Jesús dijo: -Esto que os digo es la pura verdad: El que no entra en el corral de las ovejas por la puerta, sino encaramándose por algún otro sitio, es un ladrón y un bandido. Pero el que entra por la puerta, ese sí es el pastor de las ovejas. A ese le abre el portero, y las ovejas le oyen hablar, y él llama a las que son suyas por sus nombres y las saca. Cuando ya ha sacado afuera todas las que son suyas, él va delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque le conocen por la voz. Pero no seguirán a un extraño, sino más bien huirán de él; porque no reconocen la voz de los extraños. Juan 10:1-6
El pastor y sus ovejas
Cuando Jesús les contó esta parábola, ellos no sabían lo que les quería decir. No cabe duda de que la descripción de Jesús como el Buen Pastor es la más apreciada y conmovedora de la piedad cristiana. La figura del pastor está entretejida en el lenguaje y la imaginería de la Biblia. No podía ser de otra manera. La parte principal de Judea es la meseta central, que se extiende unos 50 kilómetros de Betel a Hebrón, con una anchura variable entre los 20 y los 25 kilómetros. El terreno es, en su mayoría, áspero y pedregoso. Judea era uri país mucho más pastoril que agricultor; y era inevitable, por tanto, que la figura más frecuente y representativa de las tierras altas de Judea fuera la del pastor.
Su vida era muy dura. Nunca se vería un rebaño pastando sin pastor, y este no se podía distraer ni un momento. Como había poca hierba, las ovejas siempre iban deambulando; y, como no había vallas de protección, había que estar vigilando constantemente las ovejas. A los dos lados de la estrecha meseta, el terreno se precipitaba bruscamente hacia abajo, hacia los inhóspitos desiertos escarpados por los que las ovejas corrían constantemente peligro de perderse. La misión del pastor era, no sólo constante, sino peligrosa; porque, además, tenía que proteger el rebaño de los ataques de las fieras, especialmente los lobos, y de las incursiones de ladrones y bandidos. Sir George Adam Smith, el geógrafo enamorado de Palestina, escribe: « Cuando te le encuentras -en algún cerro en el que aúllan por la noche las hienas, insomne, con la mirada acostumbrada a las lejanías, curtido a la intemperie, apoyado en el cayado y siguiendo con la mirada sus ovejas dispersas, con cada una de ellas en el corazón-,entiendes por qué el pastor de Judea se remontó hasta la cabeza en la historia de su pueblo; por qué dio su nombre a los reyes y se convirtió en un símbolo de la providencia; por qué Cristo le tomó como prototipo del sacrificio.» Constante vigilancia, intrépido valor, paciente amor a su rebaño, eran las cualidades características del pastor en el pueblo de Israel.
En el Antiguo Testamento, Dios se representa a menudo como pastor, y el pueblo como Su rebaño. « El Señor es mi Pastor; nada me faltará» (Salmo 23:1). «Condujiste a Tu pueblo como ovejas por mano de Moisés y Aarón» (Salmo 77:20). « Y nosotros, pueblo Tuyo y ovejas de Tu prado, Te alabaremos para siempre» (Salmo 79:13). « Oh Pastor de Israel, escucha; Tú que pastoreas como a ovejas a José» (Salmo 80:1). «Porque Él es nuestro Dios; nosotros, el pueblo de Su prado y ovejas de Su mano» (Salmo 95:7). «Pueblo Suyo somos, y ovejas de Su prado» (Salmo 100:3). El Mesías, el Ungido de Dios, también se representa como el Pastor de las ovejas. «Como pastor apacentará Su rebaño; en Sus brazos reunirá los corderos, y en Su seno los llevará; pastoreará suavemente a las recién paridas» Isaías 40:11). «Pastoreará el rebaño del Señor fiel y justamente, y no dejará que ninguno de los Suyos tropiece en los pastos. Los guiará a todos correctamente» (Odas de Salomón 17:45). Los líderes y gobernadores del pueblo recibían el nombre de pastores. «¡Ay de los pastores que destruyen y dispersan las ovejas de Mi rebaño!» (Jeremías 23:1-4). Ezequiel hace una tremenda denuncia de los falsos líderes que buscan su propio provecho en lugar del bienestar del rebaño. «¡Ay de los pastores de Israel, que se apacientan a sí mismos!» (Ezequiel 34).