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Jeremías 38: Jeremías es encarcelado de Nuevo.

Jeremías 38:7  Oyó Ebed-melec, un etíope, eunuco de la casa real,[g] que habían puesto a Jeremías en la cisterna; y estando sentado el rey a la puerta de Benjamín,[h]

Sentado el rey a la puerta de Benjamín : Para escuchar quejas y resolver litigios. Esto le permitió a Ebed – melec acercarse al rey con una queja.

Jeremías 38:8  Ebed-melec salió de la casa del rey y habló al rey, diciendo:

La puerta de Benjamín era una de las entradas de la ciudad de Jerusalén donde se trataban los asuntos legales. Un funcionario del palacio, Ebed-melec, tuvo acceso al rey. Cuando escuchó de la situación de Jeremías, fue inmediatamente a lidiar con esta injusticia.

Jeremías 38:9  «Mi señor, el rey, mal hicieron estos hombres en todo lo que han hecho con el profeta Jeremías, al cual hicieron meter en la cisterna; porque allí morirá de hambre, pues no hay más pan en la ciudad».

Pues no hay más pan: Si no había pan, sacar a Jeremías no le serviría de mucho.

Jeremías 38:10  Entonces mandó el rey al mismo etíope Ebed-melec, diciendo: «Toma contigo treinta hombres[i] de aquí y haz sacar al profeta Jeremías de la cisterna, antes que muera».

Treinta se lee «3» en algunos manuscritos hebreos. Si la cifra correcta es 30, quizás se necesitaba protección para llevar a cabo la orden.

Jeremías 38:11  Tomó, pues, Ebed-melec consigo a los hombres y entró en la casa del rey, debajo de la tesorería;[j] tomó de allí trapos viejos, raídos y andrajosos, y con unas sogas los echó a Jeremías en la cisterna.

Jeremías 38:12  Y dijo el etíope Ebed-melec a Jeremías: «Ponte ahora esos trapos viejos, raídos y andrajosos bajo los sobacos, por debajo de las sogas». Y lo hizo así Jeremías.

Jeremías 38:13  De este modo sacaron con sogas a Jeremías y lo subieron de la cisterna. Y quedó Jeremías en el patio de la cárcel.

Ebed-melec temía más a Dios que al hombre. De entre todos los funcionarios del palacio fue el único que se levantó en contra de esta confabulación para asesinar a Jeremías. Su obediencia le pudo haber costado la vida. Debido a que obedeció, sin embargo, le perdonaron la vida cuando Jerusalén cayó. Usted puede ir junto con la multitud o hablar a favor de Dios. Por ejemplo, cuando traten a alguien con desdén o injusticia, acérquese a esa persona con el amor de Dios. Quizás sea el único que lo haga. Y, cuando a usted mismo lo traten con injusticia, asegúrese de agradecer a Dios cuando envíe a un «Ebed-melec» en su camino.

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