Isaías 21:17 y los sobrevivientes del número de los valientes flecheros, hijos de Cedar, serán reducidos; porque Jehová, Dios de Israel, lo ha dicho».
Babilonia
Esta es la primera de cuatro profecías que se refieren a pueblos o naciones mediante nombres simbólicos. Las otras tres son introducidas en 21:11, 13 y 22:1. El radio geográfico de visión profética en esta sección no es exclusivamente la ciudad de Babilonia, sino toda la región del sur, hasta el golfo Pérsico y hacia el sudeste, la región conocida como Kuzistán, que actualmente está en Irán, y que antiguamente era una parte de Persia conocida como Elam, con su capital, Susa. Este radio geográfico justifica el título Desierto del Mar, pues uno de los nombres con que se conocía el territorio de la provincia de Babilonia en acadio, el idioma de Mesopotamia, era mat Tiamti, o “tierra del mar”. Y a la verdad, la región es desértica, a no ser por las obras de irrigación y utilización de las aguas del río Eufrates, que convirtieron el área pantanosa en área de canales y represas. Hay que recordar que aun en aquella época existía conciencia de que esta región había estado antes bajo el mar.
En el mismo versículo 1 se manifiesta elípticamente en qué consiste esta dura visión: Como los torbellinos que pasan por el Néguev, así viene del desierto, de la tierra horrenda. El profeta no dice qué es lo que viene del desierto. Esta es característica de las profecías del cap. 21. Su lenguaje es entrecortado, casi incoherente, como si hablara presa del pánico, como si le llegara a faltar el resuello.
La analogía de los torbellinos de Néguev puede ser una referencia a las tempestades de viento que provienen del desierto arábico en la región al sur de Mesopotamia, pero es muy posible que aquí el Néguev sea el desierto al sur de Israel. De ser así, éste puede ser un indicio de que el profeta está en Israel, no en Babilonia, y que contrariamente a lo que muchos investigadores creen, es el mismo Isaías hijo de Amoz. La mayoría de los investigadores modernos ven en esta profecía, así como la Deuteronomio 13:1 en adelante, fragmentos proféticos del período previo al retorno a Sion en la alborada del período persa.
A continuación el profeta presenta los factores que harían a Babilonia merecedora del juicio divino: traición y destrucción. Y el juicio divino sería ejecutado por medio de la nación medopersa o elamita: ¡Sube, oh Elam! ¡Asedia, oh Media!. La expresión Hice cesar todo su gemido también puede ser traducida: Haz cesar todo su gemido (vocalizando hashbíti, en lugar de hishábti, como lo sugiere la Stuttgartencia). En tal caso, estas palabras son la continuación de la orden divina dada al ejército medopersa. El gemido en cuestión es el que sube al cielo desde la ciudad de Babilonia: el gemido de todos aquellos que son víctimas de su traición y de su política destructiva.
El profeta confiesa que es dura la visión que le ha sido revelada. En los versículos 3 y 4 él no expresa los sentimientos amargos de hostilidad de los profetas del período exílico, lo cual constituye una credencial más para la paternidad literaria de Isaías hijo de Amoz sobre esta profecía, pues la perspectiva política es mucho más antigua que el período exílico. Los acontecimientos que vislumbra le traen profunda consternación, no sólo porque involucran la tragedia humana, sino porque de alguna manera la historia futura envuelve a su propio pueblo, Israel.