Isaías 14: El rey de Babilonia, objeto de burla

Isaías 14:29 No te alegres tú, toda Filistea, por haberse quebrado la vara[s] del que te hería; porque de la raíz de la culebra saldrá una víbora, y su fruto será una serpiente voladora.[t]

Filistea : Los filisteos aparentemente ofrecieron concertar una coalición contra Asiria. Isaías había advertido contra tales alianzas externas. De ahí que Dios usara a Asiria ( el norte ) contra Filistea.

La vara y la raíz de la culebra son alusiones al rey de Asiria, Salmanasar V, quien recibía tributos de Israel y por último dirigió el primer sitio de Samaria en el 722 a.C. La serpiente voladora era Sargón II, el sucesor de Salmanasar que finalizó el sitio.

Isaías 14:30 Los primogénitos de los pobres serán apacentados[u] y los necesitados se acostarán confiados; mas yo haré  morir de hambre tu raíz y destruiré lo que quede de ti.

Isaías 14:31 ¡Aúlla, puerta! ¡Clama, ciudad! ¡Disuelta estás por entero, Filistea!,[v] porque como un humo viene del norte, y ni uno solo faltará de sus filas.

Isaías 14:32 ¿Y qué se responderá a los mensajeros de las naciones? Que Jehová fundó a Sión[w]y que a ella se acogerán los afligidos de su pueblo.

Este capítulo se refiere a un fenómeno histórico religioso, en cierto sentido nuevo, que tiene que ver con una considerable cantidad de babilonios que se convirtieron al judaísmo mientras los judíos permanecieron cautivos en Babilonia. Ellos optaron por compartir el destino de Israel, aunque el profeta todavía no logra esconder su rencor contra ellos. A este fenómeno también se refiere la segunda parte de Isaías, aunque en términos más positivos y cariñosos.

El juicio contra Babilonia se vislumbra como un día sombrío, como el mismo día de Jehová. Ante la cercanía de ese día se contempla un éxodo masivo de Babilonia, hasta el punto de que la gente que quede en ella sea tan poca como el oro, considerado caro por su rareza.

Se vislumbra la total destrucción de Babilonia por mano de los medos. En 13:19 y 20 se dice: Y Babilonia, el más hermoso de los reinos, la gloria y el orgullo de los caldeos, será como cuando Dios trastornó a Sodoma y a Gomorra. Nunca más será habitada, ni será poblada de generación en generación. Aunque las cosas no sucedieron así inmediatamente después de la caída de Babilonia, porque a la verdad la ciudad no fue destruida como esperaba el profeta, esta profecía expresa el fuerte sentimiento de amargura contra Babilonia que se cobijaba en el fondo del corazón de los judíos del cautiverio. Con el paso de los siglos Babilonia sí tuvo el final profetizado, tras ser destruida por Seleuco Nicator, rey de Siria, en el año 312 a. de J.C. Habían transcurrido en el intervalo el apogeo y la decadencia del imperio persa y del imperio macedónico.

En 14:3-8 se vislumbran los días de sosiego y de regocijo que experimentarían todos los países de la tierra tras la caída del imperio babilónico. Sobre todo en el versículo 8 se personifica a los cipreses y a los cedros del Líbano, diciendo: “Desde que tú pereciste, no ha subido contra nosotros el talador.“ La región del Líbano fue indiscriminadamente arruinada por los babilonios para aprovechar la madera de sus bosques; de ello hay muchas evidencias en las fuentes acádicas.

En 14:9-20 se describe el descenso del rey de Babilonia al Seol, sin gloria ni funerales. El recibe la bienvenida satírica de todos los reyes que él mismo había hecho descender al Seol. Ellos se levantan de sus tronos, estremecidos por el gran acontecimiento de la caída del rey de Babilonia. Las sombras de dichos reyes se dirigen hacia él, y le dicen con asombro: “¿También tú te has debilitado contra nosotros y has llegado a ser como nosotros?”.

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