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Jesús y la limosna

Lo que Jesús está diciendo es lo siguiente: «Si das limosna para hacer gala de tu propia generosidad, recibirás la admiración de la gente -pero eso será todo lo que recibas nunca. Eso será tu paga en total. Si haces oración de tal manera que despliegas tu piedad a la vista de la gente, ganarás una reputación de ser una persona extremadamente devota -pero eso será todo lo que recibas nunca. Si ayunas de tal manera que todo el mundo sepa que estás ayunando, se te conocerá como una persona extremadamente abstemia y ascética – pero eso será todo lo que recibas nunca.

Jesús está diciendo: Si todo lo que te propones es onseguir las recompensas del mundo, no cabe duda de que las conseguirás -pero no debes esperar las recompensas que sólo Dios puede dar.» Y sería un tipo lastimosamente miope el que se aferrara a las recompensas del tiempo, y dejara escapar las de la eternidad.

Así que, cuando des limosna, no lo proclames a toque de trompeta como hacen los hipócritas en la sinagoga y por la calle para que los alaben. Os digo la pura verdad: ¡Ya tienen su paga completa! Pero tú, cuando des limosna, no dejes que se entere tu mano izquierda de lo que hace tu derecha, para que la limosna sea algo que haces en secreto; y tu Padre, que ve lo que pasa en secreto, será el que te dé tu recompensa en total.

Para los judíos, el dar limosna era el más sagrado de todos los deberes religiosos. Hasta qué punto era sagrado se ve por el hecho de que los judíos usaban la misma palabra – tsedaqátanto para justicia como para limosna. El dar limosna y el ser justo eran una y la misma cosa. El dar limosna era ganar méritos a la vista de Dios, y era hasta ganar la propiciación y el perdón de pecados pasados. «Es mejor dar limosna que amontonar oro; la limosna libra de la muerte, y purga todo pecado» (Tobías 12:8). La limosna que se le da a un padre no se borrará, y como restitución por pecados arraigará firmemente.

En el día de la aflicción se tendrá presente en tu crédito. Borrará tus iniquidades como el calor la escarcha. (Eclesiástico 3:14).
Había un dicho rabínico: «Mayor es el que da limosna que el que ofrece todos los sacrificios.» La limosna está a la cabeza en el catálogo de buenas obras.

Así es que era natural e inevitable el que una persona que quisiera ser buena se concentrara en dar limosna. La enseñanza más elevada de los rabinos era exactamente la misma que la de Jesús.

También ellos prohibían dar limosna ostentosamente. « El que da limosna en secreto -decían- es mayor que Moisés.» El dar limosna que salva de la muerte es «cuando el recipiente no sabe de quién lo recibe, y cuando el dador no sabe a quién lo da.» Hubo un rabino que, cuando quería dar limosna, dejaba caer monedas a su paso para no ver quién las recogía. « Es mejor decían- no darle a un mendigo nada, antes que darle algo avergonzándole.» Había una costumbre especialmente encantadora conectada con el templo de Jerusalén. En el templo había una habitación que se llamaba La Cámara del Silencio. Los que querían hacer expiación por algún pecado ponían dinero allí; y personas pobres de buena familia que habían venido a menos en el mundo recibían ayuda de estas contribuciones.

Pero como en tantas otras cosas, la práctica se quedaba muy por debajo del precepto. Demasiado a menudo el dador daba de forma que todo el mundo pudiera ver lo que daba, y daba mucho más para glorificarse a sí mismo que para ayudar a otro. Durante los cultos de la sinagoga se hacían ofrendas para los pobres, y había algunos que se cuidaban muy bien de que los otros vieran lo que daban. J. J. Wetstein cita una costumbre oriental de los tiempos antiguos: «En Oriente, el agua es tan escasa que algunas veces había que comprarla. Cuando una persona quería hacer una buena obra, y traer bendición sobre su familia, se dirigía al aguador y en voz bien alta le encargaba: «¡Dale un trago a los sedientos!» El aguador llenaba el pellejo e iba al mercado. «¡Oh, sedientos -gritabavenid a beber de gracia!» Y el generoso estaba a su lado y decía: «Bendíceme, porque soy yo el que te ofrezco este trago.»» Esa es precisamente la clase de cosa que Jesús condena. Llama hipócritas a los que hacen tales cosas. La palabra hypokrités quiere decir actor en griego. Esa clase de gente son realmente farsantes que hacen su papel para que los aplaudan.

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