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Jesús explica la parábola del sembrador

La dificultad real de este pasaje se encuentra en lo que viene a continuación. Si lo tomamos en el sentido que parece tener, dice que Jesús enseñaba por parábolas a propósito para ocultarles el significado a los hombres y las mujeres corrientes. Cualquiera que fuera el sentido original del pasaje, no puede haber querido decir eso, porque si algo está tan claro como el agua es que Jesús usaba las parábolas, no para tapar el significado y ocultar la verdad, sino para permitirle a Su audiencia recibirlo y entenderlo.

¿Entonces, cómo llegó este pasaje a su forma actual? Es una cita de Isaías 6:9s. Desde hace mucho tiempo viene causando problemas a los intérpretes. Se habían pasado más de doscientos años preocupándose antes de que Jesús hiciera uso de él. El texto hebreo dice, como traduce la Reina-Valera,95: Y dijo: «Anda, y dile a este pueblo: Oíd bien, y no entenddis; ved por cierto, pero no comprendáis». Embota el corazón de este pueblo, endurece sus oídos y ciega sus ojos, para que no vea con sus ojos ni oiga con sus oídos ni su corazón entienda, ni se convierta y haya para él sanidad.

A primera vista parece que Dios le está diciendo a Isaías que tiene que seguir un camino diseñado a propósito para hacer que el pueblo no entienda. En el siglo ffl a.C. se tradujeron las Escrituras hebreas al griego, y la versión griega, llamada la Septuaginta, llegó a ser uno de los libros que ejercieron mayor influencia en el mundo, porque llevó el Antiguo Testamento a dondequiera que se hablaba el griego. Los traductores de la Septuaginta estaban alucinados con este pasaje, y lo tradujeron dándole otro sentido: y Él dijo: «Ve y dile a este pueblo: «De hecho oiréis, pero no entenderéis; y en cuanto a ver, veréis, pero no percibiréis. «Porque el corazón de este pueblo se ha embotado, y con sus oídos oyen pesadamente, y han cerrado los ojos, no sea que alguna vez vieran con sus ojos y oyeran con sus oídos y comprendieran con su corazón y fueran convertidos y Yo los sanara. » La versión griega no dice que Dios tuviera la intención de que el pueblo fuera tan torpe que no entendiera; dice que ellos se habían vuelto tan torpes que no podían entender -lo que es una cosa muy diferente. La explicación es que no hay nadie que pueda traducir o expresar por escrito un tono de voz. Cuando hablaba Isaías, hablaba medio en ironía y medio en desesperación, pero con un amor total. Él estaba pensando: «Dios me envió a llevarle Su verdad a este pueblo; y a pesar de todo el bien que les estoy haciendo, parece que les he sido enviado para cerrarles la mente al mensaje. Podría estar hablando a un muro de piedra. Se.. paría pensar que Dios les había cerrado la mente a Su mensaje.» Así es como usaba sus palabras Jesús. Su intención era que iluminaran ias mentes para comprender la verdad de Dios. Pero en muchos ojos Él veía una torpe incomprensión. Veía tantas personas cegadas por los prejuicios, ensordecidas por sus propios deseos, demasiado perezosas para pensar. Se volvió a Sus discípulos y les dijo: «¿Os acordáis de lo que dijo una vez Isaías? Dijo que cuando él llegada con el mensaje de Dios al pueblo de Dios en su tiempo, la gente era tan torpe para entenderlo que se hubiera pensado que Dios les había cerrado la mente en lugar de abrírsela; así Me siento Yo hoy.»

Cuando Jesús dijo aquello, no lo dijo con ira o irritación o amargura o desesperación; lo decía con el anhelo ardiente de un amor frustrado, con el dolor punzante de un Hombre que quería hacer un regalo estupendo, pero que Su pueblo era ciego y no quería aceptar.

Si leemos esto, no escuchando un tono de amargura sino de amor anhelante y dolido, nos sonará diferente. Nos enseñará, no que Dios cegó a la gente aposta y le ocultó Su verdad, sino que los hombres eran tan torpes de entendimiento, que parecía que no tenía sentido ni siquiera para Dios el tratar de penetrar el telón de acero de su incomprensión perezosa. ¡Que Dios nos libre de escuchar Su Palabra así!

(i) Había un suelo duro al borde del camino. La semilla podría ser que cayera en esta clase de suelo por dos razones. Los campos de Palestina tenían la forma de tiras largas y estrechas. Estas tiras estaban divididas por senderillos de tierra que permitían el paso. El resultado era que se habían puesto duros de tanto pasar la gente por allí. Cuando el sembrador echaba la semilla, una parte era inevitable que cayera allí; y no tenía posibilidad de crecer.

Pero había otra manera de sembrar. Algunas veces se ponía un saco de semilla en un burro, se le abría un agujerito en el extremo del saco, y cuando el animal iba arriba y abajo la semilla se iba cayendo. Inevitablemente, cuando el burro llegaba cerca del camino del campo, algo de la semilla caía en el camino; y no se podía evitar que los pájaros vinieran y se la comieran.

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