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Jesús explica la parábola del sembrador

Una de las tragedias supremas es que a Jesús se le expulsó de la iglesia de Su tiempo; pero eso no le podía detener de hacer Su invitación a las personas; porque cuando se le cerraron las puertas de la sinagoga, Se dirigió al templa del aire libre y enseñó a la gente por las calles- de las aldeas y por las carreteras, a la orilla del lago y en sus propios hogares. La persona que tiene un mensaje auténtico que transmitir, y un auténtico deseo de transmitirlo, siempre encontrará o creará las oportunidades.

(ii) Lo verdaderamente interesante de este capítulo es que en él vemos a Jesús empezando a usar a tope Su método característico de enseñanza por parábolas. Hasta este momento había tenido una manera de enseñar que incorporaba parábolas en cierne. El símil de la sal y de la luz (5:13-16), la alusión a las aves y a los lirios (6:26-30), la historia del constructor prudente y del imprudente (7:24-27), la ilustración de la ropa y de los odres de vino (9:16s), el cuadro de los chiquillos jugando en la plaza (11:16s) son parábolas en embrión. Son enseñanza gráfica.

Es en este capítulo donde encontramos el uso que Jesús hacía de las parábolas plenamente desarrollado y con toda su vivacidad. Como ha dicho alguien, entre otras muchas cosas que se podrían decir de Él, no cabe duda que era un maestro en el arte de la narración breve.» Antes de empezar a estudiar cada una de estas parábolas en detalle, preguntémonos por qué usó Jesús este método, y cuáles son las ventajas didácticas que ofrece.

(a) La parábola siempre hace concreta la verdad. Hay muy pocas personas que pueden captar y entender las ideas abstractas; casi todos pensamos en imágenes. Podríamos pasar mucho tiempo tratando de decir con palabras lo que es la belleza, y puede que no consiguiéramos hacérselo entender a nuestra audiencia; pero si podemos señalar algo o a alguien y decir: «¡Mirad qué belleza!», no hará falta más explicación. Podríamos pasarnos mucho tiempo tratando de definir la bondad, y al final no habría una idea más clara de ella en las mentes de nuestros oyentes; pero todo el mundo reconoce a una buena persona y una buena obra cuando las ve. Para comprenderse, toda palabra se tiene que hacer carne, tiene que personificarse; y la primera gran cualidad de la parábola es que presenta la verdad en una escena que puede ver y entender todo el mundo.

(b) Se ha dicho que toda gran enseñanza empieza en el aquí y ahora para llegar al allí y entonces. Si uno quiere enseñar acerca de cosas que su audiencia no entiende, debe empezar por cosas que sí entiende. La parábola empieza con materiales que entiende todo el mundo porque forman parte de su vida y experiencia, y de allí pasa a cosas que no entiende y le abre los ojos a cosas que no ha conseguido ver. La parábola abre la mente y los ojos de la persona empezando por donde está y conduciéndola adonde debería estar.

(c) La gran virtud pedagógica de la parábola es que despierta interés. La manera más segura de despertar el interés de la gente es contarle cuentos. La parábola pone la verdad en forma de cuento; la definición más sencilla de la parábola es cuna historia terrenal con una enseñanza celestial.» La gente no escuchará, ni se captará su atención, a menos que esté interesada; a la gente sencilla se le despierta y retiene el interés con historietas, y eso es lo que es una parábola.

(d) La parábola tiene la gran virtud de capacitar e impulsar a la persona a descubrir la verdad por sí misma. No piensa por nadie; dice: «Aquí tienes una historieta. ¿Qué te parece? ¿Qué verdad contiene? ¿Qué quiere decir para ti? Piénsatelo.» Hay algunas cosas que no se le pueden decir a nadie; cada cual tiene que descubrirlas por sí mismo. Walter Pater dijo una vez que a una persona no se le puede decir la verdad; lo único que se puede hacer es ponerla en una posición en que la pueda descubrir por sí misma. A menos que
descubramos la verdad por nosotros mismos, será algo de segunda mano y que siga fuera de nosotros; y además, si no descubrimos la verdad por nosotros mismos, lo más seguro es que pronto se nos olvidará. La parábola, como obliga a cada uno a pensárselo por sí y a sacar sus propias conclusiones, de una vez para siempre hace que la verdad sea algo real y la fija en la memoria.

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