Cuando llegó la noche, vino él y se sentó a la mesa con los doce apóstoles. Y les dijo: ¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca! Porque os digo que no la comeré más, hasta que se cumpla en el reino de Dios. Y mientras comían, se conmovió en espíritu y dijo Jesús: De cierto os digo, que uno de vosotros me va a entregar. Entonces los discípulos se miraban unos a otros, dudando de quién hablaba. Y uno de sus discípulos, al cual Jesús amaba, estaba recostado al lado de Jesús. A éste, pues, hizo señas Simón Pedro, para que preguntase quién era aquel de quien hablaba. El entonces, recostado cerca del pecho de Jesús, le dijo: Señor, ¿quién es? Respondió Jesús: A quien yo diere el pan mojado, aquél es. Y entristecidos en gran manera, comenzó cada uno de ellos a decirle: ¿Soy yo, Señor? ¿Seré yo? Entonces él respondiendo, dijo: Es uno de los doce, el que mete la mano conmigo en el plato, ése me va a entregar. Hubo también entre ellos una disputa sobre quién de ellos sería el mayor. Pero él les dijo: Los reyes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que sobre ellas tienen autoridad son llamados bienhechores; mas no así vosotros, sino sea el mayor entre vosotros como el más joven, y el que dirige, como el que sirve. Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Mas yo estoy entre vosotros como el que sirve. Pero vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis pruebas. Yo, pues, os asigno un reino, como mi Padre me lo asignó a mí, para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os sentéis en tronos juzgando a las doce tribus de Israel. A la verdad el Hijo del Hombre va, según está escrito de él, mas ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Bueno le fuera a ese hombre no haber nacido. Entonces respondiendo Judas, el que le entregaba, dijo: ¿Soy yo, Maestro? Le dijo: Tú lo has dicho. Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y mojando el pan, lo dio a Judas Iscariote hijo de Simón, y también dio a los otros discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí. De igual manera, después que hubo cenado, tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados, y bebieron de ella todos. Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre. Y después del bocado, Satanás entró en Judas. Entonces Jesús le dijo: Lo que vas a hacer, hazlo más pronto. Pero ninguno de los que estaban a la mesa entendió por qué le dijo esto. Porque algunos pensaban, puesto que Judas tenía la bolsa, que Jesús le decía: Compra lo que necesitamos para la fiesta; o que diese algo a los pobres. Cuando él, pues, hubo tomado el bocado, salió; y era ya de noche. Y cuando hubieron cantado el himno, salieron al monte de los Olivos. Mateo 26: 20-30; Marcos 14: 17-26; Lucas 22:14-30; Juan 13: 21-30
El nuevo día empezaba a las 6 de la tarde; y, cuando llegó la tarde de la Pascua, Jesús Se sentó a la mesa con los Doce. Sólo había un cambio en el antiguo ritual que se había instituido en Egipto hacía muchos siglos: en la primera Pascua, la cena se había tomado de pie (Éxodo 12:11), pero aquello había sido a causa de la prisa, porque eran esclavos huyendo de la esclavitud.
En tiempos de Jesús la norma era tomar la cena reclinados, porque eso era una señal de que eran libres, con un hogar y un país propios.
Este es un pasaje impactante. Todo el rato había un texto desarrollándose en la mente de Jesús: « Aun el hombre de Mi paz, en quien Yo confiaba, el que de Mi pan comía, alzó el pie contra Mí» (Salmo 41:9). Estas palabras no se Le apartaban de la mente a Jesús. Aquí podemos ver algunas cosas importantes.