(c) Hemos de ponerla en acción. El producto en la parábola era del treinta, sesenta o ciento por uno, lo cual era verdaderamente provechoso; pero el suelo volcánico de Galilea era famoso por sus cosechas. La verdad cristiana siempre debe manifestarse en acción. En último análisis, el cristiano recibe el desafío, no a especular, sino a actuar.
Todo esto es el significado de esta parábola cuando nos sentamos a estudiarla tranquilamente. Pero es totalmente imposible el que todo eso surja instantáneamente en la mente humana cuando se oye por primera vez. Entonces, ¿cuál sería la única cosa que le sugeriría a la multitud que la oía por primera vez junto al mar de Galilea? Sin duda esta: Que, aunque parte de la semilla nunca crezca, el hecho es que al final se recoge una cosecha espléndida.
Esta es la parábola que acaba con la desesperación. Puede que parezca que mucho de nuestro esfuerzo no produce resultados; puede que parezca que una gran parte de nuestra labor se pierde. Ese sería el sentir de los discípulos cuando veían a Jesús desterrado de la sinagoga y tenido por sospechoso. En muchos lugares, Su mensaje parecía haber fracasado, y estaban desanimados y deprimidos. Pero esta parábola les decía, y nos dice a nosotros: «¡Paciencia! Haz tu labor. Siembra la semilla. Déjale a Dios el resto. La cosecha es segura.»
Este era uno de los dichos de Jesús: «¿Verdad que no se trae una lámpara para meterla debajo de un cajón de medir o debajo de la cama? ¿Es que no se trae más bien para ponerla en el candelero?» Los versículos 21-25 son interesantes porque muestran los problemas con los que se enfrentaban los evangelistas. Estos versículos contienen cuatro dichos diferentes de Jesús. En el versículo 21 tenemos el dicho acerca de la lámpara; en el 22 hay un dicho sobre revelar cosas secretas; en el 24 hay un dicho que establece que recibiremos conforme a la medida que hayamos usado para dar, y en el 25 está el dicho acerca de que al que tiene se le dará todavía más. En Marcos, estos versículos vienen seguidos uno detrás de otro; pero el versículo 21 aparece en Mateo 5:15; el 22, en Mateo 10:26; el 24, en Mateo 7:2; y el 25, en Mateo 13:12, y también en Mateo 25:29. Los cuatro versículos consecutivos de Marcos están desperdigados por todo: Mateo. Aquí surge una cuestión práctica para nuestro estudio. No debemos tratar de encontrar ninguna conexión entre estos versículos. Está claro que no tienen ninguna relación entre sí, así es que vamos a tomarlos uno por uno.
¿Cómo fue eso de que Marcos pusiera estos dichos de Jesús uno detrás de otro y Mateo los desperdigara por todo su evangelio? La razón es bien sencilla. Jesús tenía un dominio único del lenguaje. Podía decir las cosas más pintorescas y las cosas más jugosas. Podía decir las cosas de tal manera que se grabaran en la memoria y se resistieran a ser olvidadas. Además, Él tiene que haber dicho muchas de estas cosas más de una vez. Iba pasando de un lugar a otro y de una audiencia a otra, y tiene que haber repetido mucho de Su enseñanza por dondequiera que iba. En consecuencia, la gente recordaba las cosas que había dicho Jesús -las decía de tal manera que no se podían olvidar-, pero olvidaba la ocasión en que las había dicho. El resultado fue que hubo muchos de los dichos de Jesús que se quedaron, como si dijéramos, «huérfanos». Un dicho echaba raíces en la memoria de las personas y era recordado para siempre, pero el contexto y la ocasión se olvidaban. Así es que tenemos que tomar estos dichos gráficos y examinarlos independientemente.
El primero era que no se enciende una lámpara y se pone debajo de.,an cajón de medir, que sería como ponerle una caja encima, ni se pone debajo de la cama. La lámpara está para que se ponga a la vista y para que se vea. De este dicho podemos aprender dos cosas.
(i) La verdad es para que se vea. No está para que se la oculte. Puede que haya veces cuando sea peligroso decir la verdad; cuando sea la manera más rápida de atraerse la persecución y los problemas. Pero la persona veraz, y el verdadero cristiano, estarán de parte de la verdad frente a todo.
Cuando Lutero decidió adoptar su postura frente a la Iglesia Católica Romana, en primer lugar atacó las indulgencias. Las indulgencias eran para todos los efectos remisiones de pecados que uno podía comprar de un sacerdote por un precio. Lutero trazó noventa y cinco tesis contra las indulgencias. ¿Y qué hizo con aquellas noventa y cinco tesis? Había una iglesia en Wittenberg que se llamaba la Iglesia de Todos los Santos. Estaba íntimamente relacionada con la universidad donde Lutero era profesor. Los anuncios de la universidad se solían poner en las puertas de aquella iglesia, entre ellos los de los debates académicos. No había otro tablón de anuncios en la ciudad. En aquella puerta fijó Lutero sus tesis. ¿Cuándo? El día que iba a aquella iglesia más gente, que era el día de Todos los Santos, el 1 de noviembre. Resultaba ser el aniversario de aquella iglesia, y había varios oficios religiosos a los que acudía mucha gente. Fue en la víspera del día de Todos los Santos cuando Lutero clavó sus noventa y cinco tesis en la puerta de la iglesia. Si hubiera sido un hombre cauteloso, en primer lugar no habría escrito sus noventa y cinco tesis. Si hubiera sido un hombre preocupado por su propia seguridad, nunca las habría clavado a la puerta de la iglesia. Y, si tenía
que clavarlas allí, cualquier idea de seguridad propia le habría aconsejado no escoger el día de Todos los Santos para hacer su declaración. Pero Lutero tenía el sentimiento de que había descubierto la verdad; y lo único que le interesaba era exponerla y ofrecer su vida por ella.