Isaías 22:1 Profecía sobre el valle de la visión[a] Profecía sobre el valle de la visión:[b] ¿Qué tienes ahora, que con todos los tuyos has subido sobre los terrados?
Esta profecía sobre el valle de la visión (Jerusalén) trata de la invasión de Senaquerib en el 701 a.C.
Isaías 22:2 Tú, llena de alborotos, ciudad turbulenta, ciudad alegre; tus muertos no son muertos a espada ni muertos en guerra.
Isaías 22:3 Todos tus príncipes juntos huyeron del arco, fueron atados; todos los que en ti se allaron,[c] fueron atados juntamente, aunque habían huido lejos.
Isaías 22:4 Por esto dije: «Dejadme, lloraré amargamente; no os afanéis por consolarme de la destrucción de la hija de mi pueblo».
Isaías está abatido por el alboroto de Jerusalén. Nadie ha muerto aún, pero la estrategia militar fracasará.
Isaías le advirtió a su pueblo, pero no se arrepintieron, así que experimentarían el juicio de Dios. Debido a su desvelo, a Isaías le dolió el castigo y lo lamentó en gran manera. Algunas veces las personas por las que nos preocupamos desconocen nuestros esfuerzos por ayudarlas, por lo tanto sufren las mismas cosas que les queremos evitar. En momentos así sufrimos debido a nuestra preocupación. Dios espera que estemos junto a los demás y esto quizás algunas veces nos haga sufrir junto con ellos.
Isaías 22:5 Porque es día de alboroto, de angustia y confusión, de parte del Señor, Jehová de los ejércitos, en el valle de la visión, para derribar el muro y clamar al monte.
Isaías 22:6 Elam tomó la aljaba, con carros y con jinetes, y Kir sacó el escudo.[d]
Los elamitas y los hombres de Kir estaban bajo el gobierno de los asirios. Todo el ejército asirio, incluyendo sus vasallos, se unieron en el ataque contra Jerusalén.
Isaías 22:7 Tus hermosos valles se llenaron de carros, y los jinetes acamparon junto a la puerta.
Aunque Ezequías era un buen rey, la mayoría de la gente seguía en la misma situación en que se encontraba desde los días de Acaz. Dios permitiría una invasión asiria que no triunfaría completamente, pero que ocasionaría grandes perjuicios a Judá y a Jerusalén. Senaquerib había organizado un ejército internacional.
Isaías 22:8 Cayeron las defensas de Judá, y en aquel día miraste hacia la casa de armas del bosque.[e]
La casa de armas del bosque : Donde se guardaban los implementos de guerra.
Isaías 22:9 Visteis las brechas de la ciudad de David, que se multiplicaron; y recogisteis las aguas del estanque de abajo.
Isaías 22:10 Contasteis entonces las casas de Jerusalén y derribasteis casas para fortificar el muro.[f]
Isaías 22:11 Hicisteis foso entre los dos muros para las aguas del estanque viejo;[g] pero no tuvisteis respeto al que lo hizo, ni mirasteis al que desde antiguo lo había planeado.[h]
Del estanque viejo : Alude al estanque de Siloé.
Los líderes hicieron lo que pudieron a fin de prepararse para la guerra: obtuvieron armas, inspeccionaron las murallas y almacenaron agua. Pero todo su trabajo fue inútil debido a que nunca pidieron la ayuda de Dios. Demasiado a menudo nos volvemos a las cosas que, aun cuando son buenas, en verdad no nos darán la ayuda que necesitamos. Debemos conseguir las armas e inspeccionar las murallas, pero Dios debe guiar el trabajo.
Isaías 22:12 Por tanto, el Señor, Jehová de los ejércitos, llamó en este día a llanto y a lamentación,
a raparse el cabello y a vestir ropas ásperas.
Isaías 22:13 Mas hubo gozo y alegría matando vacas y degollando ovejas, comiendo carne, bebiendo vino y diciendo: «¡Comamos y bebamos, porque mañana moriremos!».[i]
«El valle de la visión» se refiere a la ciudad de Jerusalén, donde Dios se autorreveló. Atacarían a Jerusalén a menos que el pueblo de Dios regresara a El. En lugar de eso utilizó todo medio de protección posible, excepto pedir la ayuda de Dios. Quería confiar en su ingenio, en sus armas e incluso en sus vecinos paganos.
Isaías 22:14 Esto fue revelado a mis oídos de parte de Jehová de los ejércitos: «Este pecado no os será perdonado hasta que muráis», dice el Señor, Jehová de los ejércitos.
En 2 de Crónicas 32 se consigna la construcción del túnel de Ezequías como una estratagema astuta para frustrar los planes de Senaquerib de envenenar las fuentes de agua de Jerusalén. Crónicas también califica de acción responsable los preparativos militares de Jerusalén. Sin embargo, Isaías ofrece una visión del pecado de sus habitantes, quienes obraban sin confiar en Dios (no tuvisteis respeto al que lo hizo). Ezequías sí se volvió más tarde a Dios.
El pueblo dijo «comamos y bebamos» porque sus esperanzas estaban perdidas. Atacados por todas partes, debieron haberse arrepentido, pero en su lugar decidieron hacer una comilona. La raíz del problema residía en que Judá no confiaba en el poder y las promesas de Dios. Cuando usted enfrente dificultades, vuélvase a Dios. En la actualidad también vemos gente que ha perdido toda esperanza. Existen dos respuestas comunes hacia la impotencia: desesperación y desenfreno. Pero esta vida no es todo lo que existe, así que no debemos actuar como si no hubiera esperanza. La respuesta adecuada es volverse a Dios y confiar en su promesa de un futuro perfecto y justo en el nuevo mundo que El creará.
Isaías 22:15 Sebna, sustituido por Eliaquim[j] Jehová de los ejércitos dice así: «Ve a encontrarte con este tesorero, con Sebna el mayordomo, y dile:
Isaías 22:16 “¿Qué tienes tú aquí o a quién tienes aquí, que labraste aquí un sepulcro para ti, como el que en lugar alto labra su sepultura o el que esculpe para sí una morada en la roca?[k]
Isaías 22:17 He aquí que Jehová te transportará en duro cautiverio, y de cierto te cubrirá el rostro.[l]
Isaías 22:18 Te echará a rodar con ímpetu, como a una bola por tierra extensa; allá morirás y allá estarán los carros de tu gloria, ¡vergüenza de la casa de tu señor!
Isaías 22:19 Te arrojaré de tu lugar y de tu puesto te empujaré.
Sebna : Era el chambelán y tesorero del rey, sobre quien recayó el juicio de Dios por su falta de confianza en el Altísimo
Isaías 22:20 »En aquel día llamaré a mi siervo[m] Eliaquim, hijo de Hilcías.[n]
Isaías 22:21 Lo vestiré con tus vestiduras, lo ceñiré con tu talabarte y entregaré en sus manos tu autoridad; y él será un padre para el morador de Jerusalén y para la casa de Judá.
Isaías 22:22 Y pondré la llave de la casa de David sobre su hombro: él abrirá y nadie cerrará, cerrará y nadie abrirá.[ñ]
Isaías 22:23 Lo hincaré como un clavo en lugar firme y será motivo de honra para la casa de su padre.
Isaías 22:24 Colgarán de él toda la honra[o] de la casa de su padre, los hijos y los nietos, todos los vasos menores, desde las tazas hasta toda clase de jarros.
Isaías 22:25 »Aquel día, dice Jehová de los ejércitos, el clavo hincado en lugar firme será quitado; será quebrado y caerá. Y la carga que sobre él se puso se echará a perder;[p] porque Jehová ha hablado”».
Eliaquim fue sucesor de Sebna y sirvió como un padre [consejero]… de Jerusalén. Eliaquim era un prototipo de Cristo; lo que se dice de él se dice de Cristo en Revelaciones 3:7. Clavo : Los sucesores de Eliaquim no serían tan fieles como él y, por lo tanto, serían echados a un lado.
Sebna, mayordomo del palacio u oficial del mismo, era materialista como el resto de la gente de Jerusalén. Quizás perteneció al grupo que apoyaba la alianza con los extranjeros, pasando así por alto el consejo de Isaías. El Señor reveló que Sebna perdería su posición y Eliaquim lo reemplazaría. Este sería el «clavo» que hincarían «en lugar firme» (22.23). Es lamentable, pero Eliaquim también caería.
Valle de la Visión
Esta sección, que abarca todo el cap. 22, se compone en realidad de dos profecías distintas en fecha y en contenido:
(1) la profecía contra Jerusalén, llamada simbólicamente Valle de la Visión
(2) la profecía acerca de Sebna y Eliaquim, que se relaciona con la anterior en su radio geográfico y con la trama política.
Llama mucho la atención en la primera profecía el nombre simbólico que se le da a Jerusalén. También en el capítulo anterior el profeta recurre al uso de nombres simbólicos, y llama a Jerusalén: Ariel. Valle de la Visión, en hebreo Guéijizayón, puede referirse a la situación baja de la ciudad de Jerusalén en relación con la elevación del monte de los Olivos al este, el monte Moriah al norte y el monte Sion al oeste. Pero es muy probable que el profeta tiene en mente la depresión que separaba el monte Moriah y la Ciudad de David al este, del monte Sion al oeste. Esta depresión, conocida hasta el día de hoy en árabe como ElWad (en heb., Haguéi H1475, “hoyo”) está en el centro del emplazamiento de la antigua ciudad de Jerusalén. Aunque ahora está casi cubierta por los escombros de miles de años de destrucción, allí había antiguamente un barrio. En griego se le llamaba “valle de Tiropoyón” (Tiropoyón significa “los que hacen queso”).
Es muy probable que la casa de Isaías estaba en esta parte de Jerusalén. Y como él es el vidente, el hombre que constituye el receptáculo de la visión divina, usa este nombre simbólico para referirse a toda Jerusalén.
La profecía en sí constituye una amarga y enérgica condena de parte del profeta Isaías contra los dirigentes y el pueblo de Jerusalén. La ocasión fue un acontecimiento no especificado y que desató el regocijo y la alegría del pueblo, que sin excepción subió a las azoteas para presenciar alguna celebración o alguna marcha triunfal.
El profeta llama a Jerusalén ciudad turbulenta, “urbe desenfrenada”. Su regocijo y alegría alimenta una burla directa contra el mensaje del profeta. En el versículo 13 dice: He aquí que hay regocijo y alegría. Se matan vacas y se degüellan ovejas; se come carne y se bebe vino… Y decían al profeta con escarnio: “¡Comamos y bebamos que mañana moriremos!
Esto es aun más grave si tuvo lugar inmediatamente o no mucho después de que el Señor mismo librara a Jerusalén de los ejércitos de Senaquerib. El profeta les hace recordar todos los preparativos febriles que hicieron para escapar de la ruina y que de nada sirvieron porque Dios intervino directamente para exterminar a los que habían profanado su nombre. Pero es grave y triste que a pesar de aquella gran liberación divina, el pueblo liberado profana el nombre de su Dios y se comporta de una manera ofensiva a la gloria de su majestad. El versículo 11 dice: Pero no has puesto la mirada en el que ha hecho esto; no habéis visto a aquel que hace mucho tiempo lo produjo.
¿Quiénes serían los principales objetos de la ira santa y de la amargura del profeta? Es evidente que eran sus adversarios políticos que en otra ocasión también le habían respondido atrevidamente, retando a Dios: “Dese prisa; apresúrese su obra para que la veamos. Acérquese y venga el plan del Santo de Israel, para que lo conozcamos“ (5:19). Es probable que también las palabras del versículo 13 fueron dirigidas sarcásticamente contra el profeta. A decir verdad, aunque los que favorecían el dominio de Asiria no eran sus queridos amigos, menos lo eran los que favorecían la política de alianza con Egipto y de rebelión contra Asiria. Estos últimos se destacaban por su irresponsabilidad política, por su inmoralidad, por su burla de la palabra de Dios y por su menosprecio del ministerio profético.
Se ha interpretado esta profecía como anterior a la liberación divina de Jerusalén acosada por las fuerzas de Senaquerib en 701 a. de J.C. Los versículos 8-11 han sido interpretados como una profecía. Luego, Elam, Siria y Quir, mencionados en el versículo 6, han sido considerados como componentes étnicos del ejército de los asirios. Pero justamente este versículo puede constituir la clave para la interpretación correcta de toda esta sección: Elam es una clara referencia a Persia, y Quir, el lugar a donde los sirios fueron llevados en cautiverio, y su mismo lugar de origen. Esto favorece la traducción de la RVA de Siria en lugar de “hombre”. Quir también está al norte de Persia, en la región contigua al mar Caspio.
Esta profecía señala al pueblo medopersa como el agente del juicio divino contra su pueblo. Y el hecho de que la profecía ni mencione el papel de Babilonia en aquellos acontecimientos es un poderoso argumento en favor de la relación de esta profecía con Isaías y su tiempo. Isaías vio los acontecimientos futuros a gran distancia y a veces con las inexactitudes propias de esta perspectiva.
El profeta vislumbra el final de Jerusalén en los versículos 2-5 en términos que sí tuvieron su cumplimiento, aunque no ante los persas sino ante los babilonios. Puesto que los que se burlaban de Dios decían “¡Comamos y bebamos que mañana moriremos!“ , Jehová de los Ejércitos ha revelado que: Ciertamente este pecado no será perdonado hasta que muráis.
En la segunda profecía, en los versículos 15-25 tenemos un ejemplo de las personas que constituían el foco de las furibundas palabras del profeta: Sebna. Esta profecía no fue expresada después de la que acabamos de exponer, sino antes, pues cuando Senaquerib rey de Asiria invadió Judá por el año 701 a. de J.C., Sebna ya había sido destituido de su lugar y su puesto lo ocupaba Eliaquim hijo de Hilquías. Como lo podemos constatar en 36:3, Eliaquim ascendió al sitial de administrador del palacio, y el Sebna que aparece a su lado es otro personaje, no el Sebna que nos ocupa hoy.
¿Por qué esta profecía contra Sebna aparece como un apéndice de la profecía del Valle de la Visión? ¿Acaso porque este Sebna constituye un ejemplo de desfachatez, de cara dura, de deshonra de la casa real y de insolencia contra Jehová y su siervo Isaías? ¿No sería él uno de los que decían ante el profeta: “¡Comamos y bebamos, que mañana moriremos!“? ¿No sería él uno de los que arrastraron al rey Ezequías tras la suicida política “egipcia” que tantas desgracias ocasionó a Israel?
Sebna parece no haber sido judío, sino un extranjero. El nombre de su padre no se da, por lo cual se supone que él no tenía raíces en Judáx. Su nombre es arameo, lo que hace suponer que era sirio. Pero Sebna, de ninguna manera era un “temeroso de Jehová” o un fiel prosélito a la fe de Israel, como Urías el heteo.
En el versículo 16 el profeta incluye tres veces la palabra aquí, para hacer énfasis en el hecho de que Sebna no pertenecía al pueblo de Dios ni a Jerusalén ni tenía que ver con ellos. Sin embargo, había mandado labrar su sepulcro allí junto a Jerusalén, alto en la peña, a la manera de los miembros de la nobleza real de Judá.
En los versículos 17-19 el profeta comunica el juicio divino de deposición y eliminación contra Sebna, usando la analogía de un ovillo de hilo que después de ser enrollado por completo es arrojado con violencia. Y justamente va a parar a donde jamás hubiera querido ir: a una tierra espaciosa. Con este epíteto, “tierra espaciosa” (en acadio, mat quibratim) es también llamada la tierra de Asiria.
En aquel día, cuando el juicio contra Sebna se cumpla, Dios mismo señalará a su siervo Eliaquim hijo de Hilquías para ocupar el lugar de Sebna. El sí sería condescendiente con el pueblo que representaría, en lugar de andar en “carros espléndidos“x como Sebna, que no podía ni siquiera disimular sus pretensiones de poder. Mientras que Sebna se comportó como una vergüenza de la casa de su señor el reyx, Eliaquim constituiría “un trono de gloria para la casa de su padre“x.
Tanto Sebna como Eliaquim son comparados con una estaca clavada en la pared, en un lugar firme. Pero mientras que la estaca de Sebna cedería, y la carga que se colgó sobre ella sería destruidax, de Eliaquim dependería toda la gloria de la casa de su padre, la prole y la posteridadx.
Las palabras de Isaías contra Sebna se cumplieron, no porque Isaías gozara de exagerado poder político, como para manipular al rey, sino porque era Jehová el que había hablado.
El valle de la visión Es uno de los tantos nombres con que se ha llamado a la ciudad de Jerusalén. El nombre más antiguo de esta insigne ciudad fue Salem; posteriormente fue llamada Jebus, por pertenecer a los jebuseos; Isaías la nombra con el nombre de Arielx; también se le conoce con el nombre de «Ciudad del gran Rey»; la ciudad Santa.
Después de ser tomada la «parte baja de la ciudad» por David recibió su nombre actual y fue llamada también la Ciudad de David.
Jerusalén se encuentra situada en el extremo oriental de una elevada meseta, rodeada por profundos valles: el del Cedrón, al este, y el de Hinnon, que le rodea al sur y al oeste, formando una especie de península solo accesible por el norte. La ciudad perteneció sucesivamente a cananeos, egipcios e israelitas. Fue destruida en el siglo VI a. de J.C. por los babilonios y reconstruida por los persas. En el 331 fue tomada por Alejandro, pasando después al dominio de los egipcios y luego al de los seléucidas de Siria.
Después de la separación de las diez tribus, Jerusalén siguió siendo la capital de reino de Judá. Según
las estadísticas que existen, Jerusalén ha sido saqueada y omada diecisiete veces, la última de éstas en el año 70-71 d. de J.C. por el emperador romano Tito. Después de este hecho, la nación judía dejó de existir como tal.
El hecho que comenta Isaías en el capítulo 22:1-14, se relaciona con el ataque de Senaquerib a Jerusalén, en el año 14 del reinado de Ezequías.