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Jesús enseña sobre la venganza

Oísteis que fue dicho: “Ojo por ojo y diente por diente”. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica,[x] déjale también la capa; a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos. Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo niegues. Mateo 5:38-42, Lucas 6:29-30

Pocos pasajes del Nuevo Testamento contienen tanta esencia de la ética cristiana como éste. Aquí tenemos la ética característica de la vida cristiana, y la conducta que debería distinguir a los cristianos de los que no lo son. Jesús empieza citando la ley más antigua del mundo -ojo por ojo, y diente por diente. Esa ley se conoce como la Lex Talionis, y se puede describir como la ley del toma y daca aplicada a las ofensas. Aparece en el código de leyes más antiguo de los que se conocen, el Código de Hammurabi, que reinó en Babilonia de 2.285 a 2.242 a.C.

El Código de Hammurabi hace una curiosa distinción entre el caballero y el trabajador: «Si alguien causa la pérdida del ojo de un caballero, perderá un ojo suyo. Si ha dañado el miembro de un caballero, el miembro suyo correspondiente será dañado. Si ha sido la causa de que un pobre perdiera un ojo, o quedara con un miembro dañado, pagará una mina de plata… Si ha causado el que a un hombre que es su igual se le caiga un diente, se le hará caer uno de los suyos. Si ha hecho que se le caiga a un pobre, pagará un tercio de una mina de plata.» El principio está claro y es aparentemente sencillo: Si un hombre ha infligido una injuria a otro, deberá sufrir una injuria igual.
Esa ley llegó a formar parte integrante de la ética del Antiguo Testamento. En él la encontramos establecida no menos de tres veces: «Pero si le causan otro daño, entonces pagarás vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe» (Éxodo 21:23-25). «El que cause una lesión a su prójimo, según lo hizo, así le sea hecho: Rotura por rotura, ojo por ojo, diente por diente; según la lesión que le haya causado al otro, igual se hará con él» (Levítico 24:19). « No lo compadecerás: vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie» (Deuteronomio 19:21). Estas leyes se citan a menudo entre las más sanguinarias, salvajes y despiadadas del Antiguo Testamento; pero antes de empezar a criticar, deberíamos notar ciertas cosas.

(i) La Lex Talionis, Ley del Talión o la ley del toma y daca, lejos de ser una ley salvaje y sanguinaria, es de hecho el principio de la misericordia. Su finalidad original era sin duda la limitación de la venganza. En los días más primitivos la venganza de sangre era característica de la sociedad tribal. Si un hombre de una tribu causaba un daño a un hombre de otra tribu, inmediatamente todos los miembros de la tribu del perjudicado salían a vengarse de todos los miembros de la tribu del que había hecho el daño; y la venganza deseada no era nunca menos que la muerte.

Esta ley limita deliberadamente la venganza. Establece que solamente el hombre que ha causado el daño debe ser castigado, y su castigo no debe exceder al equivalente del que él mismo ha causado. Vista en el trasfondo de su situación histórica, ésta no es una ley sanguinaria, sino misericordiosa.

(ii) Además, ésta no fue nunca una ley que le diera a la persona individual el derecho a vengarse por sí misma; siempre fue una ley que establecía cómo tenía que estipular el castigo un juez de un tribunal legal Los jueces examinarán el caso con toda atención, y si resulta falsa la declaración presentada por el testigo contra la otra persona,… (Deuteronomio 19:18).

Esta ley nunca tuvo la finalidad de darle al individuo el derecho a complacerse ni siquiera en la venganza del toma y daca. Siempre se pretendió que fuera una guía para un juez en la estipulación del castigo que debía recibir cualquier obra violenta o injusta.

(iii) Y además, esta ley no se cumplió nunca literalmente, por lo menos en ninguna de las sociedades semi-civilizadas. Los juristas judíos razonaban acertadamente que el cumplirla literalmente podría ser de hecho lo contrario de la justicia, porque obviamente podría suponer el pago de un buen ojo o buen diente con un mal ojo o un mal diente.

Y se llegó muy pronto a compensar el daño causado con dinero; y la ley judía establece meticulosamente en el tratado Baba Kamma cómo se ha de valorar el daño. Si una persona ha perjudicado a otra, puede haber sido de una de estas cinco maneras: Con injuria, dolor, tratamiento médico, pérdida de tiempo, e indignidad. En cuanto a la injuria, el injuriado se considera como un esclavo que se pone a la venta en el mercado. Su valor antes y después de la injuria se estipula, y el responsable de la injuria tiene que pagar la diferencia. Había sido responsable de la pérdida de valor de la persona injuriada. En cuanto a dolor, se estimaba cuánto dinero aceptaría una persona por estar dispuesta a sufrir el dolor de la injuria infligida, y el responsable de la injuria tenía que pagar esa suma. En cuanto a tratamiento médico, el causante del mal tenía que pagar todos los gastos del tratamiento médico necesario hasta que se llegara a una cura total. En cuanto a la pérdida del tiempo, el ofensor tenía que pagar la compensación por los salarios perdidos mientras el ofendido estuviera incapacitado para trabajar, y también tenía que pagar compensación si el ofendido había tenido una posición bien pagada, y luego quedaba, a consecuencia del daño, capacitado solamente para un trabajo menos remunerado. En cuanto a la indignidad, el ofensor tenía que pagar los daños por la humillación y la indignidad que la injuria había infligido. En esta práctica legal, el tipo de compensación que establecía la Lex Talionis es sorprendentemente moderna.

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