Jesús y Nicodemo

Cuando Nicodemo se encontró a solas con Jesús Le dijo que nadie podía por menos de sentirse impresionado con las señales y milagros que realizaba Jesús. Jesús le contestó que lo realmente importante no eran las señales y los milagros, sino el cambio radical en la vida de una persona, que sólo se podría describir como un nuevo nacimiento.

Cuando Jesús dijo que es necesario nacer de nuevo Nicodemo no Le entendió, y su confusión procedía del hecho de que la palabra que la versión Reina-Valera traduce por de nuevo, en griego anóthen, tiene tres sentidos diferentes.

(i) Puede querer decir desde el principio, totalmente, de arriba a abajo.

(ii) Puede querer decir de nuevo, otra vez, en el sentido de por segunda vez.

(iii) Puede querer decir de arriba, y, por tanto, de Dios. No nos es posible indicar todos esos sentidos en una sola palabra española; pero los tres están incluidos en la frase nacer de nuevo. Nacer de nuevo es experimentar un cambio tan radical que es como un nuevo nacimiento; es que le pase a uno en el alma algo que sólo se puede describir como nacer totalmente de nuevas otra vez; y ese proceso no es el resultado del esfuerzo humano, sino de la gracia y el poder de Dios.

Cuando leemos este pasaje nos parece que Nicodemo entendió la palabra de nuevo solamente en el segundo sentido, es decir, en el más literal. ¿Cómo puede uno que ya es mayor, dijo, meterse otra vez en el seno materno y nacer por segunda vez? Pero la reacción de Nicodemo no era tan simple. Había una gran ansia insatisfecha en su corazón; y es como si dijera, con un anhelo sincero y profundo: «Tú hablas de nacer de nuevo, de ese cambio radical y fundamental que necesitamos. Yo sé que es necesario; pero, en mi experiencia, es imposible. No hay nada que yo desee más que eso; pero es como si me dijeras a mí, un hombre hecho y derecho, que me meta en el vientre de mi madre y nazca otra vez.» No ponía en duda el que tal cambio fuera deseable, eso lo sabía y reconocía Nicodemo demasiado bien, sino que fuera posible. Nicodemo se enfrentaba con el eterno problema del que quiere cambiar, pero no puede cambiarse a sí mismo.

Esta frase nacer de nuevo o renacer recorre todo el Nuevo Testamento. Pedro habla de renacer por la gran misericordia de Dios: Alabemos al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que por su gran misericordia nos ha hecho nacer de nuevo por la resurrección de Jesucristo. Esto nos da una esperanza viva, (1 Pedro 1:3); y también de renacer, no de simiente corruptible, sino incorruptible: Pues ustedes han vuelto a nacer, y esta vez no de padres humanos y mortales, sino de la palabra de Dios, que es viva y permanente. (1 Pedro 1:23). Santiago nos dice que Dios nos hizo renacer por la Palabra de verdad: Él, porque así lo quiso, nos dio vida mediante el mensaje de la verdad, [al para que seamos los primeros frutos de su creación. (Santiago 1:18). En la Carta a Tito se nos habla del lavamiento de la regeneración. Algunas veces se expresa esta misma idea como una muerte seguida de una resurrección o recreación.

Pablo dice que los cristianos hemos muerto con Cristo y resucitado a una nueva vida: ¿Qué diremos entonces? ¿Vamos a seguir pecando para que Dios se muestre aún más bondadoso? ¡Claro que no! Nosotros y a hemos muerto respecto al pecado; ¿cómo, pues, podremos seguir viviendo en pecado? ¿No saben ustedes que, al quedar unidos a Cristo Jesús en el bautismo, quedamos unidos a su muerte? Pues por el bautismo fuimos sepultados con Cristo, y morimos para ser resucitados y vivir una vida nueva, así como Cristo fue resucitado por el glorioso poder del Padre. Si nos hemos unido a Cristo en una muerte como la suya, también nos uniremos a él en su resurrección. Sabemos que lo que antes éramos fue crucificado con Cristo, para que el poder de nuestra naturaleza pecadora quedara destruido y ya no siguiéramos siendo esclavos del pecado. Porque, cuando uno muere, queda libre del pecado. Si nosotros hemos muerto con Cristo, confiamos en que también viviremos con él. Sabemos que Cristo, habiendo resucitado, no volverá a morir. La muerte ya no tiene poder sobre él. Pues Cristo, al morir, murió de una vez para siempre respecto al pecado; pero al vivir, vive para Dios. Así también, ustedes considérense muertos respecto al pecado, pero vivos para Dios en unión con Cristo Jesús. (Romanos 6:1-11). Y habla de los que se han convertido hace poco como bebés en Cristo: yo, hermanos, no pude hablarles entonces como a gente madura espiritualmente, sino como a personas débiles, como a niños en cuanto a las cosas de Cristo. Les di una enseñanza sencilla, igual que a un niño de pecho se le da leche en vez de alimento sólido, porque ustedes todavía no podían digerir la comida fuerte. ¡Y ni siquiera pueden digerirla ahora (1 Corintios 3:1-2). El que una persona esté en Cristo, es decir, sea cristiana es como si hubiera sido creada totalmente de nuevo: Por lo tanto, el que está unido a Cristo es una nueva persona. Las cosas viejas pasaron; se convirtieron en algo nuevo. (2 Corintios 5:17). Una nueva creación tiene lugar en Cristo: De nada vale estar o no estar circuncidados; lo que sí vale es el haber sido creados de nuevo. (Gálatas 6:15).

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