Las buenas nuevas de liberación
Al final del comentario de la sección Deuteronomio 59:16-21 indicamos que las promesas del versículo 21 pueden haber sido para el profeta y sus descendientes: Mi Espíritu que está sobre ti y mis palabras que he puesto en tu boca no se apartarán… Estas palabras pueden ser la base para la declaración del profeta en el versículo 1: El Espíritu del Señor Jehová está sobre mí…
El profeta, que antes se viera desprovisto de la capacidad para interceder, se vio de pronto investido del poder del Espíritu de Dios para encarnar el mensaje de liberación para Sion. Sus palabras en los versículos 1 y 2 fueron leídas por nuestro Señor Jesús en la sinagoga de Nazaret, para luego basar en ellas su testimonio mesiánico. Las figuras literarias que describen el efecto o consecuencias del ministerio del profeta, se convierten en hechos concretos en la persona y ministerio de Jesús. No obstante, pasemos a considerar el sentido de las palabras del profeta a la luz de su mismo desempeño profético.
El profeta ha adquirido conciencia de su misión profética y se siente ungido por el Espíritu de Dios para anunciar las buenas nuevas de liberación a una comunidad sumida en la humillación y la desesperación de la pobreza, en la desilusión y desaliento o “quebranto de corazón” , de la esclavitud y de la cárcel que constituye el perder la visión).
La meta de su ministerio profético es hacer resurgir la vida en medio del duelo nacional. La ceniza, que es señal de duelo, va a ser reemplazada por una diadema de gloria. Va a haber aceite de regocijo y manto de alabanza.
¿En qué reside la garantía de estas buenas nuevas? La respuesta fue dada en 60:21 y se repite aquí en el versículo 3: Serán efectivas porque han sido destinadas para manifestar la gloria divina. Para Dios es un asunto de honor que la ruina y la desolación desaparezcan del país y que sean restauradas las ciudades destruidas.
En los versículos 5-9 y en versículo 11 el profeta concibe la reunificación de toda la humanidad en un solo pueblo, en medio del cual Israel asumirá el sitial del sacerdocio. Todos ellos estarán entregados por completo al servicio de Dios, mientras que las demás naciones llevarán a cabo las actividades seculares.
Quizá teniendo en mente la vergonzosa remuneración y el abandono por parte del pueblo de sus guías espirituales, los sacerdotes y los levitas de los días del profeta, él vislumbra que en lugar de la presente vergüenza habrá doble porción y en lugar de la afrenta se regocijarán por su heredad.
Los versículos 8 y 9 siguen refiriéndose a este nuevo y más extenso radio del servicio sacerdotal de todo el pueblo de Israel. Jehová recompensará sus obras con fidelidad, sobre la base de un pacto eterno (v. 8). No como hizo el pueblo de Israel con sus sacerdotes y levitas, a los cuales abandonó. El encumbramiento de Israel a un sitial glorioso en medio de los pueblos hará que todos reconozcan que ellos son la simiente que Jehová bendijo.
La justicia como la base de la recompensa de los siervos de Dios, y la alabanza a Dios como resultado del cumplimiento del ministerio sacerdotal delante de todas las naciones, son lo que el Señor mismo va a hacer germinar en el planeta tierra.
El versículo 10 interrumpe la secuencia del pensamiento expuesto arriba, por lo cual se cree que su sitio original habría sido al final del capítulo, después de las palabras del versículo 11. El versículo 10 en realidad subraya la investidura del profeta para anunciar las buenas nuevas de salvación y de justicia. Es muy posible que el contenido del versículo 10 haya sido traspuesto en una fase temprana de la transmisión, siendo su lugar correcto antes Deuteronomio 62:1, donde se retoma el tema de la justicia y la salvación. [/private]