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Jesús muere en la cruz

(ii) Se sugiere que en ese momento todo el peso del pecado del mundo cayó sobre el corazón y el ser de Jesús; que ese fue el momento en que el Que no conoció pecado fue hecho pecado por nosotros (2 Corintios 5:21); y que el castigo que Él sufrió por nosotros implicó la inevitable separación de Dios que produce el pecado. Nadie puede decir que eso no fuera verdad; pero, si lo es, es un misterio que no podemos más que vislumbrar, y ante el que solo podemos adorar.

(iii) Puede ser que haya algo aquí -si podemos decirlo así- más humano. A mí me parece que Jesús no sería Jesús si no hubiera sondeado las simas más profundas de la experiencia humana.

En la experiencia humana, en él transcurso de la vida, cuando las más amargas tragedias la invaden, hay momentos cuando nos parece sentir que Dios Se ha olvidado de nosotros; cuando estamos inmersos en una situación que sobrepasa nuestro entendimiento y nos sentimos abandonados hasta de Dios. A mí me parece que eso fue lo que Le sucedió a Jesús aquí. Ya hemos visto que en Getsemaní Jesús sólo sabía que tenía que seguir adelante, porque esa era la voluntad de Dios, y Él tenía que aceptar hasta lo que no podía comprender totalmente. Aquí vemos a Jesús sondeando las más negras profundidades de la situación humana, para que no hubiera ninguna de la que pudiéramos decir que Él no la pasó antes que nosotros.

Los que Le oyeron, no Le comprendieron: Algunos creyeron que estaba llamando a Elías; esos serían judíos. En los escritos del Mar Muerto se encuentran ejemplos que parecen indicar que «Elí, Elí» se podría pronunciar «Elía, Elía.» Tal vez Jesús pronunció el versículo en su dialecto galileo del arameo. Pero también puede ser que entendieran perfectamente que estaba usando palabras de la Sagrada Escritura, y hasta en eso se burlaron de Él.

Uno de los grandes dioses del paganismo era el Sol -Helios. Una invocación al dios Sol habría empezado: «¡Helie!,» y se ha sugerido que los soldados puede que pensaran que Jesús estaba llamando al más grande de sus dioses, que había oscurecido su rostro de espanto ante aquella escena. En cualquier caso, el clamor de Jesús fue un misterio para los espectadores.

Pero aquí hay algo importante. Habría sido terrible el que Jesús hubiera muerto con un grito de angustia en Sus labios; pero no fue así. La narración evangélica prosigue diciéndonos que, cuando Jesús clamó con una gran voz, entregó Su espíritu. Esa gran voz dejó. su impronta en las mentes de los testigos. Está en todos los evangelios (Mateo 27:50; Marcos 15:37; Lucas 23:46). Pero hay un evangelio que llega más allá: Juan nos dice que Jesús murió dando un gran grito: «¡Consumado es!» (Juan 19:30). Consumado es son dos palabras en español, pero en griego es solo una: Tetélestai -como sería también en arameo. Y tetélestai es un grito de triunfo; es el grito de Uno Que ha completado Su tarea; es el grito del Que ha vencido en la contienda; es el grito de la Persona Que ha salido de las tinieblas a la gloria de la luz, y Que ha alcanzado la corona. Así es que Jesús murió como vencedor, con un grito de triunfo en los labios.

Aquí tenemos algo de valor incalculable. Jesús pasó por el abismo más insondable, y salió de nuevo a la luz. Nosotros también, si nos aferramos a Dios aun cuando parece que no hay Dios, manteniendo los restos de nuestra -fe desesperada e invenciblemente, no cabe duda que la aurora romperá y saldremos victoriosos. El vencedor es el que se niega a creer que Dios Se ha olvidado de él aun cuando todas las fibras de su ser se sientan abandonadas. Vencedores aquel- que no, deja que se le- pierda nunca la fe, aun cuando sienta que ya ha perdido toda su base. Vencedor, es, el que se ha sumido hasta las profundidades, y todavía se aferra a Dios; porque eso es lo que hizo Jesús.

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