Isaías 29:18 En aquel día los sordos oirán las palabras de un libro, y desde la oscuridad y desde las tinieblas los ojos de los ciegos verán.
Isaías 29:19 Los afligidos aumentarán también su alegría en el Señor, y los necesitados de la humanidad se regocijarán en el Santo de Israel.
Isaías 29:20 Porque el violento tendrá su fin, el escarnecedor será acabado, y serán cortados todos los que se desvelan por hacer el mal;
Isaías 29:21 los que hacen que una persona sea acusada por una palabra, tienden lazos al que juzga en la puerta, y defraudan al justo con vanos argumentos.
Isaías 29:22 Por tanto el Señor, que redimió a Abraham, dice así acerca de la casa de Jacob: Jacob no será ahora avergonzado, ni palidecerá ahora su rostro;
Isaías 29:23 porque cuando vea a sus hijos, la obra de mis manos, en medio suyo, ellos santificarán mi nombre; ciertamente, santificarán al Santo de Jacob, y tendrán temor al Dios de Israel.
Isaías 29:24 Los descarriados de espíritu conocerán la verdad, y los murmuradores aceptarán instrucción.
Humillación y liberación milagrosa de Jerusalén
En esta sección el profeta llama a Jerusalén con un nombre simbólico, Ariel, así como en 22:1 la llamó el Valle de la Visión. Pero esta vez, el vasto simbolismo encerrado en el nombre Ariel es realmente asombroso:
(1) En primer lugar, el nombre se compone de las palabras arí, “león”, y El, “Dios”. Jerusalén es el “león de Dios”, y por el uso hiperbólico de la partícula teofórica el, llega a significar “el león más poderoso”. El león constituye en todas partes símbolo de realeza. Y justamente, es el símbolo de la tribu de Judá que daría a Israel la gloriosa dinastía real de la casa de David. También la ciudad moderna de Jerusalén, capital del estado de Israel, ha adoptado el perfil del león como emblema de su municipalidad.
(2) En segundo lugar, la palabra ariel, tanto en moabita como en hebreo, tiene un uso metonímico para referirse a los héroes, a los más valientes de los hombres, a los paladines del ejército. En este sentido, Jerusalén es la sede de los jefes más poderosos de la revuelta contra Asiria. Esta profecía fue pronunciada cuando Ezequías estaba a la cabeza de los reyes de la región del mar Mediterráneo. Sin embargo, el sentido que el profeta daría a este término sería, en este caso, irónico. Compare las palabras del Rabsaces en 36:14, 16 y 18; ponga atención a sus palabras: No os engañe Ezequías… ¡No escuchéis a Ezequías!
(3) En tercer lugar, la palabra ariel es usada por Ezequiel para referirse al “ara”, la parte del altar donde las víctimas eran consumidas por el fuego. En este sentido, la palabra derivaría también de una raíz semítica conservada en el árabe, y que significa “consumir en el fuego”. Es en este sentido que usa Isaías la palabra al final del versículo 2: “Ella (Jerusalén) será para mí un Ariel“. En otras palabras Jerusalén, sede del altar de Jehová, sería presa del fuego de la guerra: Yo pondré a Ariel en aprietos, y será para mí un Ariel.