escuchar lo que realmente Dios le estaba diciendo.

Job 39:2  ¿Has contado tú los meses de su preñez y sabes el tiempo cuando han de parir?

Job 39:3  Se encorvan, hacen salir a sus hijos y pasan sus dolores.

La transición de la noble leona hasta el cuervo graznador. Aunque al hombre repugna, como mal agüero, Dios cuida de él, así como de todas sus criaturas.

Job 39:4  Sus hijos se robustecen y crecen con el pasto; luego se van y ya no regresan.

En buena condición, crecen fuertes. con el pasto—Más bien, en el campo, sin el cuidado del hombre, no vuelven—Siendo capaces para cuidar de sí mismos.

Aun las fieras, alejadas de todo cuidado del hombre, gozan el cuidado de Dios en sus tiempos de mayor necesidad. Su instinto viene directamente de Dios, y las dirige a socorrerse en tiempo del parto: ocasión misma cuando el ganadero tiene el mayor cuidado de su ganado, cabras monteses—El íbice, ciervas—cervatos; los animales más tímidos e indefensos, pero cuidados por Dios.

Cabras monteses y las gacelas existen sin interferencia humana. Expulsan sus crías y éstas luego crecen y maduran sin asistencia ni conocimiento humano.

Job 39:5  »¿Quién dio libertad al asno montés? ¿Quién soltó sus ataduras?

Dos palabras hebreas distintas se usan aquí por el mismo animal, el asna de los bosques, y el asna salvaje. Soltó sus ataduras—dióles libertad. El hombre puede robar la libertad a los animales, pero no darles, como Dios, la libertad, junto con la subordinación de leyes fijas.

Job 39:6  Yo le di por casa el desierto, puse su morada en lugares estériles.

Job 39:7  Él se burla del bullicio de la ciudad y no oye las voces del arriero.

Más bien, el ruido: no le hace caso, estando lejos del vaivén en la libertad del desierto. Arriero—que arrea con látigo al asno doméstico. El asno montés es símbolo en oriente de la libertad no ingobernada. Aun a reyes se les ha aplicado este nombre.

Job 39:8  En lo escondido de los montes está su pasto y anda buscando toda cosa verde.

Job 39:9  »¿Querrá el búfalo servirte a ti o quedarse en tu pesebre?

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