Comprometidos a Sembrar La Palabra de Dios

Jesús explica la parábola del sembrador

Hay algunas personasen cuyos corazones no puede penetrar la verdad cristiana. Esto es debido a la falta de interés del oyente; y esa falta de interés es debida a la incapacidad de darse cuentode lo importante que es la decisión cristiana. El Evangelio no consigue hacer un impacto en tales personas, no porque sean hostiles, sino porque son indiferentes. Creen que es irrelevante para la vida, y que se pueden pasar sin él perfectamente.

Eso podría ser verdad si la vida fuera siempre un camino fácil en el que no hubiera ni tensiones ni lágrimas; pero de hecho le viene a toda persona un tiempo cuando necesita un poder que no tiene. La tragedia es que muchos se dan cuenta de esto demasiado tarde.

(ii) Había un terreno rocoso. No es que estuviera lleno de piedras; era más bien una capita de tierra que cubría una lancha de roca caliza. Gran parte de Galilea era así. En muchos terrenos se podía ver aflorar la roca. La semilla que caía allí germinaba pronto; pero, como el suelo era tan superficial y contenía tan pocos nutrientes y humedad, el calor del sol pronto secaba las plantitas que brotaban.

Siempre es más fácil empezar una cosa que acabarla. Cierto famoso evangelista decía: «Hemos aprendido que requiere algo así como el cinco por cierto del esfuerzo el ganar a una persona para Cristo, y el noventa y cinco por ciento el mantenerle en Cristo hasta que alcanza la madurez.»

Muchas personas empiezan la vida cristiana para quedarse poco después en la cuneta. Hay dos problemas que causan este colapso. Uno es el no conseguir pensar la cosa del todo y a fondo, no llegar a darse cuenta de lo que quiere decir y de lo que cuesta, antes de empezar. El otro es el hecho de que hay miles de personas que se sienten atraídas por el Cristianismo, pero que nunca penetra más allá de la superficie de sus vidas. Es un hecho que el Evangelio es una cuestión de todo o nada. Uno está a salvo solamente cuando se ha entregado totalmente a Cristo.

Efímera es la vida y sus placeres, los goces huyen, la ilusión fenece; mas quien está a Tu lado no perece, y nada teme, porque espera en Ti.

(iii) Había un terreno que estaba lleno de espinos. Los campesinos palestinos eran perezosos. Cortaban lo que sobresalía de las malas plantas; a veces hasta quemaban lo de fuera, y el campo puede que pareciera limpio; pero las raíces seguían allí por debajo de la superficie; y a su debido tiempo brotaban con toda su fuerza. Y crecían con tal rapidez y virulencia que ahogaban la vida de la buena semilla.

Es fácil llenar la vida con tantos intereses que no queda tiempo para Cristo. Como dijo un poeta, los cuidados de la vida pueden ser como el polvo que atasca hasta tal punto que «nos olvidamos porque nos vemos obligados, no porque queremos.» Cuanto más complicada se hace la vida más necesario es tener las prioridades en su sitio; porque hay muchas cosas que tratan de desplazar a Cristo del lugar supremo que Le corresponde.

(iv) Había un terreno bueno, limpio y profundo en el que la semilla germinaba y llevaba fruto. Si hemos de beneficiarnos del mensaje cristiano, la parábola nos dice que debemos hacer tres cosas.

(a) Debemos oírla, y no podemos oírla si no escuchamos. Es característico de muchos de nosotros que estamos tan ocupados hablando, que no tenemos tiempo para oír; tan ocupados discutiendo, que no tenemos tiempo para escuchar; tan ocupados exponiendo nuestras propias opiniones, que no tenemos tiempo para prestar atención a las opiniones de Cristo; tan ajetreados, que no tenemos tiempo para la calma esencial.

(b) Hemos de recibirla. Cuando oímos el mensaje cristiano debemos realmente darle entrada en nuestra vida. La mente humana es una máquina extraña y peligrosa. Estamos hechos de tal manera, en la sabia providencia de la creación, que siempre que un cuerpo extraño amenaza con metérsenos en un ojo, se nos cierra automáticamente. Esa es una acción instintiva, refleja. Siempre qus,la mente oye algo que no quiere oír, automáticamente le cierra la puerta. Hay veces que la verdad puede hacer daño; pero otras hay que aceptar una medicina que no nos gu4la o un tratamiento desagradable para conservar la salud. El cerrar la mente a la verdad que no queremos oír puede que sea escoger un camino que conduce al fracaso y a la tragedia.

Ayúdanos a continuar sembrando La Palbara de Dios

WebDedicado ha sido autorizado a recaudar los fondos para continuar con La Gran Comisión


Deja el primer comentario

Otros artículos de Nuestro Blog

Que pueden ser de interés para ti de acuerdo a tus lecturas previas.