Les dijo Jesús en otra ocasión: Yo me voy, y vosotros me buscaréis, y vendréis a morir en vuestro pecado. Adonde yo voy, no podéis venir vosotros. A esto decían los judíos: ¿Tal vez querrá matarse a sí mismo, y por eso dice: Adonde yo voy, no podéis venir vosotros? Y Jesús proseguía diciéndoles: Vosotros sois de acá abajo, yo soy de arriba: Vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Con razón os he dicho que moriréis en vuestros pecados; porque si no creyereis ser yo lo que soy, moriréis en vuestro pecado. Le replicaban: ¿Pues quién eres tú? Les respondió Jesús : Yo soy el principio de todas las cosas, el mismo que os estoy hablando. Muchas cosas tengo que decir y condenar en cuanto a vosotros; como quiera, el que me ha enviado, es veraz; y yo sólo hablo en el mundo las cosas que le oí a él. Ellos no echaban de ver que decía que Dios era su Padre. Por tanto Jesús les dijo: Cuando hayáis levantado en alto al Hijo del hombre, entonces conoceréis quién soy yo, y que nada hago de mí mismo, sino que hablo lo que mi Padre me ha enseñado. Y el que me ha enviado está siempre conmigo, y no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que es de su agrado. Cuando Jesús dijo estas cosas, muchos creyeron en él. Juan 8: 21-30
Fatal incomprensión
Este es uno de los pasajes de discusión y debate que son característicos del Cuarto Evangelio y tan difíciles de dilucidar. Aquí hay varias tramas de razonamiento que se entrelazan.
Jesús empieza diciéndoles a Sus oponentes que Él se marcha; y que, cuando se haya ido, se darán cuenta de lo que se han perdido, y Le buscarán, pero será en vano. Esta es una nota verdaderamente profética. Nos recuerda tres cosas.
(i) Hay ciertas oportunidades que se presentan una sola vez, y que no se repiten. A todas las personas se les presenta la oportunidad de aceptar a Jesucristo como Salvador y Señor; pero es posible que la rechacen y la pierdan, y no vuelva a presentárseles.
(ii) Está implícita en este razonamiento la verdad de que la vida y el tiempo son limitados. Tenemos un espacio de tiempo en el que tenemos que hacer nuestra decisión por Cristo. El tiempo de que disponemos es limitado, y ninguno sabemos cuál es nuestro límite. Por tanto, todas las razones están a favor de que hagamos la decisión ahora.
(iii) Precisamente porque hay oportunidad en la vida, hay también juicio. Cuanto mayor sea la oportunidad, y más claramente se nos presente, mayor será el juicio por rechazarla o perderla. Este pasaje nos pone cara a cara con la gloria de la oportunidad, y el tiempo limitado de que disponemos para
aprovecharla.
Cuando Jesús habló de marcharse, estaba hablando de Su vuelta a Su Padre y a Su gloria. Allí era precisamente adonde Sus oponentes no Le podrían seguir; porque, por su continua desobediencia y por rehusar aceptarle, se habían excluido a sí mismos de Dios. Sus oponentes recibieron Sus palabras con un gesto burlón de humor negro. Jesús dijo que no Le podrían seguir adonde Él iba, y ellos sugirieron que a lo mejor era porque iba a cometer suicidio. La punta de su observación era que, según el pensamiento judío, lo más profundo del infierno estaba reservado para los que se quitaban la vida. Con una cierta blasfemia macabra, decían: «Puede que vaya a quitarse la vida; puede que Se vaya a lo más profundo del infierno; está claro que no podremos ni querremos seguirle allí.»
Jesús dijo que, si seguían rechazándole, morirían en sus pecados. Esa es una frase profética (Cp. Ezequiel 3:18; 18:18). Esto implica dos cosas.