Jeremías 51: Juicios de Jehová contra Babilonia

Jeremías 51:63 Y tan pronto termines de leer este rollo, le atarás una piedra y lo arrojarás en medio del Eufrates,

Jeremías 51:64 y dirás: «Así se hundirá Babilonia y no se levantará más, por la calamidad que traeré sobre ella; extenuados sucumbirán .» Hasta aquí las palabras de Jeremías.

En este último mensaje de Jeremías, volvemos a encontrar los temas gemelos de la soberanía y el juicio de Dios. A Babilonia se le permitió oprimir al pueblo de Israel, pero ahora se juzgaría a la misma Babilonia. A pesar de que Dios saca cosas buenas del mal, no permite que el mal quede impune. Los malvados quizás tengan éxito por un tiempo, pero resista la tentación de seguirlos o a usted lo juzgaran con ellos.

Oráculo contra Babilonia.

Sigue la serie de profecías contra Babilonia. El estilo es muy similar al del capítulo anterior: exhortación al ataque contra la nación opresora. Yahvé la castiga por su insolencia y, sobre todo, por haber oprimido desmesuradamente al pueblo de Yahvé, Israel. La descripción de la toma de la ciudad es impresionante y dramática, siempre según el cuadro tradicional de las invasiones, sin que se requiera que sus detalles se hayan cumplido literalmente, por esa falta de perspectiva histórica que es común a los profetas, los cuales conocen sustancialmente el hecho futuro; pero, respecto a sus circunstancias, muchas veces se expresan conforme a su mentalidad e imaginación.

Exhortación a los conquistadores para combatir a Babilonia

Yahvé interviene con sus ejércitos vengadores para castigar a Babilonia la pecadora. Leb-Qamay es una cifra cabalística según el procedimiento de atbash, y equivale a Caldea, según lee el texto griego.

Yahvé va a enviar un espíritu exterminador contra Babilonia; es el genio conquistador de Ciro, que va a acabar con la arrogancia del imperio mesopotámico. Sus tropas actuarán como bieldadores, que harán dispersar a los habitantes de la gran metrópoli Yahvé mismo exhorta a los atacantes a estar prestos para la lucha: no deje el arquero su arco de la mano ni desciña su malla. No deben, pues, darse por contentos con la primera victoria, sino que deben continuar el ataque hasta exterminar al enemigo. La hecatombe será general. Y el pensamiento del profeta se vuelve, en medio de la lucha, a Israel, objeto de las predilecciones de Yahvé. La cautividad pudo dar a entender que Israel y Judá habían sido abandonados totalmente por su Dios, como viudas que se han quedado sin marido; pero no es así: No son ya Israel ni Judá viudas de su Dios. Yahvé había escogido al pueblo elegido como esposa de su juventud, y seguía amándolo; por eso nunca podrá abandonarlo totalmente. La frase su tierra está llena de crímenes ante el Santo de Israel hay que entenderla, por exigencias del contexto, como aplicada a Babilonia. Está, pues, fuera de lugar y hay que ponerla antes del versículo 5a.

Después de afirmar que Yahvé no ha abandonado a Israel y a Judá en el momento de la ruina de Babilonia, invita a todos los exilados, principalmente a los israelitas, a salir de la ciudad para que salven su vida. La iniquidad de la nación caldea ha sido colmada, y ha llegado la hora de las reivindicaciones divinas. Babel ha sido un instrumento de la justicia divina, haciendo las veces de una copa de oro que ha de pasar de labio en labio de las otras naciones a las que había que castigar. Esa copa de oro en manos de Yahvé está rebosante de la cólera divina sobre los pueblos. En 25:135, Yahvé la hace beber a todas las naciones para que se embriaguen de la ira divina: Babilonia, invadiendo y arrasando las naciones, es entonces el instrumento de su justicia. Pero ha llegado la hora a ella, que fue copa de oro en manos de Yahvé para embriagar a los otros pueblos. Se ha extralimitado en su oficio de castigar a las otras naciones, y por eso no puede quedar impune en su iniquidad: Sirvió para embriagar a toda la tierra, pero de repente Babel ha caído y ha sido rota. Babilonia ha caído de su estado de magnificencia (copa de oro) a un estado total de postración.

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