Jesús enseña del matrimonio y divorcio

La tragedia era que, como era de temer, fue la enseñanza de la escuela de Hil.lel la que prevaleció; el vínculo matrimonial se tomaba a menudo a la ligera, y el divorcio se hizo corriente por las causas más triviales.

Para completar el cuadro, hay que añadir algunos otros hechos. Es pertinente notar que bajo la ley rabínica el divorcio era obligatorio por dos razones. Era obligatorio por adulterio. «Una mujer que ha cometido adulterio debe ser divorciada.» Segundo, el divorcio era obligatorio por esterilidad. La finalidad del matrimonio era la procreación de hijos; y el divorcio era obligatorio si después de tres años una pareja seguía sin tener hijos. En este caso, la mujer se podía casar de nuevo, pero la misma disposición se aplicaba al segundo matrimonio.

Hay que mencionar otras dos disposiciones judías interesantes en relación con el divorcio. La primera, el abandono no era nunca causa para el divorcio. Si había deserción había que demostrar la muerte. El único atenuante por relajación era que, aunque todos los otros hechos tenían que ser corroborados por dos testigos según la ley judía, bastaba un testigo para demostrar la muerte del cónyuge que había desaparecido y no había vuelto.

En segundo lugar, aunque resulte raro, la locura no era razón para el divorcio. Si la mujer se volvía demente, el marido no podía divorciarla; porque, si la divorciaba, ella no tendría protector en su desgracia. Hay una misericordia conmovedora en tal disposición. Si el marido se volvía demente, el divorcio era imposible, porque en tal caso quedaba incapacitado para escribir el certificado de divorcio, y sin tal documento, que él debía escribir y entregar, no podía haber divorcio.

Cuando Le hicieron a Jesús aquella pregunta, por detrás de ella había una situación que molestaba y preocupaba. Jesús la iba a contestar de una manera que resultó alucinante para los dos bandos empeñados en la disputa, y que sugirió un cambio radical en toda la situación.

La respuesta de Jesús

Lo más probable es que los fariseos Le estuvieran preguntando a Jesús si estaba de acuerdo con la opinión estricta de Sammay o con la más suave de Hil.lel; y que buscaran de esta manera implicarle en la controversia.

La respuesta de Jesús retrotraía la cuestión a su mismo origen, al ideal de la Creación. En el principio, dijo Jesús, Dios creó a Adán y Eva como un hombre y una mujer. No cabe duda que en las circunstancias del relato de la Creación Adán y Eva fueron creados el uno para el otro, y para nadie más; su unión fue necesariamente completa e indisoluble. Ahora bien, dice Jesús, aquellos dos eran el modelo y el símbolo de todos los que vendrían después. Como dice A. H. McNeile: « Toda pareja matrimonial es la reproducción de Adán y Eva, y su unión es por tanto no menos indisoluble.»

El razonamiento es totalmente claro. En el caso de Adán y Eva, el divorcio era, no solo desaconsejable; era, no solamente equivocado: era totalmente imposible, por la sencilla razón de que no había ninguna otra persona con la que cualquiera de ellos se pudiera casar. De esta manera Jesús estaba estableciendo el principio de que el divorcio no es nunca la solución correcta de nada.

Desde ahora mismo ya debemos notar que esto no es una ley; es un principio, que es una cosa muy diferente.

Aquí vieron en seguida los fariseos un punto en el que podían atacar. Moisés (Deuteronomio 24:1) había dicho que, si un hombre quería divorciarse de su mujer porque ella no había encontrado gracia a ojos de él, y a causa de algún detalle indecente en ella, él podía darle un certificado de divorcio, y el matrimonio quedaba disuelto. Aquí tenían los fariseos la oportunidad que deseaban. Ahora podían decirle a Jesús: «¿Estás acaso diciendo que Moisés estaba equivocado? ¿No estarás Tú Tratando de abrogar la Ley divina que se le dio a Moisés? ¿Te estás colocando por encima de Moisés como legislador?»

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