Isaías 48:1 Oíd esto, casa de Jacob, los que lleváis el nombre de Israel y salisteis de las entrañas de Judá, los que juráis por el nombre del Señor y hacéis mención del Dios de Israel, pero no en verdad ni en justicia,
Una acusación contra Israel por idolatría, obstinación e hipocresía. Israel había conocido el verdadero culto; pero, desdeñando al verdadero profeta, confió más en sus ídolos secretos, por lo que tendría que purificarse en el cautiverio.
El pueblo de Judá se sentía confiado porque vivía en Jerusalén, la ciudad del templo de Dios. Dependieron de su herencia, ciudad y templo, pero esta era una seguridad falsa ya que no dependieron de Dios. ¿Se siente seguro porque asiste a la iglesia o vive en cierto país cristiano? Ni la herencia, los edificios ni las naciones pueden darnos una relación con Dios. Debemos depender verdaderamente de El en forma personal, con todo nuestro corazón.
Isaías 48:2 aunque lleváis el nombre de la ciudad santa, y os apoyáis en el Dios de Israel, cuyo nombre es Señor de los ejércitos.
Isaías 48:3 Las cosas pasadas desde hace tiempo las declaré, de mi boca salieron y las proclamé. De repente actué y se cumplieron.
Isaías 48:4 Por cuanto sé que eres obstinado, que tendón de hierro es tu cerviz y de bronce tu frente,
Isaías 48:5 yo, pues, te las declaré desde hace tiempo; antes de que sucedieran te las proclamé, no sea que dijeras: «Mi ídolo las ha hecho, y mi imagen tallada o fundida las ha ordenado.»
Isaías 48:6 Lo has oído; míralo todo. Y vosotros, ¿no lo declararéis? Desde este momento te hago oír cosas nuevas y ocultas que no conocías.
Isaías 48:7 Ahora han sido creadas, y no hace tiempo, y antes de hoy no las habías oído, para que no digas: «He aquí, yo las conocía.»
Isaías 48:8 Sí, tú no las oíste, ni nunca las conociste; ciertamente, no habían sido abiertos de antemano tus oídos, porque yo sabía que obrarías con mucha perfidia, y rebelde te han llamado desde el seno materno.
Isaías 48:9 Por amor a mi nombre contengo mi ira, y para mi alabanza la reprimo contigo a fin de no destruirte.
No había nada en las acciones, actitudes y logros de Israel que obligaran a Dios a amarlos y salvarlos. Pero por amor a sí mismo, para mostrar quién es El y lo que puede hacer, los salvó. Dios no nos salva porque seamos buenos, sino porque nos ama y por su naturaleza misericordiosa.
Isaías 48:10 He aquí, te he purificado, pero no como a plata; te he probado en el crisol de la aflicción.
¿Se queja con facilidad cuando su vida se vuelve complicada o difícil? ¿Por qué un Dios amoroso permitirá que sus hijos atraviesen por toda clase de experiencias desagradables? Este versículo nos muestra sencillamente que Dios nos pone a prueba «en horno de aflicción». En lugar de quejarnos, nuestra respuesta debería ser volvernos a Dios en fe buscando fortaleza para soportar y regocijarnos en nuestros sufrimientos. Sin la prueba, nunca sabremos de qué somos capaces, ni creceríamos. Y sin la purificación, no seríamos más puros ni más semejantes a Cristo. ¿Qué clase de adversidad enfrenta actualmente?